Estaba tratando de pensar en lo más significativo del año para plasmarlo en un último blog.
Esta mañana desayuné con mi hermana y ella me confirmó de cierta manera mi sentir. Me expresó que considera que este había sido un "año puente" para mí. Y sí, ya no estoy donde estaba hace 12 meses. Eventos y circunstancias permitidas por el Señor en Su soberanía sacudieron mi estabilidad. Ese puente por el que he caminado no es estático; para describirlo mejor, es de esos puentes colgantes que se sacuden con un viento fuerte o con los pasos de quienes lo transitan.
Muchas veces he querido regresarme al punto de partida; otras, me he quedado paralizada por el temor a proseguir; algunas más, he pensado en tirarme al vacío sin importar lo que pase.
Pero lo cierto es que Dios ha estado ahí siempre, en cada paso hacia adelante, en cada paso hacia atrás, en cada silencio y soledad.
Ignoro la longitud del puente y también lo que hay del otro lado. Sigo allí, pasé todo el año sobre él y empiezo uno nuevo cruzándolo.
Quizás viviste un año similar, probablemente estás terminando el 2018 y sientes que algún área de tu vida- o toda ella- es como ese puente colgante.
Quiero compartir una de las porciones que más me sostuvo en ese camino en estos meses:
"Recordar mi sufrimiento y no tener hogar es tan amargo que no encuentro palabras.
Siempre tengo presente este terrible tiempo mientras me lamento por mi pérdida.
No obstante, AÚN ME ATREVO a tener esperanza cuando recuerdo lo siguiente:
¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana.
Me digo: «El Señor es mi herencia, por lo tanto, ¡esperaré en Él!»
Siempre tengo presente este terrible tiempo mientras me lamento por mi pérdida.
No obstante, AÚN ME ATREVO a tener esperanza cuando recuerdo lo siguiente:
¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana.
Me digo: «El Señor es mi herencia, por lo tanto, ¡esperaré en Él!»
Lamentaciones 3:19-24
Finalizando el año y pensando todo lo que ha salido tan diferente a lo planeado; decido seguir creyendo...aún me atrevo a confiar mi camino en Sus manos, aún me atrevo a seguir atravesando ese puente colgante, aún me atrevo a creer que Sus planes son mejores que los míos, aún me atrevo a mantener la esperanza.
Cualquier cosa que el 2019 nos traiga, debes saber que Dios ya la conoce, a Él no le tomará por sorpresa. Atrévete a seguir creyendo. Cada una de las 365 mañanas que vas a vivir tendrás Sus misericordias garantizadas.
Pronto llegaremos al otro lado de ese puente. Confiemos juntos en lo que el nuevo año nos traerá. Confiemos en nuestro Papá.
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