sábado, 13 de octubre de 2018

Arpas Colgadas

No me canso de leer el libro de Salmos. Hace poco llamó mi atención el 137. Estoy segura que lo leí antes, pero esta vez el sentimiento que se transmite capturó mi alma y pude identificarme con él. 

Este capítulo describe el lamento que el pueblo de Israel, cautivo en Babilonia, tenía. Ellos anhelaban su tierra, querían volver a Jerusalén, deseaban tener libertad para ir a su ciudad amada. La frase que más me impactó fue: "Colgamos nuestras arpas". 

"Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sión. Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas." (vv. 1-2)

Los babilonios incluso les pedían que cantaran sus canciones alegres (al parecer eran conocidas); pero los israelitas se rehusaban (v.3)

"¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños? (v.4)

Trata de imaginar: Habían perdido todo. No eligieron emigrar; los forzaron (2 Crónicas 36:17-21). Encima de eso, fueron llevados a una nación pagana, que no conocía ni amaba a Jehová como ellos. Y ya no tenían su templo para reunirse y adorar.

Las arpas eran un instrumento de alegría (Isaías 24:8). Pero ese salmo refleja la abrumadora tristeza, el duelo, el desánimo y la desesperanza que ellos sentían...al punto que decidieron colgarlas. No había razones para cantar, no encontraban motivos para sonreír o estar alegres, el gozo se había esfumado, su situación no merecía que una sola nota musical fuera emitida.


¿Qué hay de ti? ¿Ya te has sentido así? ¿Tu situación ha drenado tu alegría? ¿Te cuesta encontrar motivos para alabar? ¿Has colgado tu arpa?

Te entiendo. Hay pruebas en nuestra vida que nos hacen sentir así. Despiertas en la mañana y tratas de convencerte para levantarte. Luchas por encontrar motivos suficientes para seguir, para intentarlo una vez más, para continuar apretando los dientes, para mantener la fe...quizás tu panorama luce tan desolador como esos ríos en Babilonia donde el pueblo cautivo se sentaba a llorar (v.1). Pero una cosa que me ha sostenido en cada momento así es saber que mi situación es temporal y que tengo muchas promesas en Su Palabra de las cuales agarrarme mientras todo pasa. 

Que tu dolor no te ciegue y te haga olvidar que tienes a un Dios fiel que sigue teniendo planes buenos para tu vida (Jeremías 29:11) y que cumplirá Su propósito en ti (Salmos 138:8). Aún si por ahora no encuentras razones para usar tu arpa y alabarle, debes saber que el tiempo de esta prueba pasará, tal y como ocurrió con este pueblo que pudo volver a su amada Sión (Esdras 1:1-4).

Mi oración es que cada día el Señor te dé motivos para tener gozo, que Él sea tu deleite y que la alegría de Su salvación no te sea quitada por nada. Tengo la certeza que pronto, Dios te dará tantas razones para que corras a descolgar tu arpa y le alabes de tal forma, que muchos se gozarán contigo y con Él por Su restauración.

Toma tu arpa. Prepárate para cantar.


"Cuando el Señor trajo a los desterrados de regreso a Jerusalén, ¡fue como un sueño! Nos llenamos de risa y cantamos de alegría. Y las otras naciones dijeron: <<Cuántas maravillas ha hecho el Señor por ellos>>. ¡Así es, el Señor ha hecho maravillas por nosotros! ¡Qué alegría! Restaura nuestro bienestar Señor, como los arroyos que renuevan el desierto. Los que siembran con lágrimas cosecharán con gritos de alegría. Lloran al ir sembrando sus semillas, pero regresan cantando cuando traen la cosecha" Salmo 126 NTV

sábado, 6 de octubre de 2018

Acumuladores

Casi no veo televisión. Pero hace poco me detuve a ver un capítulo de ese reality show que pasan en el cable. Básicamente se trata de personas que por diferentes circunstancias en su vida empiezan a acumular cualquier cantidad y clase de cosas. 

