miércoles, 28 de agosto de 2013

¿Cómo te llamas?

Hace un par de semanas asistí al concierto de la Orquesta Sinfónica Juvenil. Estuvo precioso. El teatro se llenó y como llegué justo a la hora, me tocó sentarme en primera fila. Unos minutos después vi entrar una pareja de señores mayores que tenían un poco de dificultad para caminar en el lugar a media luz. Inmediatamente reconocí a la pareja. Se trataba de la que fue la Directora del colegio en el que estudié mi educación básica y su esposo, un gran maestro en materia de música en nuestro país. Ellos también se sentaron en la primera fila.

Al terminar el concierto, pensé varias veces si era correcto que yo me acercara a saludar a la "Sra. Rhina". Y me detuve porque concluí que ella de todas maneras no se acordaría de mí. Cuando ya había tomado mis cosas para irme, decidí regresar y sin pensarlo mucho me acerqué a ella.

Mi sorpresa fue que ella al instante que me vio hizo una cara de asombro y me tomó las dos manos. Yo le dije: 

- Sra. Rhina quizá usted no se acuerde de mí, pero yo estudié en su colegio y....

- ¡Maeda!. Me gritó.


Yo me quedé boquiabierta porque no podía creer que ella recordara mi apellido. De inmediato empezó a preguntarme por cada uno de mis hermanos y por mi mamá. Yo rápidamente la puse al día con la vida de todos. Y ella seguía sosteniendo mis manos. 

Me despidió con una gran ternura y me pidió que saludara a toda mi familia.

Al salir de ahí me quedé pensado en la bonita sorpresa que me llevé. Ella realmente SABÍA quién era yo. Me identifió por mi apellido al menos. Considerando que trabajó más de 25 años en el colegio y que conoció a miles de familias, ella se ACORDABA de mí.

Creo que lo mismo pasa con Dios. No importa cuán alejados hayamos estado ni todo lo malo que podamos haber hecho. Quizá a la hora de necesitar su ayuda, dudemos en buscarle porque creemos que no nos va a escuchar o no nos va a ver como Sus hijos. Creo que si bien es cierto sabemos que Él todo lo sabe, dudamos que nos conozca tan íntimamente, sobre todo si hemos estado lejos.

En ocasiones, a pesar que creo que Dios es omnisciente, he pensado que quizá se ha olvidado de aquellas pláticas que un día tuvimos, de los sueños que tengo, de mis peticiones, etc. Pero una y otra vez, Él me ha demostrado que SABE quién soy, con todo lo malo, lo bueno y lo feo. Y se ACUERDA de mí todo el tiempo, aún si la he regado y he vivido épocas de mi vida alejada de Él.

Si has estado dudando en acercarte a Dios por la razón que sea, te animo a no posponerlo más y seguramente te vas a sorprender cuando lo único que encuentres será  una cara de alegría, ternura y sobre todo cuando estés tratando de justificarte o decir algo, te interrumpirá ese grito :"¡Dome!" (pon tu nombre aquí). En ese momento sabrás que el Dueño del Universo te conoce.

"¿Acaso puede una madre olvidar o dejar de amar a su hijo? Y aunque ella lo olvidara,
yo no me olvidaré de ti. Yo te llevo grabado como un tatuaje en mis manos, siempre tengo presentes tus murallas" Isaías 49:15-16




lunes, 19 de agosto de 2013

¿Amar demasiado?

A la mayoría de nosotros se nos enseñó que las cosas en exceso eran malas: no comas demasiado, no trabajes demasiado, no te canses demasiado, no descanses demasiado, no te enojes demasiado, etc, etc. Pero nunca fuimos enseñados que TODO lo que se da en demasía es contraproducente. Y cuando digo todo es TODO. Eso incluye los chocolates, la comida alta en grasa, las adicciones, el amor, el ejercicio, las dietas extremas...todo.

Si, leíste bien. Amar demasiado también es contraproducente. En mi caso personal, crecí en un ambiente cristiano en el que se hablaba del amor a Dios y el amor al prójimo todo el tiempo. De manera insconsciente recibí el mensaje distorsionado que debo amar a mi prójimo como Dios nos ama a nosotros, y debo amar con un amor sacrificial, así como Cristo...hasta el punto de morir crucificado si es necesario!!! (Es un extremo al que nadie ha llegado, pero sí se nos enseña eso!).
Existe la creencia que si realmente amamos a alguien debemos ser capaces de soportar todo, y vamos por la vida tragándonos un montón de dolor, sabiendo por dentro que algo anda mal, pero sin ser capaces de identificar qué es. Nos hacemos mucho daño en nombre del amor, dejamos que se anulen nuestros sentimientos, emociones, metas y sueños, con tal que la otra persona si cumpla los suyos. Postergamos hacer aquello que nos hace sentir bien, pero dejamos que la otra persona haga lo que le hace sentir bien, aunque eso nos desplace.

Principalmente las mujeres podemos pasar años al lado de alguien que no nos ama y no nos valora lo suficiente, únicamente por aquella minúscula esperanza interna que nos dice: "ya va a cambiar", "es mi culpa, si yo mejoro eso, él va a cambiar", "si lo dejo de molestar y le dejo de exigir se va a quedar conmigo", "si sigo orando, Dios va a hacerlo cambiar", "lo amo, no puedo vivir sin él", "es el papá de mis hijos, ¿qué más puedo hacer?".

