sábado, 29 de noviembre de 2014

Del Black Friday, La Impaciencia y La Esperanza

En mi país, desde hace unos años, se ha puesto de moda el "Black Friday", día en el cual se supone que las empresas y comercios colocan ofertas extraordinarias para que la gente aproveche a comprar (endeudarse) todo lo que puedan (y no puedan).

Ayer fue ese día. No niego que había cierta curiosidad en mí por saber si algunas cosas que necesito estarían en oferta...pero debo confesar que no soy tan buena cliente.

Fui a un centro comercial con una amiga porque en una tienda de juguetes había una promoción exclusiva para clientes de un banco en específico-mi banco. Para mi agrado, esa juguetería no estaba llena y pudimos comprar los regalos navideños de nuestros sobrinos divinamente, sin complicaciones ni esperas...y casi a la mitad de precio!
Luego, como buenas mujeres, nos convencimos de ir "a ver" si encontrábamos algo bueno en otras tiendas. Habían grandes rótulos y publicidad por doquier anunciando sus imperdibles promociones, atrayendo tu atención para convencerte de entrar. Debo confesar que entramos a un par, pero...no durábamos mucho tiempo adentro. En mi caso, me sentía desesperada, mi claustrofobia me obligaba a querer salirme y cuando veía que solo para probarme algo debía hacer una fila que me parecía eterna (siendo objetiva, no era eterna, iba a esperar un rato nada más), abortaba mi deseo y simplemente me iba.

Al final del día nos reíamos porque no compramos nada para nosotras...y no porque no habían ofertas, sino porque no estuvimos dispuestas a ser pacientes y esperar lo suficiente para obtener algo bueno a bajo precio. Vi a cientos de personas con montones de bolsas pasar frente a mí, pero a mí la impaciencia me ganó.

Antes de dormir hacía un recuento del día-y de mi presupuesto, luego leía mi devocional de la noche y me sorprendió que hablaba de mantener la esperanza de nuestro futuro en Dios. Decía que muchos de nosotros confiamos nuestra salvación (lo más importante del mundo) a Dios , pero no somos capaces de esperar en Él por una respuesta para el próximo año, el próximo mes o incluso mañana nos parece demasiado lejos!
Yo entendía ese sentimiento de impaciencia perfectamente. Lo que me ocurrió en el Black Friday es lo que me ha pasado tantas y tantas veces con el Señor. Me pierdo de algunas buenas cosas que Él tiene para mí, no las disfruto o no las agradezco adecuadamente y es sencillamente porque no he aprendido a esperar en Él como debiera. Mi confianza en Él es fluctuante y no estoy dispuesta a pagar el precio de recibir sus bendiciones lamentablemente.

Por ahora, estoy en la fila de espera de varias respuestas de parte de Dios. Lo bueno es que no estoy sola, hay muchas otras personas esperando también, cada uno con su propia búsqueda. He visto a algunos salirse de la fila desesperados y nunca volver. He visto a otros que regresaron y tienen que hacer toda la fila de nuevo. En varias ocasiones he tenido el impulso de salirme también...pero cuando veo pasar a mi lado a muchos con sus manos llenas y sonriendo porque recibieron su bendición de manos del Dador de todo, me convenzo que vale la pena ser paciente y mantener la esperanza puesta en Él.

¿Y tú, qué estás esperando? Te invito a caminar conmigo en la fila de espera. Mantengamos la esperanza, avancemos juntos, estoy segura que llegaremos al final y recibiremos lo que hemos estado esperando y va a valer la pena! 

"Bueno es el Señor para los que en Él esperan, para el alma que le busca" Lamentaciones 3:25 LBLA

"Alma mía, espera en silencio solamente en Dios, pues de Él viene mi esperanza" Salmos 62: LBLA

viernes, 21 de noviembre de 2014

Cerrando Círculos

Una de las cosas que más me gusta de mi trabajo es que hay oportunidad de nuevos comienzos. 

El año escolar termina y por muy malo que haya sido, el hecho de que haya una clausura o graduación, nos da a todos un cierre. Padres de familia, maestros, estudiantes...todos sabemos que el año terminó y comenzamos a pensar en el próximo.

