domingo, 29 de septiembre de 2019

La Carta de mi Vecino Testigo de Jehová

Mi mamá sacó del buzón la correspondencia. Llamó nuestra atención un sobre blanco que traía algo escrito a mano.

Les comparto su contenido en las imágenes.





Decidí guardar el sobre. Lo encontré de nuevo este fin de semana y volví a sentir la misma vergüenza de cuando lo ví por primera vez.

Me parece increíble que una persona que no tiene la verdad sobre el Evangelio y sobre Cristo, se tome tan en serio  su labor de evangelizar. De hecho, en mi colonia semanalmente vemos cuadrillas de personas de su denominación que andan tocando puertas y no se dan por vencidos.


¿Hace cuánto no le hablo del Señor a alguien? ¿Hace cuánto dejé de sentir carga por los que no Le conocen? ¿Cuándo dejé de sentir pasión por predicar del Evangelio?



Mauricio, mi vecino  está comprometido con lo que cree y con su iglesia. Es notorio. Y yo, me conformo con poner versículos en mis redes sociales.


El reto es grande,  el llamado está hecho (Mateo 28:19-20). Es mi responsabilidad hablar, ser luz, ser ejemplo. No quiero que la sangre de la gente a mi alrededor me sea demandada (Ezequiel 3:18). Sé que estoy llamada a ser sal en el lugar en el que me encuentre. Sé que siempre hay alguien necesitado cerca, quizás sólo esperando una palabra, una oración, un rayo de esperanza.


Si al igual  que yo has estado muy pasivo en cuanto al Evangelismo, te invito a orar juntos por eso y a pedirle al Señor que encienda nuestro corazón  de nuevo, para no quedarnos callados, para dejar de estar centrados en nosotros mismos y para compartir Su verdad.


Señor, no nos dejes en paz, inquiétanos, cárganos por aquellos que aún no te conocen. Que nunca se apague en nosotros la pasión por contarles a otros de Tí. ¡Haznos luz!





"Cuando Yo dijere al impio: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva,  el impío morirá de su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano" Ezequiel 3:18


¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? Romanos 10:14

viernes, 20 de septiembre de 2019

Rindiendo Mis Finanzas

Mi hermano me bendijo este año y me patrocinó un curso de finanzas personales. Al iniciar esperaba un montón de técnicas, ideas prácticas, calculadoras y cosas así, que me ayudaran a pagar todas mis deudas y a que MI dinero abundara.

Lo que hicieron con nosotros las primeras semanas fue algo inesperado. Nos pusieron a leer mil versículos bíblicos relacionados al dinero y  a devorar libros que dolían como cachetadas. Empezaron a cuestionar sobre cómo habíamos estado viviendo nuestra vida financiera hasta ahora.


¿Quién es el Dueño? ¿Dios o yo? ¿De verdad es Él el REY de esa área de mi vida?


Descubrí que nunca he dejado gobernar al Señor en mis finanzas. Me he creído dueña de mi vida, de mis posesiones y de mi dinero (¡Absurdo! ¡Si TODO es Suyo!). Dejé de agradecer por las bendiciones materiales que Dios me daba. Dí por sentadas muchas cosas, cosas como un empleo seguro o como tener el dinero para pagar una cuota a final de mes; me olvidé de alabar al Señor por Su fidelidad en lo material.



Tuve que admitir que soy una egoísta y malagradecida. Siempre he pensado en mí, siempre se ha tratado de mí; de satisfacerme, de hacerme sentir bien con lo que compro o como, de darme palmaditas invisibles con el poder adquisitivo que alguna vez tuve.

Puedo afirmar que NUNCA consulté con seriedad mis decisiones financieras con el Señor. Quizás alguna vez oré sólo por cumplir, pero nunca he esperado con toda consciencia un SI o un NO de Su parte. He hecho lo que he querido.