No creo que sea la voluntad de Dios que una mujer esté al lado de alguien que no la ama y eclipse su vida sólo por complacer a esa persona. El amor cristiano es más que eso. De hecho, la Biblia dice "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22:39). Creo que muchas mujeres (esposas, novias, madres, hijas, etc.) nos hemos quedado con la primera parte de esa porción. Nos hemos desbordado en amor sacrificial por ese ser amado, hemos aguantado lo inimaginable, hemos disculpado y justificado lo malo que hacen, hemos hecho cosas que juramos no hacer, hemos dejado de vivir por ellos, y el dolor sigue estando ahí y la felicidad no aparece por ningún lado. Pero eso es porque se nos ha olvidado la segunda parte "...COMO A TI MISMA". 

¿Te das cuenta? ¡¡Esa es la voluntad de Dios!! Claro, puedes amar a alguien, debes hacerlo, pero nunca amarle más de lo que te amas a ti. Si pusieras es una balanza la forma y la intensidad en que amas a "esa persona" y la forma e intensidad en que te amas a ti, ¿qué ocurriría? ¿Habría un equilibrio o se inclinaría de forma desproporcionada hacia esa persona?

Si estás envuelta en una relación en la que amas demasiado, quizá es tiempo de buscar ayuda. Quizá es tiempo de empezar a amarte más de lo que lo has hecho. Recuerda que ese mandamiento bíblico tiene dos partes: no estarás apta para amar a nadie de la manera que Dios quiere que lo hagas, hasta que te convenzas que mereces ser amada de esa manera también.

Todo lo que se da en demasía es dañino. Deja de dañar tu corazón.

"Pueblo de Israel, siempre te he amado, siempre te he sido fiel. Por eso nunca dejaré de tratarte con bondad. Volveré a reconstruirte, y volverás a danzar alegremente" Jeremías 31:3 (TLA)

Puedes escribir a destellosblog@gmail.com si deseas saber más de este tema 

miércoles, 7 de agosto de 2013

El Poder del Agradecimiento

Suena fácil, pero hacerlo es otra cosa. Y hacerlo con buena actitud es un verdadero reto. Debo decir que es un tema en el que estoy aprendiendo mucho, y creo que pasarán los años sin que deje de necesitar hacerlo.

Pasé las vacaciones en Guatemala. Es un lindo país. Pero hay una cosa que realmente prueba la paciencia: el tráfico. Literalmente se pueden pasar horas manejando. Los niños pueden dormir plácidamente en los carros porque tienen el tiempo para hacerlo. Los adultos pueden contestar llamadas, enviar correos o mensajes, porque por momentos simplemente están detenidos en las colas inmensas. Los que no estamos acostumbrados a esto, realmente sufrimos!


Comencé a agradecer por el tráfico que tenemos en El Salvador. En serio, no tenemos nada por qué quejarnos. Aquí casi nadie tiene que salir de madrugada de su casa para llegar a tiempo al trabajo. Los sábados nos podemos desplazar sin mayor contratiempo, y los domingos ni se diga. A menos que una calle esté siendo reparada o haya un accidente, no surgen mayores atrasos.

Otra cosa por la que agradecí es algo tan sencillo como tener agua caliente para bañarme. Por el clima de Guatemala, no saben lo delicioso que es bañarse con agüita caliente.

Recordé algo que leí recientemente sobre el poder de agradecer aún por las pequeñas cosas. Los seres humanos damos por sentadas un montón de cosas que siempre hemos tenido: comida, techo, transporte, amigos, familia, trabajo, dinero para salir a divertirnos, las dos manos, nuestro cabello, salud, ropa, zapatos, etc.
¿Pero qué pasaría si de pronto una de esas cosas nos fuese quitada? Por ejemplo, ¿qué tal si despertamos una mañana y una  parte de nuestro cuerpo no puede moverse? ¿y si de pronto sólo te quedan dos camisas y un par de zapatos y no puedes comprar más? Sé que son cosas extremas, pero sirve pensar en eso para que surja en nosotros el verdadero agradecimiento.

Quizá estamos tan acostumbrados a tener tantas cosas que perdemos de vista el poder que el agradecimiento contiene. Empieza a probarlo. Elige un día y desde que te despiertes comienza a agradecer por cada cosa que pase o que tengas ese día: gracias por mi cama, por mi casa, mi familia, mi ducha, mi ropa, mis zapatos, mi perro, mi carro, mi dinero para pagar el bus, mi trabajo, mi café, mi comida, mi teléfono, mis compañeros de trabajo, mi televisión, mi computadora, mis amigos, etc, etc.

Al inicio sentirás raro porque no es algo que hagamos con frecuencia, pero vas a ver que poco a poco es más fácil. Si es necesario, fuérzate un poquito a hacerlo, pero a medida lo hagas, ya vas a ver que te comenzarás a fijar en otras cosas que antes no agradecías.

Dios sin duda se complace en que Sus hijos le agradezcan por todo lo que nos da. Y quién sabe, probablemente te empiece a bendecir más o lleguen bendiciones que has estado esperando por algún tiempo. El agradecimiento tiene el poder de arrebatar varios "SI" del cielo. ¿Qué papá no se va a complacer si su hijo/a le agradece por todo lo que le da?

Ah! Y la próxima vez que estés en medio del tráfico, recuerda que hay lugares donde es mucho peor!

"Den gracias a Dios por todo" 1 Tesalonicenses 5:18 (DHH)