Vi el caso de una señora que vivió de una relación abusiva a otra. Su última pareja además de maltratarla, le fue infiel. En venganza, ella decidió usar las tarjetas de crédito que él pagaba, para comprar sin reparos. Allí comenzó su hábito de acumular. Lo hacía para mitigar ese dolor emocional que nunca aprendió a manejar. 
Ese hombre la dejó hace años. Ella ahora es una anciana que vive sola rodeada de cosas inservibles, cosas nuevas que nunca utilizó, basura que nunca saca de casa y encima de eso, con muchos perros que ensucian por doquier; obviamente, eso nunca se limpia.

Sus hijas fueron entrevistadas. A pesar de varios intentos no han logrado convencer a su mamá de limpiar y ordenar su casa o de aceptar ayuda profesional.


Para el público es evidente que esa señora tiene asuntos no resueltos de su pasado. La compulsión de acumular cosas es solo la cara externa de su realidad. Esa casa en la que apenas hay espacio para caminar, esos platos sucios de meses atrás, las heces de sus mascotas abajo de la alfombra...son todos síntomas de una enfermedad más profunda.


Pero Dios me ha hecho entender que habemos muchos acumuladores en el alma. Esa compulsión es más difícil de detectar, porque nadie la mira; pero está ahí.

Muchos empezamos como esa mujer; cierto dolorcito que no pudimos manejar y lo dejamos ahí, a un lado, para ponerle atención después...luego, vino esa relación que nos dañó; después, esas palabras que nos marcaron para siempre; esa traición que nos mutiló por dentro; ese resentimiento al que nunca le dimos el tratamiento adecuado...sin darnos cuenta, por dentro estamos tan llenos de cosas que hemos ido acumulando, nos acostumbramos a vivir con todo eso y ya no sabemos cómo sanar.

En mi caso, el Señor me ha estado recordando una y otra vez que debo dejar esa compulsión de tener "guardaditos" contra otros. Para ser honesta, me cuesta horrores. Pero ya no quiero vivir así; quiero experimentar la verdadera sanidad y libertad que trae únicamente Cristo y estoy en el proceso de aceptar que no hay otra alternativa más que dejarlo a Él limpiar a través del perdón. 

Quiero que el Espíritu Santo, que vive dentro mio (1 Corintios 3:16), pueda desplazarse sin estorbos en mi alma, mi mente y mi corazón. Quiero disfrutar las relaciones sanas y edificantes que por Su gracia tengo sin llenarlas de la basura que otras relaciones dejaron. Quiero servir a otros con libertad, sin sentir que hay demasiada suciedad escondida en mi vida. Quiero ver hacia el pasado y no encontrar pilas y pilas de memorias dolorosas que fui dejando esparcidas por aquí y allá.

La única manera para que eso suceda es admitiendo todo lo que he estado acumulando. "Pero si reconocemos ante Dios que hemos pecado, podemos estar seguros de que Él quien es justo, nos perdonará y nos limpiará de toda maldad." 1 Juan 1:9 TLA.
Otra, es ponerme en evidencia con otros y pedir ayuda de ser necesario. "Confesaos vuestras ofensas unos a otros; y orad unos por otros, para que seáis sanados" Santiago 5:16

Sé que el dolor puede ser agudo, sé que puedes pensar que nunca lograrás soltar ese resentimiento, sé que probablemente no quieras hacerlo, sé que perdonar ni siquiera se te pasa por la cabeza...pero repito, es la única forma para que seamos verdaderamente libres. 

El Señor es experto en limpiar, liberar, sanar y traer orden a almas acumuladoras como la mía. Sólo acepta Su ayuda. Él se encargará de sacudir hasta el último rincón y lo hará con amor.

¿Qué hay acumulado en tu alma?


"Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial" Mateo 6:14

jueves, 20 de septiembre de 2018

Mi Basura, Tu Basura, Nuestra Basura

Hace menos de un mes la ciudad de Santa Tecla en mi país, fue noticia nacional. Esto debido a fuertes inundaciones que sucedieron como consecuencia de una tormenta inusual un domingo por la tarde.

