lunes, 28 de septiembre de 2020

Resistiendo al llamado de Dios

En el 2018 estuve desempleada. Hice una búsqueda intensiva para encontrar un trabajo. Por la gracia de Dios, tengo dos títulos académicos y decidí que quería trabajar en algo más relacionado con mi carrera de Administración de Empresas; después de haber pasado años en el área educativa.

Perdí la cuenta del número de entrevistas a las que fui, las plazas a las que apliqué y las razones que me di a mí misma y a otros para buscar espacio en esa área laboral.


Después de varios meses de frustraciones, Dios me hizo entender que estaba buscando mal, que debía escudriñar cuál era mi verdadera pasión y mi llamado; y que hacia allí debía encaminarme. No fue fácil, me resistía; me atraía ser exitosa en una corporación muy importante, tener nuevas metas y hasta quería vestirme de forma diferente para ir al trabajo.


Pero con dolor de por medio, reconocí cuál era la voluntad del Señor para mí y Él se encargó de mover las piezas y ajustar las circunstancias y volví a hacer lo que Él quiere: enseñar. Tuve la oportunidad de estar de nuevo en las aulas, cercana a los niños, dándome cuenta de primera mano de sus dificultades y solo puedo decir que lo amé. Muchas mañanas sentada en un escritorio, con montones de tareas y libros que revisar, Dios me recordaba cuál era Su propósito para esta temporada de mi vida. Cuando alguno de los chicos me compartía sus necesidades o problemas muy serios en casa, el Espíritu Santo parecía hablarme y decirme: para esto te traje de regreso a enseñar.


Hoy en día, mientras la labor educativa enfrenta muchísimos desafíos, sigo pensando que el Señor ha querido tenerme haciendo esto. Y nuevamente, cuando mi corazón quiere desviarse a perseguir otros logros, Él me recuerda aquella temporada en la que me sentí a la deriva, cuando forcejeé y puse resistencia, queriendo usar mis habilidades para algo distinto a lo que Él diseñó para mí.

Por eso, si actualmente estás luchando con decidir el rumbo que tu vida debe tomar, te invito a hacer algo de esto:


1. Ir con honestidad en oración y consultar con Dios si estás yendo en la dirección correcta o si estás encaminando todos tus dones y tus talentos hacia el lugar que Él sueña para ti (Salmo 32:8, Proverbios 16:1). No esperes recibir una respuesta inmediata, en ocasiones es necesario orar por algún tiempo esta petición hasta que el Señor transforma nuestro corazón y nos persuade a seguir lo que Él desea.


2. Analiza en oración y a la luz de la Palabra qué motivaciones hay detrás de esos cambios que quieres traer a tu vida (Salmo 19:12): ¿te sientes atrapado en una rutina? ¿quieres ganar más dinero? ¿quieres reconocimiento o estatus? ¿no te quieres sentir estancado al compararte con tus contemporáneos? ¿es tu ego el que necesita ir a "otro nivel"?


3. Considera conversar con un líder maduro que te conozca lo suficiente como para decirte la verdad, aunque eso te incomode. En mi caso, Dios usó a un par de personas para llamar mi atención y cuestionarme sobre lo que deseaba versus lo que el Señor me había llamado a hacer.


4. Responde: ¿Qué te apasiona? ¿Qué es aquello que puedes pasar haciendo por horas y no te pesa hacerlo? ¿Qué disfrutas hacer? ¿Qué conmueve tu corazón y te hace querer ayudar? ¿Qué grupo de personas (niños, ancianos, mujeres maltratadas, madres solteras, viudas, personas con discapacidad, etc.) produce una carga en tu vida? ¿Para qué eres bueno (dones y talentos)? 

Te pido que respondas esto, pues son preguntas clave que pueden ayudarte a identificar si estás haciendo lo que Dios te ha llamado a hacer, o si es necesario dirigirte en otra dirección.


5. Asegúrate de tener paz. En mi experiencia y la de otras personas cercanas a mí; que han tomado decisiones temerarias por seguir el llamado de Dios a sus vidas; puedo comprobar que cuando te decides por lo mismo que el Señor desea, llega Su paz. Es inexplicable, pero aún cuando ganes menos salario, aún cuando renuncies a un título, aún cuando parece que te degradas o renuncias a tu felicidad, tu alma tiene paz al saberse dentro de la misma voluntad del Señor.


