Mi hermano me bendijo este año y me patrocinó un curso de finanzas personales. Al iniciar esperaba un montón de técnicas, ideas prácticas, calculadoras y cosas así, que me ayudaran a pagar todas mis deudas y a que MI dinero abundara.
Lo que hicieron con nosotros las primeras semanas fue algo inesperado. Nos pusieron a leer mil versículos bíblicos relacionados al dinero y a devorar libros que dolían como cachetadas. Empezaron a cuestionar sobre cómo habíamos estado viviendo nuestra vida financiera hasta ahora.
¿Quién es el Dueño? ¿Dios o yo? ¿De verdad es Él el REY de esa área de mi vida?
Descubrí que nunca
he dejado gobernar al Señor en mis finanzas. Me he creído dueña de mi vida, de mis
posesiones y de mi dinero (¡Absurdo! ¡Si TODO es Suyo!). Dejé de agradecer por las bendiciones materiales que
Dios me daba. Dí por sentadas muchas cosas, cosas como un empleo seguro o como
tener el dinero para pagar una cuota a final de mes; me olvidé de alabar al
Señor por Su fidelidad en lo material.
Tuve que admitir que soy una egoísta y malagradecida.
Siempre he pensado en mí, siempre se ha tratado de mí; de satisfacerme, de
hacerme sentir bien con lo que compro o como, de darme palmaditas invisibles
con el poder adquisitivo que alguna vez tuve.
Puedo afirmar que NUNCA consulté con seriedad mis decisiones
financieras con el Señor. Quizás alguna vez oré sólo por cumplir, pero nunca he
esperado con toda consciencia un SI o un NO de Su parte. He hecho lo que he
querido.
He diezmado la mayor parte de mi vida, y aun así he
experimentado crisis financiera, no porque Dios no sea fiel, sino por mi propio desorden. He orado pidiendo un “rescate” de parte del
Señor y ha llegado muchas veces por pura misericordia, pero creo que llegó
un momento en el que era
tiempo de santificarme y pulirme en esa área y por ello permitió una situación
tan complicada,en la que sólo Él pudiera ayudarme.
La Conexión entre la Integridad y las Bendiciones.
Hace unas semanas alguien-cristiano-me cuestionó en público, cuando dije que no veía películas piratas. Empezó a lanzarme un montón de preguntas:
¿Y vas a decir que nunca has bajado cosas en Internet sin pagarlas? ¿Tus antivirus son originales? ¿Nunca has comprado réplicas?, etc, etc.
Su propósito era claro, quería demostrarme ante los demás que yo no era tan "honesta". Por un momento me quedé callada. Pero luego le respondí y le dije:
Sí, he comprado réplicas, he bajado cosas en Internet sin pagarlas, he incumplido leyes de tránsito, etc. ¿Pero sabés qué? Eso era antes, ahora entiendo que Dios no puede bendecirme si sigo siendo partícipe de ese tipo de cosas...
(Me entristeció mucho que un cristiano vea como normal y aceptable que hagamos ese tipo de cosas)
Ahora temo, por decirlo de alguna forma, comprar, vender, o
realizar cosas salpicadas de deshonestidad. No quiero ver películas “piratas”, no quiero cobrar más del
precio justo, no quiero mentir a mis acreedores, no quiero vivir sin dar
cuentas. Fui confrontada por el Señor, comprendí que no es la naturaleza de Dios bendecir al tramposo (Job 15:34), al deshonesto, al que no tiene "pesas cabales" (Prov. 20:10), al que no declara impuesto (Mateo 22:21), al que no cumple con la ley.
Fidelidad en las Cosas Pequeñas
Creo que Dios es un padre que se compadece de Sus hijos (Lamentaciones 3:22) y yo
debo mantenerme haciendo mi parte, confiando en que Él sabe hacer la Suya. Debo
mantenerme diezmando, orando por mi situación, dando con bondad dentro de mis
posibilidades, siendo ordenada y diligente con mis gastos y presupuesto, dando
la cara a mis acreedores, buscando diferentes alternativas para aumentar mis
ingresos, etc.
Esas pequeñas cosas, eso que yo SÍ puedo controlar, es muchísimo
en las manos del Señor. Él ama la fidelidad y la recompensa. Y yo quiero ser
fiel, quiero mantenerme haciendo lo que Él me ha mandado a hacer y dejarle el
resto a Él.
Si estás en un hoyo financiero o muy preocupado por ese aspecto, te animo a confiar en el Señor y en todas Sus promesas. Pero también, te animo a examinar tu vida; a revisar con suma honestidad quién es el verdadero dueño de tus finanzas; revisa si has fallado con tu diezmo, si has dejado que la deshonestidad permee tu vida aunque sea un poco, si nos has sido fiel en lo poco, si no eres un trabajador que honra a sus patrones, si no eres transparente con tu cónyuge en las finanzas, etc.
En ese seminario escuché testimonios tan alentadores de gente que estuvo alguna vez sumergida en terribles y pronunciados valles financieros y yo quiero ser uno de ellos pronto, quiero dar testimonio a otros de lo que Dios hace cuando auténticamente rendimos nuestras finanzas a Él y le dejamos reinar por completo.
Oro porque el Señor reine y sane tu vida financiera también.
"Señor, sólo a Tí te corresponden la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor y el honor. Porque a Tí te pertenece todo lo que existe en el cielo y en la tierra. Tú, Señor, eres el único soberano y Tuyo es el reino. La riqueza y el honor vienen de Tí; Tú lo gobiernas todo. Tienes en Tus manos el poder y la fuerza. También está en Tus manos el poder de decidir a quién hacer grande y poderoso." 1 Crónicas 29:11-12