Todo empezó en diciembre 2019, cuando llegué a mis 40 años. Luego la cuarentena y el turbulento 2020 ayudaron a enterrar el sentimiento. Pero ahora que muchas cosas retornan a la normalidad, me he descubierto en ese lugar tan desconocido, llevando por dentro ese anhelo silencioso y caminando al estado de aceptación-por no decir resignación- en el que debo expresar fuerte y claro: no voy a ser mamá.
Nunca sentiré pataditas en mi estómago, nunca lloraré al oír latiditos en una ultrasonografía, nunca me harán un baby shower, nunca recibiré una manualidad un 10 de mayo. Aunque sé que tenemos a un Dios milagroso, lo más probable es que nunca ocurra.
Sé que no soy la única que atraviesa por este valle. Conozco de mujeres que por razones físicas y a pesar de años de intentarlo, no lo han conseguido. Sé de otras, que debido a una prolongada soltería, están luchando con renunciar no solo a un matrimonio, sino también, al deseo de ser madres. Todas viviendo un duelo, cada una a su manera.
En este camino, he intentado en más de una ocasión abordar el tema con amigos o hermanos en Cristo. Lamentablemente, no todos pueden entender lo que tú vives. He recibido palabras llenas de buenas intenciones, pero con poca gracia, en las que me han hecho sentir que quizá esta es una consecuencia de mi pecado pasado. Otros, simplemente no saben manejar el tema y evaden la conversación.
Así que de pronto te encuentras como en una isla, un pedacito de tierra en el que pocas han estado y que los demás desconocen, porque en su vida nunca les tocó transitar por allí.
Es curioso, ¿cómo puedes sentir duelo por algo que nunca has tenido?
Entonces, ¿Proverbios 31 nunca se aplicará para mí?, ¿si los hijos son Su herencia y símbolo de bendición (Salmo 127:3-5), significa que no soy una mujer bendecida?
Si soy honesta, me cuesta hablarlo aún con el Señor. Aunque sé que Él me conoce y entiende, me es difícil admitir en Su presencia que duele, que no lo entiendo y que necesito consuelo de alguna forma.
Porque...¿y si sí es consecuencia de mis metidas de pata y mi pecado?
A pesar de que apenas estoy empezando a lidiar con esto, el Señor me ha hecho ver que la respuesta es la misma, para una mujer estéril como para una llena de hijos; para una viuda como para una soltera; para una joven como para una abuela. La respuesta es Él.
Él es todo-suficiente (Salmo 23:1). Él es la porción que el alma de toda mujer necesita (Salmo 73:26), Él sabe manejar la vergüenza, el dolor y la tristeza de cualquiera de nosotras (Isaías 54:4), Él sabe llenar los vacíos y nunca abandona (Isaías 49:15-16).
Él nos creó con ese instinto maternal, con esa naturaleza inclinada a cuidar, dar vida y proteger. Me consuela recordar, que ÉL SABE lo que atravieso, aunque yo no pueda pronunciar una palabra al respecto.
Por ahora, aunque no comprenda por qué los planes de Dios no incluyen darme hijos (al menos, no biológicos), voy a pedirle ayuda para hacer lo que toda mujer debe hacer: aferrarme a Él, a Sus promesas, al Evangelio, a la Verdad.
Para toda mujer con ese anhelo de ser mamá: no estás sola. Te entiendo, pero nuestro Dios te entiende más. Refúgiate en Sus brazos, Él puede lidiar con lo que sentimos, con nuestras preguntas y cuestionamientos. Deja que Él te llene hoy.
"Ciertamente el Señor consolará a Sion (pon tu nombre), consolará todos sus lugares desolados. Convertirá su desierto en Edén, y sus lugares desolados en huerto del Señor. Gozo y alegría se encontrarán en ella, acciones de gracias y voces de alabanza" Isaías 51:3
"¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Fuera de Ti, nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón pueden desfallecer, pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre" Salmo 73:25-26