Casualmente estaba visitando a una amiga que vive allí y fui testigo de la poderosa tormenta; pero jamás imaginé que habrían tantas calles inundadas ni los daños materiales consecuentes.

La opinión pública señaló que esos destrozos ocurrieron debido a la basura acumulada en las calles, aceras y alcantarillas de la ciudad y la mala gestión municipal para recolectarla
adecuadamente. Entre tantos comentarios, leí uno con el que coincidí: La responsabilidad era combinada. Tanto la municipalidad como los habitantes habían fallado en el tratamiento de los desechos. Los tecleños por sus malos hábitos y por dejar que la basura se acumule por doquier, creyendo que no habrán consecuencias; y las autoridades de la alcaldía por no hacer bien su labor de recolección.


Ese evento me hizo pensar que lo mismo ocurre en nuestra vida con el pecado. A veces vivimos con malos hábitos bien arraigados, nos acostumbramos a ellos y no les prestamos la atención debida. No nos damos cuenta que cada pecado no confesado, cada acto de deshonestidad y cada compulsión, son como basura que vamos dejando tirada por aquí y allá; pero que tarde o temprano va a salir a la luz, va a causar daños y va a dejarnos serias consecuencias.

Lamentablemente estar en una iglesia no nos hace inmunes. Debemos poner cuidado a la basura que estamos dejando regada en nuestra familia, en nuestros empleos, en nuestras congregaciones, en nuestra vida privada-cuando nadie nos mira. Puede ser que Dios ha sido misericordioso con nosotros y hasta ahora nos ha dado tiempo para ponernos a cuentas o pedir ayuda (Isaías 1:18); pero eso no va a durar mucho; nuestras vidas, tal y como esos drenajes, pronto colapsarán y los destrozos serán inevitables (Prov. 14:12).


Si has estado luchando con una doble vida, haciendo malabares para no ser descubierto; si has recaído en una adicción; si has entrado en un ciclo del cual no puedes-o no quieres-salir; si has andado silenciosamente resentido con alguien...es momento de ponerte en evidencia. Expulsa la basura de tu vida (Salmo 38:3-4), HABLA! (Salmo 32:3-4), confiésalo a algún líder o cristiano maduro, deja que alguien te ayude a limpiar. No esperes más, no te creas el 'experto ocultador de basura', pronto todo va a oler mal, pronto será evidente lo que tienes ahí escondido, pronto Dios permitirá que todo se sepa porque Su plan es restaurarte y probablemente esa disciplina es la única forma de lograrlo.

Busca de la Gracia que sólo el Señor puede darte. Corre a Su trono y ponte a cuentas. Allí hay misericordia y oportuno socorro (Hebreos 4:16).


"Porque yo reconozco mis transgresiones , y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti sólo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos...Purificarme con hisopo, y seré limpio; lávame y seré más blanco que la nieve." Salmo 51:3-4,7

"Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño." Salmo 32:1-2

*Imágenes tomadas del Diario La Página

jueves, 30 de agosto de 2018

A mis hermanos que "están lejos".

Tengo días con una carga. Sin proponérmelo, he conocido varias historias de personas que por una u otra razón han dejado de congregarse; han puesto una brecha entre la vida en la iglesia y sus vidas actuales o simplemente se han 'enfriado'.

A muchas de estas personas ni siquiera las conozco, sólo sé sus historias. 

Esta vez quiero escribirles a ustedes, mis hermanos en la fe. Si, siguen siendo mis hermanos y merecen todo mi amor y gracia.


Yo también he estado en esa situación; cuando sutilmente, sin darte cuenta, vas bajando la guardia y descuidando tu relación con Dios...y de pronto, Él ya no es una prioridad en tu vida, ya no le anhelas desesperadamente, ya no te hace falta ir a Su casa, y crecer espiritualmente ya no es importante.

Cada uno sabe cómo está su corazón; yo no puedo juzgar o señalar a aquellos que ya viven sus días separados de Dios, Su Palabra o Su congregación. Mas bien, quiero reiterar cuán amado eres. 

