Yo había estado enfocada en que mi familia estuviera bien y había tratado de no pensar en lo demás. Pero esta semana empecé a sentir cierto duelo por una de las cosas que más emocionaba al iniciar este año:
Soy maestra y desde hace un par de años tenía el deseo de iniciar un club de tareas y refuerzo escolar que ofreciera el servicio de asistencia a hijos de padres muy ocupados, que necesitaran ayuda con las responsabilidades académicas de sus chicos.
Mi mamá me apoyó desde que la idea surgió y poco a poco empezamos a concretizarla. Viví todo ese proceso: ponerle nombre al proyecto, un amigo me diseñó toda la linea gráfica para el mercadeo, remodelamos una parte de la casa para que allí funcionara el local para atender a los niños, compramos el mobiliario, una amiga me ayudó a decorar; en fin...iniciamos el mes de febrero...y el sueño me duró 6 semanas. Sólo 6 semanas.
¿Nos faltó orar? ¡Vaya que sí oramos! Le pedí apoyo a mis hermanos y a un par de familias muy cercanas desde meses atrás. Oramos en todo el proceso y Dios fue guiando cada paso. Todo nos decía que podíamos seguir avanzando.
¿Me equivoqué? Ya lo he pensado. Quizás no era el momento. Quizás me precipité. Pero cuando repaso todo el camino, sé que no fue así.
¿Es algo temporal y volveré pronto? No lo sé. He querido pensar así. Pero no tengo garantía. Dios no me lo ha confirmado y cada vez parece más lejano revivir el proyecto. Probablemente pasará más de un año antes de que se reanuden las clases y se nos otorgue permiso de aperturar este tipo de negocios. Y para mientras hay una inversión congelada y pagos que deben hacerse y no tengo idea de cómo vamos a cubrir todo sin estar operando.
Ni siquiera había querido tocar el tema con Dios en estos meses. Cuando veía las sillas y las mesas de mi club, me sacudía la cabeza y trataba de pensar en otra cosa. Pero ya me golpeó la realidad y aunque agradezco infinitamente que es eso lo que perdí y no la salud o la vida de mi familia; no deja de ser triste. Sin embargo, me da paz saber que Dios entiende cómo me siento y también que esto es parte del Plan.
He estado leyendo los libros de Samuel y de Reyes simultáneamente con los Salmos. Me encanta leerlos de esa manera, pues mientras entiendes la historia y el orden cronológico de los hechos, vas dándote cuenta del corazón del rey David en todo ese proceso. Una promesa fue suficiente para que él esperara tanto tiempo en el Señor. Nada se le dio fácil. Se ganó enemigos de gratis, su vida corrió peligro muchas veces, fue asaltado por el miedo y la duda otras tantas, fue traicionado, su reinado no llegó de golpe.
Cuando lees diversos salmos te das cuenta que el rey David podía empezar a escribir acongojado, casi dándose por muerto y preguntando al Señor cuándo le haría justicia...pero terminaba alabando al Señor, recordando todas Sus maravillas, Su fidelidad pasada y rendido a Su voluntad, confiando en Su providencia.
Una y otra vez, veo en toda la Biblia que nuestro Dios cumple, que Sus promesas son sí y amén (2 Corintios 1:20). Él es capaz de agarrar los pedazos de nuestros planes rotos y rehacerlos en un instante. O bien, puede deshacerlos de la noche a la mañana y dejarlos así. Él es Dios, Él es Soberano. Yo le di mi vida y hace un tiempo confié en Él y le dije que reinara y lo hace muy bien.
Mucha gente dice que Dios nos dará el doble de lo que hemos perdido, cual Job (Job 42:10). Me gusta mucho eso y sé que el Señor puede hacerlo si lo desea. ¿Pero y si no? Bueno, Él tendrá algo mejor en mente.
Lo que sí sé es que Él ya probó ser fiel muchas veces en el pasado y no me ha dado motivos para dudar. Él hará camino, Él puede hacer mucho más allá de mis sueños más temerarios (Efesios 3:20), aunque Sus sueños no sean precisamente los que yo creía, Él puede abrir una puerta inesperada, Él tiene un propósito superior en medio de mis sueños rotos.
El Señor es el restituidor por excelencia. No lo olvides. Entreguemos todo lo que esta pandemia nos arruinó y confiemos en Su providencia.
"¿Por qué te abates oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarle. Salvación mía y Dios mío." Salmo 42:11
"Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera a Jehová" Salmo 27:13-14
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