He visto muchos casos de chicos que tuvieron un año escolar difícil y al siguiente superan sus deficiencias y nadie se acuerda de lo mal que la pasaron antes. He tenido relaciones tensas con algunos papás y mamás por situaciones de sus hijos y temo que las cosas van a seguir así para siempre, pero al año siguiente, toda esa tensión desaparece y la relación mejora. También he apoyado a maestras que tuvieron un grupo complicado cierto año, pero al siguiente, comienzan de nuevo con otro grupo y les va de maravilla. He cometido errores en mi trabajo que gracias a Dios puedo corregir al año próximo...La verdad es que mi profesión, a diferencia de otras, ofrece esa bendición de cerrar capítulos y comenzar de nuevo.
Creo que a todos los seres humanos nos hace bien cerrar ciclos en nuestras vidas. Conozco personas que pasaron años rehusándose a dejar atrás algo o alguien del pasado y perdieron tiempo valiosísimo. He conversado con algunos que reconocen que frenaron muchas bendiciones por estar aferrados a cosas que ocurrieron tiempo atrás y ahora lo lamentan.

También creo que nuestro Dios está a favor de cerrar círculos. Él mismo nos dice que Sus misericordias son nuevas CADA mañana. Es como si nos recordara que no importa lo pésimo que haya sido el día anterior, podemos tener nuevos comienzos con Él. 

Para algunas personas cerrar ciclos implica cambiar número telefónico, hacer algo que nunca han hecho, buscar independencia económica, cambiar de trabajo, bloquear a un contacto, mudarse, perdonar, escribir una carta, hacer una llamada, cerrar sus redes sociales, terminar una relación, dejar ir unos globos al cielo, etc, etc. 

No desperdicies tu tiempo y los planes de Dios para tu vida encerrado en un círculo al que no quieres darle cierre. Sé que dentro de ti sabes que es tiempo de acabar con eso. Comprendo que puede haber mucho dolor implicado, sé que puedes estar lleno de miedo o incluso sentirte cómodo viviendo así...pero confía en tu Padre Celestial y su capacidad para crear futuros asombrosos tras pasados desastrosos.
No te rehúses. Da ese click, borra ese número, vete de ese lugar, no contestes esa llamada...da ese paso definitivo...es tiempo de cerrar ese círculo de tu vida.

El nuevo ciclo que comenzarás a vivir vale la pena para que te arriesgues.


"El gran amor del Señor nunca se acaba y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades: ¡muy grande es su fidelidad!" Lamentaciones 3:22-23 NVI

"Pues estoy a punto de hacer algo nuevo...." Isaías 43:19 NTV

viernes, 14 de noviembre de 2014

25 Años Después: Lo Que Aprendí De La Ofensiva Guerrillera

Ésta semana se conmemoraron 25 años de la más grande ofensiva guerrillera en nuestro país. Con tantas noticias y artículos relacionados a la fecha, empecé a recordar lo que viví...y descubrí que, aunque suene raro, quisiera volver a ser un poco de lo que era en ese tiempo. 

Déjame explicarte.

Sábado 11 de Noviembre. Mi papá estaba de alta durante la guerra. Al final de la tarde llamó donde la privilegiada vecina, que era de las pocas que tenía un teléfono, y pidió hablar con mi mamá. Esa llamada era para darle la noticia de los rumores que ya corrían entre sus filas. Era un hecho, la ofensiva había comenzado.

Supongo que ellos como adultos y conscientes de la situación que el país atravesaba, habían hablado de qué hacer en un escenario como éste. Mi mamá trató de buscar provisiones y mantenernos a salvo.

Fueron unos días diferentes, hicimos cosas fuera de la rutina. Lo que más recuerdo es que mi mamá montó el lugar más seguro que pudo para sus tres hijos: Nos metió en el cuarto del fondo del apartamento donde vivíamos, uno que no tenía ventanas, por aquello de las balas que volaban. Y puso como defensa un gran colchón sólo por si acaso. 
Con mis hermanos dormíamos ahí, tirados en otro colchón. Jugábamos, contábamos historias, hacíamos preguntas de lo que estaba pasando, oíamos reverentemente las noticias en la "YSKL" desde la grabadora que teníamos ahí dentro y mi mamá hacía lo mejor que podía para protegernos en todos los sentidos.

