sábado, 28 de agosto de 2021

Conserva el Asombro

Trato de no estar tan pendiente de las noticias porque sé que pueden afectarme mucho. Sin embargo, en las últimas semanas me ha costado un poco. Como si estar viviendo una pandemia no fuera suficiente, alrededor del mundo y en mi propio país, están ocurriendo tantas cosas, que me resulta imposible desconectarme de esos hechos.

Basta entrar cinco minutos a cualquier red social para perder la paz y a veces, hasta un poco de esperanza. Pero en los últimos días, el Señor se ha ocupado de llamarme a no dejar de asombrarme. 

Es cierto, el mundo es un caos. Mientras escribo, luchamos con un virus en todo el planeta; varios países se preparan para recibir a un huracán muy poderoso; el terrorismo nos ha dejado una semana llena de luto; y por si fuera poco, las familias siguen siendo atacadas espiritualmente de toda forma posible.
Oraba y me daba cuenta de todo el ruido que estos acontecimientos actuales generan. Pareciera que he vivido poniendo mis ojos, oídos y corazón más en todo eso, que en Dios y Su Verdad. Pero no perdamos de vista una realidad poderosa: Nuestro Dios sigue sentado en Su trono (Salmo 11:4), Él sigue gobernando (Daniel 4:26) y Él continúa siendo quien es (Salmo 102:27).


¿Por qué ya no nos asombra que...

-...Él sigue haciendo sanidades milagrosas, aun cuando el mundo está viviendo dominado por un virus que parece invencible?

- ...Él sigue atrayendo almas y llamando a salvación a muchas vidas?
Una de ellas, un familiar que por diversas circunstancias tuvo que emigrar y pedir asilo en otro país. No olvidemos que Dios no desperdicia nuestro dolor. 

- ...Él sigue restaurando familias?

- ...Él sigue rompiendo cadenas de pecado?

- ...Él sigue levantando siervos dispuestos incluso a entregar sus vidas si eso fuese necesario?

- ...Él sigue llenando nuestras congregaciones de Su presencia?

- ...Él sigue hablándonos de la manera exacta que nuestras almas lo necesitan, cada vez que somos expuestos a Su Palabra?

- ...Él nos ame y quiera salvarnos?


Seamos como niños pequeños. Asombrémonos al ver la obra de Dios en otras personas. Deleitémonos con maravilla al ver la Creación (Salmo 8:3, 19:1, 74:16). Susurremos una alabanza cuando un pecador se arrepienta.


¡Tenemos a un Dios Todopoderoso, Inmutable, Soberano, Fiel y Milagroso! Y ese Dios nos eligió para salvarnos y darnos una eternidad junto a Él.


¿Ya dejaste de asombrarte?


"Oh Señor, honraré y alabaré Tu Nombre, porque Tú eres mi Dios. ¡Tú haces cosas maravillosas! Las planeaste hace mucho tiempo y ahora las has realizado" Isaías 25:1


"Te daré gracias porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son Tus obras, y mi alma lo sabe muy bien" Salmo 139:14

jueves, 12 de agosto de 2021

Bendita Debilidad

El fin de semana, en familia, hicimos una expedición al supermercado. Me encantó que mi sobrina de 4 años se metió al baúl del carro para "ayudar" a acomodar las compras y luego también descargó varias cajas cuando llegamos. Por supuesto que los adultos le agradecimos y felicitamos por su ayuda. Pero nos ocupamos de darle cosas que ella podía manejar. En más de una ocasión cuando le decíamos lo fuerte que era, ella dijo: "es porque como vegetales". 


En realidad, nosotros los adultos estamos conscientes de la fuerza limitada que ella posee y estábamos allí para dosificarle lo que quería cargar; y nos tocó decirle que NO a algunas cosas (¡como los huevos!) a pesar de su insistencia.


Por otro lado, en las últimas semanas el Señor ha estado hablándome sobre admitir mi debilidad en muchos aspectos de mi vida. Creo que muchas veces me he comportado como mi sobrinita, creyéndome autosuficiente, estirando el resorte del "yo puedo sola" hasta que no da más. 

Supongo que parte de mi problema es que me cuesta admitir, incluso ante el Señor, que no puedo, que es duro o que se me ha salido de las manos alguna situación.


El pastor Paul Washer dice al respecto: "El problema no es que seamos débiles; el problema es que no sabemos cuán débiles somos y por lo tanto, cuánto necesitamos orar"


Tan solo trabajar un fin de semana, me recuerda que mi cuerpo es débil y se cansa con facilidad. Una mala noticia hace tambalear mi mundo y debilita mi fe. Un mal entendido con alguien me debilita emocionalmente. Un problema que no se resuelve hace que mi mente dé vueltas pensando en todo lo que puede salir mal si mis soluciones no dan resultado...¡qué agotador!


Soy débil, esa es la verdad. Mi alma, mente y cuerpo son limitados, imperfectos y frágiles. 


Debo aprender a correr a Dios cada día, porque no fui diseñada para "manejar" mi vida. Debo estar consciente de mi debilidad en todo aspecto y no esperar hasta que todo se arruine para ir a Él.


Es simple: cada vez que creo que "puedo" o que "sé" o que lo "resolveré", no estoy reconociendo mis limitaciones y estoy dejando al Señor al margen. 


Por eso, Él me ha estado enseñando a recordar que soy débil y que ¡está bien admitirlo! 


Es solo en la debilidad que puedo vivir Su fortaleza. Es solo en la debilidad que me doy cuenta de cuánto lo necesito. Es solo en la debilidad que me convenzo de que mis sueños de independencia de Él no son más que una falacia. ¡Bendita debilidad!


Yo no nací, no soy ni podré ser fuerte alguna vez; al menos no por cuenta propia. Él es la fuente de fuerza que se necesita para vivir la vida cristiana (Éxodo 15:2). Sin Él, no somos nada (Juan 15:5).


¿Qué cosas has creído tener bajo control? ¿Admites con frecuencia delante del Señor tus limitaciones y lo débil que eres? Quizás es momento de rendirte y dejar que tu debilidad te lleve a descansar a Sus brazos fuertes, inagotables y firmes.


Bendice a Dios por tu debilidad y corre a recibir Su fortaleza.


"Y me ha dicho: Bástate mi gracia, porque Mi poder se perfecciona en la debilidad". 2 Corintios 12:9