6. De ser necesario, pide a una o dos personas de tu entera confianza que oren por ti en ese proceso.


Siempre he temido envejecer y ver hacia atrás en mi vida y descubrir que desperdicié mis años haciendo algo diferente a lo que Dios quería. Pero ese año de desierto fue usado por el Señor para afirmar mi llamado y reiterar mi compromiso a servirle en lo que hago; ya sea detrás de un escritorio, calificando exámenes, grabando video clases, contando historias para los niños de la iglesia, animando a otros docentes, escribiendo notas a los padres o simplemente escuchando las ocurrencias de los chicos. Hoy por hoy, es lo que mi Dios me ha llamado a hacer/ser y la certeza de que estoy obedeciéndole supera cualquiera de mis dudas.


Antes de tomar un rumbo diferente, por favor, asegúrate de que es lo que tu Padre Celestial quiere.


"Podemos hacer nuestros propios planes, pero la respuesta correcta viene del Señor. La gente puede considerarse pura según su propia opinión, pero el Señor examina sus intenciones. Pon todo lo que hagas en manos del Señor, y tus planes tendrán éxito" Proverbios 16:1-3 NTV

sábado, 19 de septiembre de 2020

Para Una Mujer Que Se Pregunta Si Todavía Puede Tener Esperanza

Pocas veces he hecho esto, pero en esta ocasión quiero compartir algo que está en mi diario de oración. Tengo el fuerte impulso de hacerlo, por todas aquellas mujeres que hoy día, por la razón que sea, se sienten solas, abandonadas, sin rumbo, dolidas o tristes. Lean y que Dios hable de la manera exacta que sus corazones lo necesitan.


(8 de Septiembre, 2020)

¿Todavía puedo tener esperanza? ("Aún llenará tu boca de risa, y tus labios de júbilo." Job 8:20)


El Señor no ha acabado Su obra, en el nombre de Jesús, tendremos nuevas razones para reír, para celebrar. Voy a hablar, voy a cantar con gozo. Dios es bueno y veré aún más manifestaciones de esa bondad. Veré a mi mami reír con gozo de nuevo. Levantarás esa "nube gris invisible" que parece que no se va. Esa tristecita silenciosa, ese dolorcito, esa frustración, esa desesperanza, esa oscuridad...llévatela Padre. En mi mami y en mí, y en cualquier persona que se sienta como nosotras.


Que esto acabe Señor, que las marcas que la viudez, las relaciones rotas o la pérdida hayan dejado en nuestra alma, sean quitadas Padre. Sánanos, límpianos, restáuranos. Danos esperanza, danos fe, danos propósito, danos visión.


Yo no quiero que pasen los días y los años solo por pasar y para ir tachándolos; quiero tener rumbo, tener propósito, tener algo por lo cual levantarme cada mañana, motivada, sabiendo que es lo que Tú quieres para nosotras. Llévate ese despropósito, llévate esa sensación de solo ir pasándola.


Me rehúso a vivir así, solo por vivir. Quiero hacer algo más, quiero crecer, quiero prosperar; pero también quiero servirte, quiero que me uses. Por ahora me siento amarrada, tan sin sentido...


Pero pongo en Tus manos esos sueños, esos anhelos rotos, suspendidos, pisoteados...Todo lo que no pudo durar, todo lo que se destruyó, todo lo que arruiné, todo lo que no se llevó a cabo, todo lo que nunca ocurrirá.

Esa mañana, terminé de escribir lo anterior y uno de los versículos que tengo en mi cuarto llamó mi atención; así que el Señor me llevó a Su Palabra. Jeremías 31.


"Hace tiempo el Señor le dijo a Israel (Dome): Yo te he amado, pueblo mío, con un amor eterno. Con amor inagotable te acerqué a Mí.         Yo te reedificaré, mi virgen Israel (Dome). Volverás a ser feliz y con alegría danzarás con las panderetas.


De nuevo plantarás tus viñedos sobre las montañas de Samaria (tu tierra) y allí comerás de tus propios huertos.


Por sus rostros correrán lágrimas de alegría, y con mucho cuidado los guiaré a casa. Caminarán junto a arroyos quietos y por caminos llanos donde no tropezarán. Pues soy el padre de Israel (Dome).          El Señor que dispersó a Su pueblo,  lo reunirá y lo cuidará como hace un pastor con su rebaño.


Vendrán a su tierra y entonarán canciones de alegría en las alturas de Jerusalén. Estarán radiantes debido a los buenos regalos del Señor: abundancia de grano, vino nuevo y aceite de oliva, y los rebaños y las manadas saludables. Su vida será como un jardín bien regado y desaparecerán todas sus tristezas.


Las jóvenes danzarán de alegría y los hombres-jóvenes y viejos-se unirán a la celebración. Convertiré su duelo en alegría.