Si un día estuviste en una iglesia sirviendo al Señor,  si tuviste una época en la que hablar con Dios era algo habitual para ti, si incluso llevaste a otros al Evangelio, si en el pasado anhelabas marcar la diferencia y dedicarte por completo al Señor; quiero recordarte que fuiste escogido, atraído y llamado por nuestro Padre (Efesios 1:4-5) y eso no ha cambiado.


¿Recuerdas cuando llorabas en Su presencia por el profundo agradecimiento que tenías para Él? ¿Te acuerdas cuando no te importaba madrugar o desvelarte con tal de servirle? ¿Ya olvidaste el fuego en tu corazón que te impulsaba a hablar de Él? ¿Ya no te aferras a Sus promesas que te sostuvieron en el pasado? ¿Dejaste atrás aquellos sueños locos de tener un ministerio a tiempo completo? ¿Desechaste ya Su llamado?

Probablemente seas de los que afirman seguir amando a Dios y teniendo fe en Él, a pesar de que dejaste tu iglesia y tu ministerio; sin embargo, te recuerdo que amarle implica obedecerle, y viviendo tu vida 'secularmente', sin un ápice de Él, no le honra y no refleja ese amor y esa fe que profesas conservar.

Tengo plena certeza, que Dios es su Soberanía hará lo que sea para atraerte de nuevo, para preservarte y cumplir Su propósito en ti (Salmo 138:8). Lo sé, porque lo he visto en gente cercana. Pero deseo que ese re-llamado sea lo menos doloroso para ti. Deseo que no sufras y por eso escribo hoy.

No es casualidad que estés leyendo esto. Es tiempo de hacer una pausa y evaluar tu vida. Ya no huyas más, ya no pospongas. Sé que Su Espíritu Santo te ha incomodado, sé que esa frialdad es insostenible, sé que no estás pecando en paz, sé que en esos momentos a solas te desconoces a ti mismo, sé que piensas que no hay vuelta atrás, sé que no te explicas cómo llegaste allí.

Pero te recuerdo que Su gracia sigue vigente. Su amor no ha disminuido, Sus brazos siguen abiertos, Su Espíritu sigue anhelándote celosamente (Santiago 4:5), Su llamado sigue en firme (Romanos 11:29), Sus promesas no caducaron cuando te fuiste, Su mesa sigue teniendo un puesto con tu nombre.

Te suplico que ya no le evadas. Reconoce que tu estilo de vida no te satisface. Admite que ya no puedes más. Busca a tus líderes de inmediato, vence tu miedo y cruza la puerta de tu iglesia el próximo domingo, manda ese mensaje a ese buen amigo que ama al Señor y que dejaste de ver cuando te fuiste, abre tu boca y habla con tu Padre, vuelve a orar aunque no sepas qué decir. ¡Pero hazlo ya!.

Te garantizo que serás cubierto de gracia. Te aseguro que habrá fiesta cuando regreses (Lucas 15:32). 

Te esperamos hermano...


"Entonces regresó a la casa de su padre, y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio llegar. Lleno de amor y compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo besó." Lucas 15:20 NTV

"Al que a Mí viene, no le echo fuera" Juan 6:37 RVR60

martes, 14 de agosto de 2018

Una Cura para la Depresión

Leí el Salmo 77 hace poco y pude identificarme con el sentimiento que el salmista plasmó en los primeros versículos. Si lo lees detenidamente te darás cuenta que estaba muy triste, casi dándose por vencido y aduciendo que Dios parecía haberle abandonado:


"¿Me habrá rechazado para siempre el Señor?
¿Nunca más volverá a ser bondadoso conmigo?
¿Se ha ido para siempre su amor inigualable?
¿Han dejado de cumplirse sus promesas para siempre?
¿Se ha olvidado Dios de ser bondadoso?
¿Habrá cerrado de un portazo la entrada a su compasión?"                            (v. 7-9 NTV)


Me impactó que al leer los comentarios de mi Biblia de estudio* encontré que se describía a ese salmo como 'Una cura para la depresión'. No estaba equivocada, el salmista estaba realmente sumido en una profunda tristeza y desesperanza cuando escribía ese capítulo.