Durante el día jugábamos con los vecinos, veíamos televisión y cosas así. Pero, antes de las 6:00 p.m. todos debíamos recluirnos a nuestras guaridas, pues había toque de queda impuesto por el gobierno y también racionaban la electricidad algunas horas, por lo que estar adentro, era más seguro.

A media semana, aparecieron mi abuelita, mis dos tíos y Bobby, el perro salchicha de su propiedad (que no tenía culpa de la ofensiva y no podía quedarse solo en su casa!), que vinieron a refugiarse con nosotros, después de caminar horas, pues donde vivían fue uno de los lugares más afectados por la lucha.

Mi papá apareció en casa varios días después, no recuerdo muy bien cuántos, lo que si es cierto, es que su llegada era la señal más clara que la ofensiva había terminado. 
Como niña, registré muy bien esos recuerdos en mi mente...pero ahora como adulta, me doy cuenta de la angustia que mis papás pasaron. Me imagino la angustia de mi papá que estuvo lejos de nosotros tantos días, sabiendo lo delicado de la situación que vivía el país. Me imagino cómo la pasó mi mamá, a cargo de tres niños, tratando de estirar el dinero y las provisiones de comida, pues nadie sabía cuánto eso iba a durar. También recuerdo que trataba de que tres niños curiosos no vieran escenas horribles de los resultados del combate en la televisión, siempre pensando en no afectarnos.

Ahora que lo pienso bien, le agradezco a mis papás que nos cuidaran. Se esforzaron por mantenernos a salvo, tratando de hacer el mundo lo más "normal" posible para nosotros. Sé que fue difícil. No recuerdo haberlos visto nunca nerviosos o angustiados, o transmitirnos temor, y no es porque no les afectara, sino, porque trataban de darnos seguridad en medio de la incertidumbre. La verdad, no recuerdo haber sentido miedo durante esa época.

Al recordar esa experiencia, pienso en que Dios actúa con nosotros como mis papás lo hicieron: Por muy grave que esté la situación a nuestro alrededor, Él se esfuerza por mantenernos a salvo y por crearnos un "refugio" en el que nos sintamos seguros, de tal manera que no nos atemoricemos más de la cuenta, porque Él sabe lo que está haciendo.

Por eso comencé diciendo que quisiera volver a ser un poco como era en aquel tiempo, para tener la misma confianza y paz que sentía en esos días, porque para ser honesta, hace mucho que no me siento así de tranquila.

Pero luego, recuerdo que Dios me cuida mejor que como lo hicieron mis papás y que aunque las "balas" vuelen cerca de mí, Él me da seguridad. Después de 25 años, sigue habiendo Alguien que me cuida.

"Tú eres mi protector, mi lugar de refugio, mi libertador, mi Dios, la roca que me protege, mi escudo, el poder que me salva, mi más alto escondite" Salmos 18:2 DHH

"Pues Tú, Señor, desde mi juventud eres mi esperanza y mi seguridad" Salmos 71:5 DHH

viernes, 7 de noviembre de 2014

Aguanta...El Dolor Termina.

La primera noche que dormimos en casa, después de enterrar a mi papá, decidí quedarme con mi mamá en su cuarto. Recuerdo muy bien como casi no dormí por estar pendiente de ella. La escuché sollozar en la madrugada un par de veces. Yo sólo puse mi mano sobre ella y le dije lo único que se me ocurrió: "todo va a estar bien". Ella ya no se aguantó y soltó el llanto contenido en plena madrugada.

Yo no podía decirle nada mejor. Tenía un enorme dolor también. Era tan duro pensar que hasta hacía dos noches, mi papá había dormido en esa cama y que después de ese accidente, ahora había que enfrentar el hecho que ella iba a dormir sola indefinidamente. 

El dolor era terrible. Me dolía haber perdido a mi papá, me dolía que mi mamá hubiera perdido a su esposo, me dolía que él se quedó a un semestre de graduarse como pastor...Dolor, dolor, dolor. 


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El esposo de mi amiga María, finalmente decidió abandonarla con su hijo de solo días de nacido. Ella estaba tan confundida, enojada, herida, temerosa...De nada había servido su esfuerzo, su disposición a cambiar, pedir ayuda, haberle dado un hijo...simplemente, nada lo detuvo. Sólo se fue.

