A la mayoría de nosotros se nos enseñó que las cosas en exceso eran malas: no comas demasiado, no trabajes demasiado, no te canses demasiado, no descanses demasiado, no te enojes demasiado, etc, etc. Pero nunca fuimos enseñados que TODO lo que se da en demasía es contraproducente. Y cuando digo todo es TODO. Eso incluye los chocolates, la comida alta en grasa, las adicciones, el amor, el ejercicio, las dietas extremas...todo.
Si, leíste bien. Amar demasiado también es contraproducente. En mi caso personal, crecí en un ambiente cristiano en el que se hablaba del amor a Dios y el amor al prójimo todo el tiempo. De manera insconsciente recibí el mensaje distorsionado que debo amar a mi prójimo como Dios nos ama a nosotros, y debo amar con un amor sacrificial, así como Cristo...hasta el punto de morir crucificado si es necesario!!! (Es un extremo al que nadie ha llegado, pero sí se nos enseña eso!).
Existe la creencia que si realmente amamos a alguien debemos ser capaces de soportar todo, y vamos por la vida tragándonos un montón de dolor, sabiendo por dentro que algo anda mal, pero sin ser capaces de identificar qué es. Nos hacemos mucho daño en nombre del amor, dejamos que se anulen nuestros sentimientos, emociones, metas y sueños, con tal que la otra persona si cumpla los suyos. Postergamos hacer aquello que nos hace sentir bien, pero dejamos que la otra persona haga lo que le hace sentir bien, aunque eso nos desplace.
Principalmente las mujeres podemos pasar años al lado de alguien que no nos ama y no nos valora lo suficiente, únicamente por aquella minúscula esperanza interna que nos dice: "ya va a cambiar", "es mi culpa, si yo mejoro eso, él va a cambiar", "si lo dejo de molestar y le dejo de exigir se va a quedar conmigo", "si sigo orando, Dios va a hacerlo cambiar", "lo amo, no puedo vivir sin él", "es el papá de mis hijos, ¿qué más puedo hacer?".
No creo que sea la voluntad de Dios que una mujer esté al lado de alguien que no la ama y eclipse su vida sólo por complacer a esa persona. El amor cristiano es más que eso. De hecho, la Biblia dice "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22:39). Creo que muchas mujeres (esposas, novias, madres, hijas, etc.) nos hemos quedado con la primera parte de esa porción. Nos hemos desbordado en amor sacrificial por ese ser amado, hemos aguantado lo inimaginable, hemos disculpado y justificado lo malo que hacen, hemos hecho cosas que juramos no hacer, hemos dejado de vivir por ellos, y el dolor sigue estando ahí y la felicidad no aparece por ningún lado. Pero eso es porque se nos ha olvidado la segunda parte "...COMO A TI MISMA".
¿Te das cuenta? ¡¡Esa es la voluntad de Dios!! Claro, puedes amar a alguien, debes hacerlo, pero nunca amarle más de lo que te amas a ti. Si pusieras es una balanza la forma y la intensidad en que amas a "esa persona" y la forma e intensidad en que te amas a ti, ¿qué ocurriría? ¿Habría un equilibrio o se inclinaría de forma desproporcionada hacia esa persona?
Si estás envuelta en una relación en la que amas demasiado, quizá es tiempo de buscar ayuda. Quizá es tiempo de empezar a amarte más de lo que lo has hecho. Recuerda que ese mandamiento bíblico tiene dos partes: no estarás apta para amar a nadie de la manera que Dios quiere que lo hagas, hasta que te convenzas que mereces ser amada de esa manera también.
Todo lo que se da en demasía es dañino. Deja de dañar tu corazón.
"Pueblo de Israel, siempre te he amado, siempre te he sido fiel. Por eso nunca dejaré de tratarte con bondad. Volveré a reconstruirte, y volverás a danzar alegremente" Jeremías 31:3 (TLA)
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