Yo no podía decirle nada mejor. Tenía un enorme dolor también. Era tan duro pensar que hasta hacía dos noches, mi papá había dormido en esa cama y que después de ese accidente, ahora había que enfrentar el hecho que ella iba a dormir sola indefinidamente.
El dolor era terrible. Me dolía haber perdido a mi papá, me dolía que mi mamá hubiera perdido a su esposo, me dolía que él se quedó a un semestre de graduarse como pastor...Dolor, dolor, dolor.
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El esposo de mi amiga María, finalmente decidió abandonarla con su hijo de solo días de nacido. Ella estaba tan confundida, enojada, herida, temerosa...De nada había servido su esfuerzo, su disposición a cambiar, pedir ayuda, haberle dado un hijo...simplemente, nada lo detuvo. Sólo se fue.
Los más cercanos tratamos de estar siempre pendientes de ella y su bebé, oramos muchísimo y lloramos más. Los altibajos de un proceso de divorcio son espantosos. Muy en el fondo, yo sabía que Dios la iba a sacar de eso. Pero en ocasiones, lo veía tan lejos. Dentro de mí, en más de una ocasión le preguntaba a Dios, ¿cuándo va a superar este dolor?
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Mi amiga Antonieta no paraba de llorar luego de saber que su esposo, mi amigo también, no había ganado una elección municipal en la que participó. Creo que llegamos hasta la madrugada escuchándola, llorando con ella, frustrándonos por no poder responder sus preguntas: ¿por qué Dios no lo respaldó si es Su hijo? ¿por qué todas las señales que le pedimos se cumplieron y al final no lo logramos? ¿no sirvió de nada todo el sacrificio que hicimos como familia? ¿cómo puedo apoyarlo ahora?
Para ser honesta, yo también tenía las mismas preguntas...¿por qué Dios lo llevó hasta ahí si la meta no se lograría?
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Hace varios años, escuché literalmente gemir a mi iglesia, por la terrible noticia que nos habían dado: nuestra pastora tenía Linfoma Hodgkin en etapa avanzada. Todo fue muy repentino. Había que iniciar el tratamiento de inmediato y los pronósticos no eran tan buenos.
Creo que lo que más nos dolía era pensar en el dolor de nuestro pastor. Sabíamos que ella no la estaba pasando bien; pero era tan evidente la carga que él llevaba.
Supongo que nunca nuestra iglesia estuvo tan unida como en esos meses. Era un dolor colectivo.
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Después de la ofensiva guerrillera en nuestro país, mi tío "Mincho", decidió arriesgarse e irse ilegalmente a Estados Unidos. Acá el panorama era desesperanzador: corría riesgo por ser un joven que podían reclutar en cualquiera de los bandos que estaban en guerra, no había trabajo para él, su papá nunca se hizo responsable y mi abuelita no tenía dinero para apoyarlo.
Yo era aún una niña, pero recuerdo que le dije a una vecinita que se iba a ir mi mejor tío. Y era cierto, él era el más cercano, el que más nos había cuidado, en el que más se apoyaban mis papás, con el que más jugábamos mis hermanos y yo.
Recuerdo las semanas de angustia que la familia vivió en esa espera que se hace eterna, para tener reportes de él, imaginando lo peor, añorando una sola llamada suya. Vi a mi mamá y a mi abuelita muy afligidas. Era difícil separarse de alguien a quien amábamos y sobre todo en esas circunstancias.
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El dolor está presente en nuestras vidas. Seríamos unos ilusos si creyéramos que no vamos a sufrir. Pero hay ciertos momentos de la vida donde parece que todo acabó, que no hay salida, que va a ser imposible seguir con ese dolor que aprieta el pecho. El tiempo no pasa tan rápido como quisiéramos, apenas y encontramos la fuerza para levantarnos cada mañana, nuestra mente está tan llena de preguntas que nadie, incluso el mismo Dios, nos responde.
Has leído historias reales en donde el dolor hizo su aparición y se quedó más tiempo del que se deseaba.
Pero, espera...hay más que contar.
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Después de no querer despertar y enfrentar ni siquiera el siguiente día, han pasado ocho años y mi mamá está muy fortalecida. No le gusta que la llamen "viuda"; no porque está en negación, si no, porque creo que sabe que Dios la sigue sosteniendo y en realidad no está sola.
Ahora, ella es independiente económicamente y la hemos visto crecer en su fe en Dios. Atravesar el desierto fue extremadamente doloroso. Siguen habiendo momentos duros; pero el Señor ya le dio suficientes muestras que Su promesa de no dejarla es una realidad.
