Empecé a ver por curiosidad la nueva serie de Netflix llamada "Anne con una E". Es la adaptación de un clásico cuya protagonista, Anne, es una niña huérfana que ha sufrido en un orfanato y con diferentes familias temporales.
Por error llega a la casa de los Cuthbert, dos hermanos ya mayores, y logra después de algunos malos entendidos, conquistar su corazón.
Una escena me conmovió: Los hermanos la llaman y tienen frente a ellos un gran libro abierto, le piden a Anne que escriba su nombre en la Biblia familiar que guardan como tesoro. Anne no lo puede creer, le toma unos segundos procesar lo que le están invitando a hacer. Sus ojitos se llenan de agua y casi no puede hablar, temblorosa toma la pluma y camina hacia la Biblia para finalmente estampar su nombre, o mejor dicho, su nuevo nombre: Anne Cuthbert.
Al fin tiene UN nombre, al fin PERTENECE a alguien, a algo.
Pensaba que lo mismo nos ocurrió con Dios. Muchos de nosotros llegamos a Él con un montón de heridas abiertas, nuestro pasado no era tan digno, vagábamos sin rumbo y sin propósito o vivíamos una religión falsa...pero en el fondo no nos sentíamos totalmente perdonados ni merecedores de amor.
Y ahí estaba Él, con la puerta de casa abierta de par en par, con una habitación preparada para nosotros, con comida caliente en la mesa, con nueva ropa; todo para darnos la plena seguridad de que ya estábamos en el lugar correcto y que ya no íbamos a deambular en una vida carente de sentido. Ya habíamos llegado a nuestro lugar, adonde pertenecemos, adonde se nos ama incondicionalmente, adonde recibimos el regalo inmerecido de Su gracia de ser llamados Sus hijos (Juan 1:12).
Quizás tú ya recibiste ese nombre, pero te has ido de casa y no sabes cómo volver. Es fácil, solo atrévete a llegar, creo que ni necesitarás tocar a la puerta, Él ya está esperándote. (Lucas 15:20)
Y para todos los demás, vivamos agradecidos por ese cambio de nombre que recibimos, amemos sin medida al Dador de nuestro nuevo nombre, decidamos vivir honrándole.
Deja de vivir como huérfano, nunca olvides de Quien eres hijo y Quien te colocó tu nuevo nombre: Su hijo, Su hija. Le perteneces. Disfruta la libertad y plenitud que eso trae.
"No volverán a llamarte <<Abandonada>>, ni a tu tierra le dirán <<Destruida>>, sino que tu nombre será <<Mi predilecta>>, y el de tu tierra, <<Esposa mía>>. Porque tú eres la predilecta del Señor..." Isaías 62:4 DHH
"Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a Su hijo...para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de Su hijo, el cual clama: ¡Abba Padre!" Gálatas 4:4-6 RVR60
(***Imágenes tomadas de Internet***)
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