sábado, 21 de noviembre de 2020

Pandemia: Inventario de Pérdidas

Me encanta el libro de Job. Lo he leído varias veces en mi vida, sobre todo en temporadas de mucho dolor y prueba. Durante esta pandemia volví a leerlo. He oído a líderes cristianos decir que Dios nos va a restaurar y restituir lo que perdimos -al doble-tal y como hizo con Job (42:10); y eso me ha inspirado y alentado.


Sin embargo, ahora creo que no siempre pasará así. Hay pérdidas que fueron permitidas por el Señor y que nunca serán restituidas, al menos, no de la forma literal que esperamos.


Esta pandemia nos produjo pérdidas a todos; de todo tipo y duración. Algunas han sido temporales: reducción del salario por unos meses, cierre momentáneo de un negocio, lejanía de gente que queremos; por mencionar algunas. Pero también han habido pérdidas permanentes: seres amados que murieron, amigos que emigraron y de los cuales no pudimos despedirnos, bienes materiales que se perdieron y sueños que tuvimos que dejar ir.


Hace unos días me sentía triste y desanimada y no sabía del todo porqué. Fue después de como tres días que el Señor me hizo sentir que podía hacer duelo con libertad por cualquier cosa tangible o intangible que lamentara haber perdido o que extrañaba. Decidí hacer un inventario de algunas de ellas y mientras escribía, empecé a llorar como niña; y fue cuando entendí que la voz del Espíritu Santo me había guiado. Él, que me conoce mejor y que sabe desenredar las emociones "entelarañadas" con las que vivo, sabía que necesitaba entregar mi duelo.


- Me entristece muchísimo haber terminado el año escolar sin poder ver y abrazar a mis estudiantes.

- Me duele no poder hacer planes de pasar la Navidad con toda mi familia.

- Extraño escribir un mensaje a alguna amiga cercana para ir por un café y ponernos al día con nuestras vidas.

- Extraño abrazar y besar a mis sobrinos sin temor.

- Extraño ir al parque al que solía ir a caminar.

- No me gusta ir a mi iglesia y sentir todo tan impersonal, sin poder acercarme para orar o conversar con alguien.

- Lamento que el campus en el que estaba sirviendo y que estaba dando muestras de crecimiento, no pueda reabrirse.

- Me frustra haber tenido que ajustar drásticamente el presupuesto familiar, por las consecuencias económicas que esta crisis ha generado.

- He hecho duelo por mi proyecto soñado (https://destellos7.blogspot.com/2020/07/cuarentena-parte-5-suenos-y-planes-rotos.html)


Éstas son solo algunas cosas que escribí en mi lista.


He empezado a aceptar que muchas cosas no volverán a ser como eran antes, aun cuando la pandemia termine. Dios no me ha garantizado que recibiré de nuevo todo lo que perdí. Y no quiero buscarle solo porque quiero que me devuelva lo que ya no tengo.


Más bien, quiero renovar mi fe y confiar en que aún cuando este año ha sido tan duro, Él es bueno y solo hace cosas buenas (Salmo 119:68). Aún cuando no reciba todo el tiempo, el dinero, las relaciones y los eventos que perdí; quiero seguir descansado en Su Providencia y dejar que sea mi porción (Salmo 73:26, Salmo 119:57, Lamentaciones 3:24), mi herencia (Salmo 16:5) y mi sustento (Salmo 55:22).


Sé que en Él siempre tendré esperanza (Romanos 15:13, Salmo 71:5); pero también sé que no todo será restaurado o renovado en esta vida. A pesar de ello, puedo seguir confiándole mi futuro incierto, mis preguntas sin respuesta, mis visiones nubladas, mis pedazos de sueños, mis metas frustradas, mis renuncias obligadas y mis manos que quedaron sin mucho que retener.


Traigamos el luto de nuestra alma a Sus pies y dejemos que nuestro Dueño y Creador nos consuele.


"Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo." Romanos 15:13 RVR60


"Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras" Salmo 73:28 RVR60