Sin embargo, a medio salmo, el autor da un drástico cambio y nos ofrece a testimonio propio, cuál es esa cura que le trajo alivio y fe:


"...Traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo. 
Me acordaré de las obras de Jehová;
Si, haré yo memoria de tus maravillas antiguas.
Meditaré en todas tus obras,
Y hablaré de tus hechos." (v. 10-12 RVR60)

1. Traer a memoria, acordarse de la fidelidad pasada de Dios y los milagros ya ocurridos.

¿No es cierto que las pruebas presentes tienen el poder de hacernos olvidar con facilidad las veces anteriores en las que el Señor fue fiel?  
Personalmente, me ayuda mucho escribir mis oraciones. Han habido ocasiones en las que sin explicar por qué, siento el fuerte deseo de volver a ojear esos cuadernos y libretas; y casi siempre termino llorando agradecida con el Señor por recordarme que nunca me ha fallado, que siempre se abrió una puerta, que las demoras valieron la pena, que la provisión llegó, que no quedé avergonzada.

Haz una pausa ahora mismo y enumera en tu mente (o mejor escríbelo!) los milagros más grandes que Dios ya hizo en tu vida. ¿Lo ves? Él es fiel.



2. Meditar en todas las obras de Dios.

Meditar es ir un poquito más allá que recordar. Meditar es detenerte a contemplar algo sin prisa, reflexionar con atención, interiorizarlo, personalizarlo. El salmista hizo eso; se detuvo a contemplar todas las bondades del Señor para con el pueblo de Israel. Completó el salmo con menciones de hechos poderosos de Dios en el pasado: el paso por el Mar Rojo, la protección en el desierto, la guía dada a Moisés y a Aarón, la demostración de Su poder con otros pueblos, etc.

¿Cuándo fue la última vez que meditaste en las obras de Dios en tu vida? ¿Has considerado recientemente dónde estarías si Su gracia no te hubiese alcanzado? ¿Has pensado por qué decidió salvarte a ti y no a otras personas que conoces? ¿Has reconocido las bendiciones que ya te dio y que realmente no merecías?


3. Hablar de Sus hechos.
Para Asaf, no bastó con recordar y meditar. Él decidió 'hablar', por ello escribió ese salmo; para dejar perpetua remembranza de lo poderoso y fiel que es nuestro Dios.

¿Podrías ser capaz de testificar a otros lo que Dios ha hecho antes en tu vida a pesar de lo dura prueba que atraviesas hoy? Creo que eso es fe, y eso le agrada a Él! (Hebreos 11:6)
¿Por qué no pruebas orar de manera diferente y empiezas a dar gracias por ese montón de hechos pasados en los que se manifestó Su amor y Su poder?  



Para mí, los meses posteriores a la muerte de mi papá fueron meses llenos de incertidumbre. Y últimamente me he sentido así de nuevo, navegando en medio de una neblina densa, sin saber para dónde voy o lo que tendré que enfrentar. Pero mi Dios en Su misericordia me ha llevado a recordar lo aturdida y deprimida que estuve cuando mi papá se fue repentinamente y cómo Él NUNCA dejó de mostrarse fiel. La neblina se fue disipando poco a poco, nuestra vida se acomodó de nuevo, pudimos salir adelante, fuimos testimonio del respaldo de Dios a muchas familias, Él nos sostuvo.

Por ello, creo firmemente que eso volverá a ocurrir. La neblina actual también se irá, mi vida encontrará el rumbo que Él quiere, saldré adelante, seré testimonio del respaldo y la restauración de Dios, todos verán como Su diestra invisible, pero poderosa, me ha sostenido.


¡El salmista tenía toda la razón! Esos tres 'tips' llenan de fe y ahuyentan el miedo y la depresión. Si Dios fue fiel en el pasado, volverá a serlo ahora.