He diezmado la mayor parte de mi vida, y aun así he experimentado crisis financiera, no porque Dios no sea fiel, sino por mi propio desorden. He orado pidiendo un “rescate” de parte del Señor y ha llegado muchas veces por pura misericordia, pero creo que llegó un  momento en el que era tiempo de santificarme y pulirme en esa área y por ello permitió una situación tan complicada,en la que sólo Él pudiera ayudarme.


La Conexión entre la Integridad y las Bendiciones.

Hace unas semanas alguien-cristiano-me cuestionó en público, cuando dije que no veía películas piratas. Empezó a lanzarme un montón de preguntas: 

¿Y vas a decir que nunca has bajado cosas en Internet sin pagarlas? ¿Tus antivirus son originales? ¿Nunca has comprado réplicas?, etc, etc.

Su propósito era claro, quería demostrarme ante los demás que yo no era tan "honesta". Por un momento me quedé callada. Pero luego le respondí y le dije: 

Sí, he comprado réplicas, he bajado cosas en Internet sin pagarlas, he incumplido leyes de tránsito, etc. ¿Pero sabés qué? Eso era antes, ahora entiendo que Dios no puede bendecirme si sigo siendo partícipe de ese tipo de cosas...

(Me entristeció mucho que un cristiano vea como normal y aceptable que hagamos ese tipo de cosas)

Ahora temo, por decirlo de alguna forma, comprar, vender, o realizar cosas salpicadas de deshonestidad. No quiero ver películas “piratas”, no quiero cobrar más del precio justo, no quiero mentir a mis acreedores, no quiero vivir sin dar cuentas. Fui confrontada por el Señor, comprendí que no es la naturaleza de Dios bendecir al tramposo (Job 15:34), al deshonesto, al que no tiene "pesas cabales" (Prov. 20:10), al que no declara impuesto (Mateo 22:21), al que no cumple con la ley.

Fidelidad en las Cosas Pequeñas

Creo que Dios es un padre que se compadece de Sus hijos (Lamentaciones 3:22) y yo debo mantenerme haciendo mi parte, confiando en que Él sabe hacer la Suya. Debo mantenerme diezmando, orando por mi situación, dando con bondad dentro de mis posibilidades, siendo ordenada y diligente con mis gastos y presupuesto, dando la cara a mis acreedores, buscando diferentes alternativas para aumentar mis ingresos, etc. 

Esas pequeñas cosas, eso que yo SÍ puedo controlar, es muchísimo en las manos del Señor. Él ama la fidelidad y la recompensa. Y yo quiero ser fiel, quiero mantenerme haciendo lo que Él me ha mandado a hacer y dejarle el resto a Él.


Si estás en un hoyo financiero o muy preocupado por ese aspecto, te animo a confiar en el Señor y en todas Sus promesas. Pero también, te animo a examinar tu vida; a revisar con suma honestidad quién es el verdadero dueño de tus finanzas; revisa si has fallado con tu diezmo, si has dejado que la deshonestidad permee tu vida aunque sea un poco, si nos has sido fiel en lo poco, si no eres un trabajador que honra a sus patrones, si no eres transparente con tu cónyuge en las finanzas, etc.

En ese seminario escuché testimonios tan alentadores de gente que estuvo alguna vez sumergida en terribles y pronunciados valles financieros y yo quiero ser uno de ellos pronto, quiero dar testimonio a otros de lo que Dios hace cuando auténticamente rendimos nuestras finanzas a Él y le dejamos reinar por completo.

Oro porque el Señor reine y sane tu vida financiera también.


"Señor, sólo a Tí te corresponden la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor y el honor. Porque a Tí te pertenece todo lo que existe en el cielo y en la tierra. Tú, Señor, eres el único soberano y Tuyo es el reino. La riqueza y el honor vienen de Tí; Tú lo gobiernas todo. Tienes en Tus manos el poder y la fuerza. También está en Tus manos el poder de decidir a quién hacer grande y poderoso." 1 Crónicas 29:11-12