Pero ahora esto dice el Señor: No llores más, porque te recompensaré-dice el Señor-. Tus hijos volverán a ti desde la tierra lejana del enemigo. Hay esperanza para tu futuro -dice el Señor-. Tus hijos volverán a su propia tierra.


¿No es aún Israel (Dome) mi hija, mi hija querida?-dice el Señor. A menudo tengo que castigarla (taann cierto!) pero aún así la amo. Por eso mi corazón la anhela y ciertamente le tendré misericordia." Jeremías 31:3-5, 9, 10b, 12-13, 16-17, 20 NTV      


                   

No tengo que decir cuánto lloré. Tenía ratos de no sentir como el Señor me hablaba así de directo y de inmediato a través de Su Palabra. Cada letra saltaba a mis ojos y estaba segura que era para mí. El mismo Dios que hace muchísimos años profetizó a través de Jeremías y dio esperanza a Su pueblo en cautiverio, es el Dios que estaba en mi cuarto trayendo el consuelo que mi alma necesitaba en el instante preciso.


 Así que, estimada mujer; si recientemente te has preguntado ¿todavía puedo tener esperanza? Estás leyendo tu respuesta.


Pronto vamos a ser reedificadas, conoceremos una restauración permanente y los años de duelo o pena quedarán atrás.     


sábado, 12 de septiembre de 2020

¿HABLARLE A MI ALMA?

Suelo hablar conmigo todo el tiempo. Me comento cosas como: “¡qué pena!”, “¿qué acabas de hacer?”, “tranquila, relájate, no perdás el control”, “¿qué tal si haces esto o aquello?”, etc. Es más, hasta me río de mí…¡conmigo! Si la gente pudiera escuchar todo lo que hablo conmigo misma, seguro no volverían a acercarse.


Recientemente, Dios me ha estado invitando a hablarle no solamente a Él, sino también a mi alma. Lo he escuchado de diversas fuentes y no entendía bien a qué se referían. Pero como soy aficionada al libro de los Salmos, me he dado cuenta de cómo el rey David y otros autores recurrían continuamente a esta práctica:


"Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de Él es mi esperanza" Salmo 62:5

"Bendice alma mía a Jehová y no olvides ninguno de Sus beneficios" Salmo 103:2


Si haces un recorrido por los Salmos, notarás cuantas veces y en cuantas diferentes circunstancias, los salmistas aconsejaban a sus propias almas a confiar en Dios, a esperar en Él, a no desesperarse, a recordar Sus promesas y a persistir con fe.

En tiempos de incertidumbre como los que vive el mundo actualmente, creo que todos necesitamos aprender a hablarle a nuestra alma. Por supuesto debemos hablar con el Señor y depender de Él. Pero muchas situaciones de nuestra vida requieren que nos recordemos a nosotros mismos, a esa parte inquieta y ansiosa de nuestro ser, todas las bondades y promesas del Señor.


"Aguarda a Jehová; Esfuérzarte y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová." Salmo 27:14

"¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío." Salmo 43:5


Durante estos meses tan extraños que hemos vivido, me he descubierto a mí misma dando cabida a pensamientos de angustia y de preocupación; he dejado que mi corazón se llene de miedo y mi mente, de muchos "¿y qué si's?". Pero he encontrado que debo volver a la Palabra cada vez y hablarme a mí misma para recordarme todo lo que el Señor es y me ha prometido.


"Vuelve, oh alma mía, a tu reposo. Porque Jehová te ha hecho bien" Salmo 116:7

" Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor, no hay para mí bien fuera de Ti" Salmo 16:2


Hay días en los que termino exhausta, cargada y de mal humor; y muchas veces concluyo que es porque dejé que mi alma se acelerara fijándose en cada circunstancia alrededor, en lugar de detenerse a contemplar al Señor y a recordar Su verdad.


En ocasiones parece que necesito tranquilizarme como a un bebé y decirme:


Sshh, sshh, tranquila, respira.

Sshh, sshh, descansa, confía.

Sshh, sshh, míralo a Él.

Sshh, sshh, suelta las preguntas.

Sshh, sshh, esto también pasará (2 Corintios 4:17)

Sshh, sshh, Él sigue sentado en el trono (Apocalipsis 7:10)

Sshh, sshh, Sus planes siguen siendo buenos (Jeremías 29:11, Romanos 8:28)}

Sshh, sshh, Sus promesas son Verdad.


¿Qué necesitas recordarle a tu alma hoy? Tómate unos minutos y aconseja a tu propio corazón a recordar en Quien ha confiado.