Así que por muy triste que estés, por mucha neblina que haya frente a ti, por mucho que duela; te invito a probar esta cura bíblica. Aparta un tiempo, medita en Sus hechos pasados, enúmeralos (insisto...escríbelos!) y habla de ellos! Repítelos en oración las veces que sea necesario, cuéntale a otros también. 
Verás como la depresión se va, verás cómo te llenas de fe, verás como terminas con el corazón derramado delante del Señor agradeciendo por esa misericordia y gracia inmerecida y con la fortaleza necesaria para seguir esperando por esos nuevos milagros.



"¿Qué dios es tan grande como nuestro Dios? Tú eres el Dios que hace maravillas" Salmo 77:13-14

" Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron Sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es Tu fidelidad" Lamentaciones 3:22-23


*Biblia de Estudio MacArthur

martes, 24 de julio de 2018

¡Qué fea persona soy!

Había pasado un par de días estresantes y llenos de preocupación. Mientras hacía unos mandados, pasé frente a una sorbetería y se me antojó un capuchino de vainilla...mmm...(ya lo estoy saboreando de nuevo). Me dije que me lo merecía como recompensa por esos días difíciles.

Lo compré en el autoservicio y me fui despacito y con cuidado en el carro para disfrutarlo. Al llegar a un semáforo un joven que limpia parabrisas y al que he visto en diferentes puntos de la capital, se me acercó. Rápidamente le hice señas con mi mano para indicarle que no quería que limpiara el vidrio. Él se paró al lado de mi ventana y me pidió-dos veces- el sorbete que llevaba a medias.

¿Qué hubieran hecho ustedes? ¿Cuál creen que fue mi respuesta?

Para serles honesta, fueron un par de segundos de duda...finalmente decidí ignorarlo y adelantar el carro un poquito para que no fuera tan molesto tenerlo justo al lado. ¡Mi sorbete estaba tan rico...y no me pude desprender de él!

No les puedo explicar la inmediata vergüenza que sentí. Cuando el semáforo se puso en verde y avancé, el Espíritu Santo me redarguyó de una manera tan directa. Dejé de disfrutar el sorbete, se me hizo un nudo en la garganta y terminé pidiéndole perdón al Señor con lágrimas en los ojos.

El pensamiento que más recuerdo es: "¡que fea persona soy!". Dios usó ese evento para recordarme que no soy buena ni cuando estoy dormida. El egoísmo está tan arraigado en mí que necesito desesperadamente Su presencia cada día. Imagínense, si no soy capaz de renunciar a un sorbete, ¿cómo voy a ser capaz de perdonar, de amar genuinamente, de negarme a mí misma? Es IMPOSIBLE sin Su ayuda y Su obra de santificación en mi vida.

En realidad no entiendo cómo Él puede amarme así como soy. 

¿Es en serio Señor? ¿Me amas con todo lo feo que el pecado ha causado en mí? ¿Te merezco? ¿Aún tengo esperanza de cambiar aunque sea una poquito? ¿No te avergüenza tenerme como hija? 

Lo cierto es que sí, soy fea persona. Sin Él estoy perdida (Juan 15:5). No soy capaz de hacer nada bueno ni justo (Rom. 3:10). Soy egoísta hasta el tuétano y me cuesta buscar el bien de los demás (1 Cor. 10:24). Para mí es bien fácil detectar, señalar, diagnosticar y hasta recetar la cura para los defectos de otros, pero me cuesta horriblemente hacer lo mismo conmigo. Por eso, Dios se ocupa de mostrarme a través de episodios como el que les cuento, que no puedo creerme un producto terminado; sino que debo buscarle cada día y depender de Su ayuda.

Si has estado sintiendo como que nunca vas a cambiar, te animo a tener esperanza, Dios no ha terminado Su obra en tu vida (Fil- 1:6), Él sigue otorgándonos Gracia a todos aquellos que la necesitamos (Hebreos 4:16).


Oro por volver a encontrarme a ese joven en algún semáforo de la ciudad y poder bendecirlo aunque sea con algo pequeño...y oro porque Dios siga haciéndome ver mi profunda necesidad de Él a diario.