Los más cercanos tratamos de estar siempre pendientes de ella y su bebé, oramos muchísimo y lloramos más. Los altibajos de un proceso de divorcio son espantosos. Muy en el fondo, yo sabía que Dios la iba a sacar de eso. Pero en ocasiones, lo veía tan lejos. Dentro de mí, en más de una ocasión le preguntaba a Dios, ¿cuándo va a superar este dolor?
                                                   
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Mi amiga Antonieta no paraba de llorar luego de saber que su esposo, mi amigo también, no había ganado una elección municipal en la que participó. Creo que llegamos hasta la madrugada escuchándola, llorando con ella, frustrándonos por no poder responder sus preguntas: ¿por qué Dios no lo respaldó si es Su hijo? ¿por qué todas las señales que le pedimos se cumplieron y al final no lo logramos? ¿no sirvió de nada todo el sacrificio que hicimos como familia? ¿cómo puedo apoyarlo ahora? 

Para ser honesta, yo también tenía las mismas preguntas...¿por qué Dios lo llevó hasta ahí si la meta no se lograría?


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Hace varios años, escuché literalmente gemir a mi iglesia, por la terrible noticia que nos habían dado: nuestra pastora tenía Linfoma Hodgkin en etapa avanzada. Todo fue muy repentino. Había que iniciar el tratamiento de inmediato y los pronósticos no eran tan buenos. 

Creo que lo que más nos dolía era pensar en el dolor de nuestro pastor. Sabíamos que ella no la estaba pasando bien; pero era tan evidente la carga que él llevaba. 

Supongo que nunca nuestra iglesia estuvo tan unida como en esos meses. Era un dolor colectivo.

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Después de la ofensiva guerrillera en nuestro país, mi tío "Mincho", decidió arriesgarse e irse ilegalmente a Estados Unidos. Acá el panorama era desesperanzador: corría riesgo por ser un joven que podían reclutar en cualquiera de los bandos que estaban en guerra, no había trabajo para él, su papá nunca se hizo responsable y mi abuelita no tenía dinero para apoyarlo.

Yo era aún una niña, pero recuerdo que le dije a una vecinita que se iba a ir mi mejor tío. Y era cierto, él era el más cercano, el que más nos había cuidado, en el que más se apoyaban mis papás, con el que más jugábamos mis hermanos y yo.

Recuerdo las semanas de angustia que la familia vivió en esa espera que se hace eterna, para tener reportes de él, imaginando lo peor, añorando una sola llamada suya. Vi a mi mamá y a mi abuelita muy afligidas. Era difícil separarse de alguien a quien amábamos y sobre todo en esas circunstancias.

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El dolor está presente en nuestras vidas. Seríamos unos ilusos si creyéramos que no vamos a sufrir. Pero hay ciertos momentos de la vida donde parece que todo acabó, que no hay salida, que va a ser imposible seguir con ese dolor que aprieta el pecho. El tiempo no pasa tan rápido como quisiéramos, apenas y encontramos la fuerza para levantarnos cada mañana, nuestra mente está tan llena de preguntas que nadie, incluso el mismo Dios, nos responde. 

Has leído historias reales en donde el dolor hizo su aparición y se quedó más tiempo del que se deseaba. 

Pero, espera...hay más que contar.

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Después de no querer despertar y enfrentar ni siquiera el siguiente día, han pasado ocho años y mi mamá está muy fortalecida. No le gusta que la llamen "viuda"; no porque está en negación, si no, porque creo que sabe que Dios la sigue sosteniendo y en realidad no está sola.

Ahora, ella es independiente económicamente y la hemos visto crecer en su fe en Dios. Atravesar el desierto fue extremadamente doloroso. Siguen habiendo momentos duros; pero el Señor ya le dio suficientes muestras que Su promesa de no dejarla es una realidad.

Debo decir también que después de la muerte de mi papá, dos familiares que no habían querido nada con Dios, se acercaron a Él. Uno de ellos incluso, se convirtió en pastor. 

¿Valió la pena la muerte de mi papá y el dolor que eso trajo? Sin dudar, respondo que si.

