Suena fácil, pero hacerlo es otra cosa. Y hacerlo con buena actitud es un verdadero reto. Debo decir que es un tema en el que estoy aprendiendo mucho, y creo que pasarán los años sin que deje de necesitar hacerlo.
Pasé las vacaciones en Guatemala. Es un lindo país. Pero hay una cosa que realmente prueba la paciencia: el tráfico. Literalmente se pueden pasar horas manejando. Los niños pueden dormir plácidamente en los carros porque tienen el tiempo para hacerlo. Los adultos pueden contestar llamadas, enviar correos o mensajes, porque por momentos simplemente están detenidos en las colas inmensas. Los que no estamos acostumbrados a esto, realmente sufrimos!
Comencé a agradecer por el tráfico que tenemos en El Salvador. En serio, no tenemos nada por qué quejarnos. Aquí casi nadie tiene que salir de madrugada de su casa para llegar a tiempo al trabajo. Los sábados nos podemos desplazar sin mayor contratiempo, y los domingos ni se diga. A menos que una calle esté siendo reparada o haya un accidente, no surgen mayores atrasos.
Otra cosa por la que agradecí es algo tan sencillo como tener agua caliente para bañarme. Por el clima de Guatemala, no saben lo delicioso que es bañarse con agüita caliente.
Recordé algo que leí recientemente sobre el poder de agradecer aún por las pequeñas cosas. Los seres humanos damos por sentadas un montón de cosas que siempre hemos tenido: comida, techo, transporte, amigos, familia, trabajo, dinero para salir a divertirnos, las dos manos, nuestro cabello, salud, ropa, zapatos, etc.
¿Pero qué pasaría si de pronto una de esas cosas nos fuese quitada? Por ejemplo, ¿qué tal si despertamos una mañana y una parte de nuestro cuerpo no puede moverse? ¿y si de pronto sólo te quedan dos camisas y un par de zapatos y no puedes comprar más? Sé que son cosas extremas, pero sirve pensar en eso para que surja en nosotros el verdadero agradecimiento.
Quizá estamos tan acostumbrados a tener tantas cosas que perdemos de vista el poder que el agradecimiento contiene. Empieza a probarlo. Elige un día y desde que te despiertes comienza a agradecer por cada cosa que pase o que tengas ese día: gracias por mi cama, por mi casa, mi familia, mi ducha, mi ropa, mis zapatos, mi perro, mi carro, mi dinero para pagar el bus, mi trabajo, mi café, mi comida, mi teléfono, mis compañeros de trabajo, mi televisión, mi computadora, mis amigos, etc, etc.
Al inicio sentirás raro porque no es algo que hagamos con frecuencia, pero vas a ver que poco a poco es más fácil. Si es necesario, fuérzate un poquito a hacerlo, pero a medida lo hagas, ya vas a ver que te comenzarás a fijar en otras cosas que antes no agradecías.
Dios sin duda se complace en que Sus hijos le agradezcan por todo lo que nos da. Y quién sabe, probablemente te empiece a bendecir más o lleguen bendiciones que has estado esperando por algún tiempo. El agradecimiento tiene el poder de arrebatar varios "SI" del cielo. ¿Qué papá no se va a complacer si su hijo/a le agradece por todo lo que le da?
Ah! Y la próxima vez que estés en medio del tráfico, recuerda que hay lugares donde es mucho peor!
"Den gracias a Dios por todo" 1 Tesalonicenses 5:18 (DHH)
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