lunes, 31 de diciembre de 2018

2018: Mi Año "Puente"

Estaba tratando de pensar en lo más significativo del año para plasmarlo en un último blog.

Esta mañana desayuné con mi hermana y ella me confirmó de cierta manera mi sentir. Me expresó que considera que este había sido un "año puente" para mí. Y sí, ya no estoy donde estaba hace 12 meses. Eventos y circunstancias  permitidas por el Señor en Su soberanía sacudieron mi estabilidad. Ese puente por el que he caminado no es estático; para describirlo mejor, es de esos puentes colgantes que se sacuden con un viento fuerte o con los pasos de quienes lo transitan. 

Muchas veces he querido regresarme al punto de partida; otras, me he quedado paralizada por el temor a proseguir; algunas más, he pensado en tirarme al vacío sin importar lo que pase.

Pero lo cierto es que Dios ha estado ahí siempre, en cada paso hacia adelante, en cada paso hacia atrás, en cada silencio y soledad.

Ignoro la longitud del puente y también lo que hay del otro lado. Sigo allí, pasé todo el año sobre él y empiezo uno nuevo cruzándolo.

Quizás viviste un año similar, probablemente estás terminando el 2018 y sientes que algún área de tu vida- o toda ella- es como ese puente colgante.

Quiero compartir una de las porciones que más me sostuvo en ese camino en estos meses:

"Recordar mi sufrimiento y no tener hogar es tan amargo que no encuentro palabras.
Siempre tengo presente este terrible tiempo mientras me lamento por mi pérdida.
No obstante, AÚN ME ATREVO a tener esperanza cuando recuerdo lo siguiente:
¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana.
Me digo: «El Señor es mi herencia, por lo tanto, ¡esperaré en Él!» 
Lamentaciones 3:19‭-‬24

Finalizando el año y pensando todo lo que ha salido tan diferente a lo planeado; decido seguir creyendo...aún me atrevo a confiar mi camino en Sus manos, aún me atrevo a seguir atravesando ese puente colgante, aún me atrevo a creer que Sus planes son mejores que los míos, aún me atrevo a mantener la esperanza.

Cualquier cosa que el 2019 nos traiga, debes saber que Dios ya la conoce, a Él no le tomará por sorpresa. Atrévete a seguir creyendo. Cada una de las 365 mañanas que vas a vivir tendrás Sus misericordias garantizadas.

Pronto llegaremos al otro lado de ese puente. Confiemos juntos en lo que el nuevo año nos traerá. Confiemos en nuestro Papá. 

viernes, 14 de diciembre de 2018

La Realidad del Desempleo

El año 2018 ha sido difícil para mí en muchos sentidos, pero principalmente en el área económica y laboral.

Me encontré en situación de desempleo de forma inesperada. Tenía determinados planes que se supone se llevarían a cabo, pero como uno planea y la palabra final la tiene el Señor (Proverbios 16:1), las cosas no ocurrieron así.

La última vez que había estado sin empleo fue hace más de una década, recién graduada de la universidad y contando con el apoyo financiero de mi papá; pero ahora, siendo una mujer adulta, con compromisos serios que hay que pagar cada mes; el panorama se volvió muy complicado.

En medio de ese desierto le he preguntado al Señor cuál es Su propósito...para ser franca, sigo sin tenerlo totalmente claro, pero una de las cosas que aprendí es a tener empatía con la gente que como yo, está sin empleo. NADIE sabe lo que se siente hasta que está en esos zapatos. NADIE, por muy buenas intenciones que tenga, puede decirte: "hay que seguir orando, hay que seguir confiando" y pretender hacerte sentir bien, pues tu realidad llega cada 15 y cada 30 de mes, y aunque ores con todas tus fuerzas, sigues con los bolsillos y las cuentas de banco vacíos.

En este proceso he conocido mucha gente que está o ha estado en la misma situación. Es como si habláramos el mismo lenguaje. Dios me ha permitido estar más consciente de la dura realidad que hay en nuestro país y sensibilizarme un poco más. Esa dura situación que antes solo escuchaba de segunda mano, que leía de reojo en las noticias, pero que no me afectaba mayor cosa, pues yo daba por sentadas muchas bendiciones gracias al empleo que tenía.

La verdad es que mucha gente sufre en mi país por la falta de ingresos fijos. Hay jóvenes rogando por una oportunidad para adquirir la "experiencia" que paradójicamente se exige a sus cortos 20-22 años. Hay adultos mayores que siguen teniendo responsabilidades financieras y anhelan espacios laborales. Hay personas que como yo, ya no cumplimos el requisito de "no mayor de 35 años" y nos sentimos discriminados por ello. Hay empresas que no tienen la seriedad y el profesionalismo suficiente como para al menos darte las gracias por participar en sus procesos de reclutamiento y juegan con tus expectativas y necesidades dejándote sin información.