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Dios trajo a la vida de María un hombre nacido de nuevo, que pone a Dios como primer lugar. No ocurrió de la noche a la mañana, ella tuvo que atravesar un proceso de restauración en el que se reparó su propia relación con Dios primeramente. Fuimos testigos de todas esas etapas, vimos su transformación, su crecimiento y su dependencia constante del Señor. Y después de un tiempo, cuando estuvo lista, desde el cielo le mandaron la cereza del pastel. 

Ahora tiene un sólido matrimonio, dos hijos preciosos y sirve activamente con su esposo en su iglesia.

¿Fue productivo el dolor que atravesó? Estoy segura que ella diría que si.
(ESPERANZA: Aguanta. El dolor termina)

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Creo que ahora ya puedo responder a la mayoría de las preguntas que Antonieta hizo esa noche triste. Tengo claro que sencillamente ganar esa elección no era el plan de Dios para sus vidas. Ahora, veo que el deseo de Dios era bendecirles, prosperarles, darles muchas cosas duraderas, no cosas temporales que se acaban con un período de gobierno. Los he visto lograr cosas que quizá nunca imaginaron. Además, Dios quería que sus dos niños tuvieran a sus papás sin limitaciones de tiempo. Y obviamente ahorrarles los problemas propios que estar en un cargo público conlleva.

¿Fue valioso ese dolor temporal? Confío en que ella respondería que si.

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Para gloria de Dios, nuestra pastora sigue con nosotros. Después de una década, los doctores siguen declarándola limpia de cáncer. 

En varias ocasiones, cuando ha dado su testimonio a la iglesia, la he escuchado decir, que esa prueba fue necesaria para que dependiera más de Dios y para crecer en su fe en Él. 

En lo personal, creo que ella confirmó que también había un llamado al ministerio para su vida, que no sólo era un llamado para su esposo. Igualmente, creo que la congregación es consolada en tiempos de prueba, porque han visto la mano de Dios en la vida de sus pastores.

¿El presente es digno del dolor del pasado? Definitivamente que si.

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Mi tío llegó a Estados Unidos como "mojado", sano y salvo gracias a Dios. En una llamada él le confesó algo a mi mamá: el día que salió de mi casa para emprender ese viaje tan arriesgado, estando a solas, se arrodilló junto a la cama y recibió a Cristo como su Salvador personal. Él hizo un trato con Dios, por así decirlo.

Ahora, vive en ese país y le va muy bien. Tiene una preciosa familia. Pero lo que quiero destacar, es que ama a Dios con todo su corazón y desde que salió de mi país, no se ha apartado de Él.

Estoy segura que el dolor de la separación era necesario porque Dios sabía que era la única forma de que mi tío le conociera verdaderamente.

¿El dolor de esa decisión dio frutos? Ahora podemos afirmar que sí.

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¿Qué te produce dolor actualmente? No te preocupes si te sientes estancado, si no ves solución posible, si crees que Dios no va a responder...todo eso va a pasar.

Sé que no es fácil ahora, pero créeme cuando te digo que tu dolor va a disminuir y un día incluso desaparecerá. Dejarás de llorar amargamente, dejarás de cuestionar a Dios, dejarás de querer morirte. Vas a volver a reír a carcajadas, vas a volver a divertirte, vas a volver a amar y ser amado, vas a volver a hallar sentido al mundo.

Puedes llorar todo lo que desees por ahora, grita, patalea si quieres...pero quiero que sepas que sí sanarás, que el tiempo ayudará, que el plan de Dios para tu vida sobrepasa abismalmente tu dolor presente.

Yo estuve ahí y puedo prometerte, que ese dolor que crees que nunca superarás, se convertirá en un precioso testimonio de lo fuerte que eres en el futuro y cuando te pregunten si valió la pena que doliera tanto, responderás con un rotundo SI.

"Ustedes no han pasado por ninguna prueba que no sea humanamente soportable. Y pueden ustedes confiar en Dios, que no los dejará sufrir pruebas más duras de lo que pueden soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan soportarla." 1 Corintios 10:13 DHH

"Yo les daré consuelo: convertiré su llanto en alegría, y les daré una alegría mayor que su dolor" Jeremías 31:13 DHH

"Yo sé lo que estoy haciendo. Tengo todo planeado-planes para cuidarte, no para abandonarte, planes para darte el futuro que esperas." Jeremías 29:11 (The Message Version- Traducción Personal)