viernes, 14 de noviembre de 2014

25 Años Después: Lo Que Aprendí De La Ofensiva Guerrillera

Ésta semana se conmemoraron 25 años de la más grande ofensiva guerrillera en nuestro país. Con tantas noticias y artículos relacionados a la fecha, empecé a recordar lo que viví...y descubrí que, aunque suene raro, quisiera volver a ser un poco de lo que era en ese tiempo. 

Déjame explicarte.

Sábado 11 de Noviembre. Mi papá estaba de alta durante la guerra. Al final de la tarde llamó donde la privilegiada vecina, que era de las pocas que tenía un teléfono, y pidió hablar con mi mamá. Esa llamada era para darle la noticia de los rumores que ya corrían entre sus filas. Era un hecho, la ofensiva había comenzado.

Supongo que ellos como adultos y conscientes de la situación que el país atravesaba, habían hablado de qué hacer en un escenario como éste. Mi mamá trató de buscar provisiones y mantenernos a salvo.

Fueron unos días diferentes, hicimos cosas fuera de la rutina. Lo que más recuerdo es que mi mamá montó el lugar más seguro que pudo para sus tres hijos: Nos metió en el cuarto del fondo del apartamento donde vivíamos, uno que no tenía ventanas, por aquello de las balas que volaban. Y puso como defensa un gran colchón sólo por si acaso. 
Con mis hermanos dormíamos ahí, tirados en otro colchón. Jugábamos, contábamos historias, hacíamos preguntas de lo que estaba pasando, oíamos reverentemente las noticias en la "YSKL" desde la grabadora que teníamos ahí dentro y mi mamá hacía lo mejor que podía para protegernos en todos los sentidos.

Durante el día jugábamos con los vecinos, veíamos televisión y cosas así. Pero, antes de las 6:00 p.m. todos debíamos recluirnos a nuestras guaridas, pues había toque de queda impuesto por el gobierno y también racionaban la electricidad algunas horas, por lo que estar adentro, era más seguro.

A media semana, aparecieron mi abuelita, mis dos tíos y Bobby, el perro salchicha de su propiedad (que no tenía culpa de la ofensiva y no podía quedarse solo en su casa!), que vinieron a refugiarse con nosotros, después de caminar horas, pues donde vivían fue uno de los lugares más afectados por la lucha.

Mi papá apareció en casa varios días después, no recuerdo muy bien cuántos, lo que si es cierto, es que su llegada era la señal más clara que la ofensiva había terminado. 
Como niña, registré muy bien esos recuerdos en mi mente...pero ahora como adulta, me doy cuenta de la angustia que mis papás pasaron. Me imagino la angustia de mi papá que estuvo lejos de nosotros tantos días, sabiendo lo delicado de la situación que vivía el país. Me imagino cómo la pasó mi mamá, a cargo de tres niños, tratando de estirar el dinero y las provisiones de comida, pues nadie sabía cuánto eso iba a durar. También recuerdo que trataba de que tres niños curiosos no vieran escenas horribles de los resultados del combate en la televisión, siempre pensando en no afectarnos.

Ahora que lo pienso bien, le agradezco a mis papás que nos cuidaran. Se esforzaron por mantenernos a salvo, tratando de hacer el mundo lo más "normal" posible para nosotros. Sé que fue difícil. No recuerdo haberlos visto nunca nerviosos o angustiados, o transmitirnos temor, y no es porque no les afectara, sino, porque trataban de darnos seguridad en medio de la incertidumbre. La verdad, no recuerdo haber sentido miedo durante esa época.

Al recordar esa experiencia, pienso en que Dios actúa con nosotros como mis papás lo hicieron: Por muy grave que esté la situación a nuestro alrededor, Él se esfuerza por mantenernos a salvo y por crearnos un "refugio" en el que nos sintamos seguros, de tal manera que no nos atemoricemos más de la cuenta, porque Él sabe lo que está haciendo.

Por eso comencé diciendo que quisiera volver a ser un poco como era en aquel tiempo, para tener la misma confianza y paz que sentía en esos días, porque para ser honesta, hace mucho que no me siento así de tranquila.

Pero luego, recuerdo que Dios me cuida mejor que como lo hicieron mis papás y que aunque las "balas" vuelen cerca de mí, Él me da seguridad. Después de 25 años, sigue habiendo Alguien que me cuida.

"Tú eres mi protector, mi lugar de refugio, mi libertador, mi Dios, la roca que me protege, mi escudo, el poder que me salva, mi más alto escondite" Salmos 18:2 DHH

"Pues Tú, Señor, desde mi juventud eres mi esperanza y mi seguridad" Salmos 71:5 DHH

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