En fin, abrir los ojos ante la realidad nacional es necesario y parte de mi viaje en este año.


Pero también quiero resaltar que a través de este estado, he aprendido a depender del Señor como nunca antes. Él me ha enseñado que es un buen Padre y que Su fidelidad es real y algo que nunca va a faltarme.

Hoy por hoy puedo testificar que no me ha faltado nada. He luchado por mantenerme contenta con "tener suficiente comida y abrigo" (1 Timoteo 6:8). He visto el amor de Dios materializado a través de mi mamá, que me ha apoyado de una forma que solo las madres pueden hacerlo, cubriendo mis necesidades más importantes sin tener por qué. Han ocurrido "milagros" de provisión por medio de amigas que adoro y a las cuales no podré pagarles nunca (dicho sea de paso, Dios ha trabajado mi humildad para aceptar ayuda, porque me cuesta muchísimo). Aunque han habido problemas de salud generados por el estrés, Dios ha provisto para esos gastos. Incluso, he iniciado de forma un poco atropellada un pequeño negocio, que estoy segura no hubiera realizado, de encontrarme trabajando.

Es duro estar desempleado, durísimo...pero también es la plataforma ideal para experimentar a Dios como proveedor y sustentador, para entender lo que es vivir un día a la vez  (Mateo 6:34) y para comprobar que si buscas primero Su reino, las añadiduras vendrán (Mateo 6:33).

La pastora Aixa de López escribió esto en su blog y me impactó: "...Que nuestros hijos de vez en cuando nos oigan orar en la mesa por más que comida y las cosas que ven...'Señor, gracias por la cruz. Aún si en este momento no tuviéramos nada en la mesa, ni ropa ni techo o salud, por lo que hiciste en la cruz, te tendríamos para siempre y eso bastaría. Gracias'..."

¿Amo a Dios lo suficiente como para adorarle aun cuando no reciba un salario? ¿Confío en Él plenamente como para descansar sabiendo que de alguna manera se las arreglará para que no me falte lo básico? ¿Le conozco lo suficiente como para entender Quién es Él y que tenerlo es lo que realmente importa? ¿Valoro Su presencia tanto como para sentirme plena en Él? ¿Le creo a Sus promesas como para entregarle toooodooos mis afanes y preocupaciones? ¿Le he experimentado como Padre (Mateo 7:11) como para saber que simplemente porque me ama y soy hija Suya no me dejará ni me abandonará (Hebreos 13:5)? ¿Puedo entender que para Él es más importante mi santificación que mi satisfacción material?

Si, he sido confrontada este año, he descubierto cuán materialista soy, cuán desordenadas estaban mis prioridades, cuán poca fe tengo y todo lo que me falta para parecerme más a Él. Han habido momentos difíciles, en los cuales me he derrumbado dudando de la bondad y el amor del Señor, y en medio de esa oración ahogada en llanto, lo he sentido frente a mí y parece que todo lo que me recuerda es: "soy Tu Papá, sé cumplir muy bien con mi rol, se está haciendo a Mi manera, pero verás mi bondad y no vas a ser la misma cuando esto acabe....porque sí, va a acabar".


Sigo en el proceso, este año está a punto de terminar y no recibí la respuesta que esperaba. Sigo sin entender muchas cosas. 

Sin embargo, por eso decidí escribir esto, porque es importante para mí que este mensaje llegue a más personas que están sin empleo...ya sea que estés cerca de Dios o no, quiero que sepas que te entiendo, que a Dios sí le importa lo que estás pasando, que no estamos solos, que Él quiere que confiemos en que Su provisión llegará; a veces, solo está esperando pulirnos un poco, antes de abrir esa puerta que anhelamos.

No puedo garantizarte que en el 2019 estaremos en el trabajo de nuestros sueños, pero sí puedo asegurar que en la medida que dejemos que el Señor nos acompañe en esta prueba, le conoceremos, creceremos y aprenderemos cosas que no aprenderíamos de otra manera. Él sigue siendo bueno (Nahúm 1:7), Él sigue siendo fiel (Deuteronomio 7:9), Él sigue oyendo tus oraciones (Salmos 34:15), Él sigue cumpliendo promesas, Él sigue trabajando aunque haya silencio aparente, Él sigue haciendo milagros, Él continúa siendo el Dios de recursos ilimitados y respuestas creativas...sólo asegúrate de darle toda la gloria a Él cuando este desierto haya terminado...porque sí, va a terminar...



"Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová y me gozaré en el Dios de mi salvación" Habacuc 3:16-17

"Temed a Jehová, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen. Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien". Salmo 34:9-10