viernes, 15 de mayo de 2020

Cuarentena Parte 3: Confrontación y Arrepentimiento

Nadie imaginaba la dimensión de todo esto. Ni las naciones más poderosas, ni las organizaciones más influyentes. Sólo lo sabía nuestro soberano Dios. Y henos aquí, con la vida detenida en muchos sentidos, con una pausa obligada, con incertidumbre, con cansancio emocional extremo, observando con incredulidad lo que ocurre.

Estando en cuarentena en un centro de contención le pregunté muchas veces al Señor cuál era Su propósito, pero casi siempre lo hice pensando individualmente. ¿Cuál es tu propósito para mí? Sin embargo, estando en casa, adoptando una nueva rutina, Dios me ha mostrado que debo dejar de fijarme únicamente en mi vida. Sí, hay muchas áreas que necesitan confesión y perdón; pero también debía empezar a clamar por mis seres queridos, por mi iglesia, por mi país, por el mundo.


"¡Las naciones se encuentran en un caos, y sus reinos se desmoronan! ¡Quédense quietos y sepan que yo soy Dios! Toda nación me honrará. Seré honrado en el mundo entero." Salmo 46:6,10. NTV

Estoy convencida que este es un trato del Señor con todos, a nivel personal y a nivel global. 

Muchas veces oré diciéndole al Señor que se levantara de Su trono e hiciera algo definitivo con tanta maldad (violencia, aborto, depravación sexual, etc). Oré de esa manera porque en el fondo me sentía moralmente superior a esa gente "mala", y recientemente Él me recordó esa petición. Parece que me escuchó; se levantó de Su trono y está haciendo algo, pero con el mundo entero y eso me incluye.

Cada vez más el Señor me convence de la necesidad que nuestra tierra tenía de esto. Se nos ha olvidado que es Dios, Señor, Rey. Hemos vivido nuestra vida creyéndonos dueños y qué equivocados estábamos. 

"¿Quién como Jehová nuestro Dios, que se sienta en las alturas, que se humilla a mirar en el cielo y en la tierra? Él levanta del polvo al pobre, y al menesteroso alza del muladar" Salmo 113:5-7

Hemos guardado con recelo nuestras agendas, nuestras billeteras y hasta nuestros pecados; porque son cosas con las que nadie puede meterse. Hemos tenido una fe de plastilina, que se ha ido moldeando a la cultura, a las creencias actuales, aún a aquellas que ofenden la santidad de Dios (Isaías 61:3). Hemos dejado de llamar al pecado por su nombre. Hemos dejado de dolernos por el perdido y el necesitado (Salmo 41:1). Hemos dejado de amar la presencia del Señor, hemos buscado llenarnos con muchas otras cosas que en sí mismas pueden no ser malas, pero se convierten en ídolos cuando remplazan a nuestro Dios celoso (Éxodo 20:4-5). Y aún estando en una iglesia, nos enfocamos más en estar activos y servirle a Él sin pasar tiempo con Él.

No, no son nuestros gobiernos; este es Su plan providencial. Esta temporada de confinamiento es Su manera de llamar nuestra atención, de confrontarnos y por qué no decirlo, de disciplinarnos. Ya no quiere mi obediencia a medias, ya no quiere que elija Su voluntad a conveniencia, ya no quiere que evalúe lo bueno y lo malo bajo mi criterio; sino, bajo el Suyo. 

Quiere que mi corazón arda por Su presencia y por Su Palabra, quiere que mis pasiones lo honren a Él, quiere que le tema de forma reverente como el Santo de Israel (Salmo 89:18), quiere pulverizar mi ego, quiere que deje de creerme que puedo. La verdad es que no, no puedo; un virus puede matarme, así que no sé nada, no soy nadie; y Él es (Éxodo 3:14, Isaías 43:13) y lo puede TODO (Jeremías 32:27).


Sería un desperdicio espiritual que esta pandemia acabe y yo siga igual, y vuelva a la rutina que me absorbía, y de nuevo me cueste confesar mi pecado, y otra vez ignore lo que Él dice, y mis prioridades estén de cabeza como antes, y mi corazón se deleite en cosas vanas, y deje de darle toda la gloria porque dentro de mí creo que me merezco una parte de ella.

He sentido miedo del virus varias veces durante estos meses; pero ahora, el Señor me ha mostrado que debo temer concebirlo menos Santo de lo que es. Él se levantó de Su trono y es momento que callemos, nos arrepintamos y le devolvamos la gloria que le pertenece.


"Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos." Apocalipsis 5:13