El domingo anterior enseñamos a nuestros niños de la iglesia sobre la Torre de Babel (Génesis 11:1-9). Ustedes saben, esa es una de las clásicas de las Escuelas Dominicales. Pero fue hasta ese domingo, mientras estaba sentada con mis chicos escuchando a la historiadora, que me pegaron de golpe dos cosas que ella dijo. Y eso es lo que quiero compartir ahora.
1. LAS CONSECUENCIAS DE LA DESOBEDIENCIA.
Quizás yo soy muy distraída, pero nunca me había dado cuenta de que lo que ocurrió en el Valle de Babilonia, fue una consecuencia directa de la desobediencia de este pueblo. Después del diluvio, Dios dio a Noé y sus hijos la misma orden que había dado a Adán: "fructificad y multiplicaos y llenad la tierra" (Génesis 9:1 y 7). Dios quería que se dispersaran. La Biblia narra que si bien es cierto los tres hijos de Noé se multiplicaron, no todos se esparcieron. Un grupo de ellos, siguiendo las órdenes de Nimrod, nieto de Noé, decidieron establecerse en un lugar y construir esta torre.
Ellos estaban desobedeciendo la orden directa del Señor respecto a esparcirse y llenar la tierra. Además, mostraron mucha soberbia al intentar construir algo que Dios no había pedido y con lo que querían demostrar su poder.
2. TODO ERA PARTE DE SU PLAN.
Es cierto, Dios es Soberano y sucede todo lo que Él quiere. Este episodio era parte de Su plan. Confundir las lenguas (Génesis 11:7) fue Su decisión para evitar que este pueblo se asentara. De esa manera, se agruparon de acuerdo a su lengua y posteriormente, de uno de esos grupos nació la nación de Israel, específicamente de la descendencia de Sem (Génesis 11:10-32).
Reflexionaba con mi clase después de escuchar esta enseñanza y me daba cuenta que aún nuestras fallas y rebeliones pueden ser usadas por el Señor para que su precioso Plan se lleve a cabo. Él ya tenía todo listo para que con Abram empezara la historia de Su pacto de amor con Israel (Génesis 12:1-3). La torre de Babel fue un episodio necesario para que el pueblo amado del Señor surgiera.
Por eso, tengo dos recordatorio para ti hoy:
1. AÚN LAS CONSECUENCIAS DE NUESTROS PECADOS ESTÁN CONTROLADAS POR ÉL.
Es fácil llenarse de culpa cuando hemos fallado. Dios, como Padre amoroso y justo nos deja pagar las consecuencias de eso; pero, en medio de ellas, nos sigue sosteniendo, no nos deja a la deriva para venir a recogernos cuando hayamos sufrido suficiente. Ese no es Él. Él controla incluso las consecuencias que pagamos y lo mejor de todo, las usa para nuestro bien (Romanos 8:28) y para que Su plan Supremo se realice (Isaías 46:10).
2. NUESTROS PLANES SON MINÚSCULOS, DEFECTUOSOS Y LLENOS DE NOSOTROS MISMOS.
Dios es el único Soberano. Su plan prevalecerá (Prov. 19:21). Entonces, ¿qué caso tiene debatir con Él? No hay nada mejor que podamos hacer que descansar en Su Soberanía, sabiendo que Él controla absolutamente todo lo que ocurre en el inmenso universo de la misma forma que lo que pasa en tu vida diaria. Su Plan nunca tiene margen de error y siempre nos encaminará a santificarnos un poco más, para prepararnos para la eternidad.
Así que si has estado frustrado porque 'tu plan' no ha funcionado como esperabas, no te preocupes, que tu plan se arruine es parte de Su plan. Rinde todo al Señor y observa cómo, muy a pesar de todas tus fallas, te dirige hacia el momento y lugar exacto donde Su sueño para tu vida se llevará a cabo.
"Porque Él nos eligió de antemano y hace que todas las cosas resulten de acuerdo con Su plan" Efesios 1:11 NTV
sábado, 30 de septiembre de 2017
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