"Dios nos salvó y nos llamó a ser Su pueblo santo. No lo hizo por lo bueno que habíamos hecho, sino porque así lo quiso por su generoso amor. Ese amor nos lo dio antes del inicio del tiempo mediante Jesucristo" 2 Timoteo 1:9 PDT

"Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo" Filipenses 1:6  RVR60

viernes, 1 de junio de 2018

Temporada de Preguntas Sin Respuesta

He leído el libro de Job a consciencia y completito solamente dos veces en mi vida: Recién falleció mi papá y hace algunas semanas, pues estaba programado en el plan de lectura de mi iglesia. Debí haberlo leído en un mes, pero la verdad es que tardé más. 

La razón de ese retraso fue que "disfruté" de esos capítulos como nunca antes. Y con disfrutar me refiero a que lloré y lloré mientras los leía, mientras imaginaba las escenas que se narran, mientras entendía a la perfección las emociones de Job, mientras le ponía nombre a "mis amigos" (si, también tengo de esos), mientras recorría lo que parecía ser un listado de preguntas, reproches y cuestionamientos que Job me copió. Fue duro, hasta podría decir doloroso, leer sobre ese hombre y sentirme plenamente identificada con él.

La conclusión del libro es preciosa y esperanzadora. Muchos solo nos podemos la desgracia rotunda del inicio y la restauración del final...pero se nos olvida profundizar en todo lo que ocurrió en el medio. Debo decir que lo que más me impactó es que el libro termina y Job no recibió UNA sola respuesta a sus preguntas. Nada. Ni pío. 

Dios dio grandes lecciones a Job por supuesto, pero nunca reveló el por qué de Su soberana decisión de permitir que su siervo atravesara semejante prueba. Job terminó rindiéndose ante ese Dios grande a pesar de que sus preguntas no fueron respondidas.


Creo que todos los cristianos hemos vivido o viviremos temporadas así, cuando el peso de las pruebas nos derrumbará y no encontraremos sentido a lo que nos pasa...pero me llena de paz ver que el Señor no desechó a Job aún cuando le cuestionó (30:20-21), aún cuando llegó a sentirse abandonado al punto de desear no haber nacido (3:1-26). 

¿Dios escuchó todas las preguntas de Job? ¡Claro que sí! (38-41); sin embargo, cuando decidió hablarle no se las contestó, simplemente le recordó quién era Él y Job no pudo más que arrepentirse por su insolencia.


Si estás atravesando una temporada así, ten ánimo, no eres el único. 

- Primero, te recuerdo que precisamente por eso le llamamos 'temporada'; no durará para siempre (Hebreos 12:11).

- Segundo, te recuerdo que el mismo Dios Omnipotente y Soberano de Job es tu Dios; y su habilidad para controlar todo lo que te ocurre y cumplir Sus propósitos sigue intacta (Salmos 46:10, Jeremías 29:11). 

- Tercero, nuestro Señor es un experto restaurador y vindicador. Aunque no puedo prometerte que te dará exactamente el doble de todo lo que has perdido como lo hizo con Job (42:10), sí puedo asegurarte que se encargará de restaurar tu fe y tu relación con Él; porque eso es lo que a Él le importa más. 

- Cuarto, lo más probable es que el 99.99% de tus preguntas hechas con dolor y tristeza, no van a ser respondidas. Sin embargo, eso no significa que hayan sido ignoradas. Él conoce todo (42:2) y lo más importante, te entiende y sigue amándote porque es un Dios compasivo que entiende nuestra humanidad (Salmos 103:8, 14).

- Quinto, hay una promesa que me consuela mientras atravieso una temporada así: "El Señor está cerca, para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza" Salmos 34:18. Hazla tuya.


Oro porque sientas la presencia del Señor a tu lado en medio de tu prueba. Oro porque seas consolado AÚN cuando tus preguntas no sean respondidas. Oro porque conozcas al Señor más que nunca y como Job puedas afirmar:


"Yo hablaba lo que no entendía...De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven" Job 42: 3, 5.