Debo decir también que después de la muerte de mi papá, dos familiares que no habían querido nada con Dios, se acercaron a Él. Uno de ellos incluso, se convirtió en pastor.
¿Valió la pena la muerte de mi papá y el dolor que eso trajo? Sin dudar, respondo que si.
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Dios trajo a la vida de María un hombre nacido de nuevo, que pone a Dios como primer lugar. No ocurrió de la noche a la mañana, ella tuvo que atravesar un proceso de restauración en el que se reparó su propia relación con Dios primeramente. Fuimos testigos de todas esas etapas, vimos su transformación, su crecimiento y su dependencia constante del Señor. Y después de un tiempo, cuando estuvo lista, desde el cielo le mandaron la cereza del pastel.
Ahora tiene un sólido matrimonio, dos hijos preciosos y sirve activamente con su esposo en su iglesia.
¿Fue productivo el dolor que atravesó? Estoy segura que ella diría que si.
(ESPERANZA: Aguanta. El dolor termina)
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Creo que ahora ya puedo responder a la mayoría de las preguntas que Antonieta hizo esa noche triste. Tengo claro que sencillamente ganar esa elección no era el plan de Dios para sus vidas. Ahora, veo que el deseo de Dios era bendecirles, prosperarles, darles muchas cosas duraderas, no cosas temporales que se acaban con un período de gobierno. Los he visto lograr cosas que quizá nunca imaginaron. Además, Dios quería que sus dos niños tuvieran a sus papás sin limitaciones de tiempo. Y obviamente ahorrarles los problemas propios que estar en un cargo público conlleva.
¿Fue valioso ese dolor temporal? Confío en que ella respondería que si.
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Para gloria de Dios, nuestra pastora sigue con nosotros. Después de una década, los doctores siguen declarándola limpia de cáncer.
En varias ocasiones, cuando ha dado su testimonio a la iglesia, la he escuchado decir, que esa prueba fue necesaria para que dependiera más de Dios y para crecer en su fe en Él.
En lo personal, creo que ella confirmó que también había un llamado al ministerio para su vida, que no sólo era un llamado para su esposo. Igualmente, creo que la congregación es consolada en tiempos de prueba, porque han visto la mano de Dios en la vida de sus pastores.
¿El presente es digno del dolor del pasado? Definitivamente que si.
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Mi tío llegó a Estados Unidos como "mojado", sano y salvo gracias a Dios. En una llamada él le confesó algo a mi mamá: el día que salió de mi casa para emprender ese viaje tan arriesgado, estando a solas, se arrodilló junto a la cama y recibió a Cristo como su Salvador personal. Él hizo un trato con Dios, por así decirlo.
Ahora, vive en ese país y le va muy bien. Tiene una preciosa familia. Pero lo que quiero destacar, es que ama a Dios con todo su corazón y desde que salió de mi país, no se ha apartado de Él.
Estoy segura que el dolor de la separación era necesario porque Dios sabía que era la única forma de que mi tío le conociera verdaderamente.
¿El dolor de esa decisión dio frutos? Ahora podemos afirmar que sí.
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¿Qué te produce dolor actualmente? No te preocupes si te sientes estancado, si no ves solución posible, si crees que Dios no va a responder...todo eso va a pasar.
Sé que no es fácil ahora, pero créeme cuando te digo que tu dolor va a disminuir y un día incluso desaparecerá. Dejarás de llorar amargamente, dejarás de cuestionar a Dios, dejarás de querer morirte. Vas a volver a reír a carcajadas, vas a volver a divertirte, vas a volver a amar y ser amado, vas a volver a hallar sentido al mundo.
Puedes llorar todo lo que desees por ahora, grita, patalea si quieres...pero quiero que sepas que sí sanarás, que el tiempo ayudará, que el plan de Dios para tu vida sobrepasa abismalmente tu dolor presente.
Yo estuve ahí y puedo prometerte, que ese dolor que crees que nunca superarás, se convertirá en un precioso testimonio de lo fuerte que eres en el futuro y cuando te pregunten si valió la pena que doliera tanto, responderás con un rotundo SI.
"Ustedes no han pasado por ninguna prueba que no sea humanamente soportable. Y pueden ustedes confiar en Dios, que no los dejará sufrir pruebas más duras de lo que pueden soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan soportarla." 1 Corintios 10:13 DHH
"Yo les daré consuelo: convertiré su llanto en alegría, y les daré una alegría mayor que su dolor" Jeremías 31:13 DHH
"Yo sé lo que estoy haciendo. Tengo todo planeado-planes para cuidarte, no para abandonarte, planes para darte el futuro que esperas." Jeremías 29:11 (The Message Version- Traducción Personal)
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