jueves, 30 de noviembre de 2017

Mis Trapos de Inmundicia

No sé ustedes, pero yo soy de las que entra a la casa e inmediatamente se pone ropa cómoda. A veces, debo admitirlo, parezco pordiosera. Pero no me importa, me ayuda a sentir que ya es tiempo de bajar la guardia y descansar.

Hay una camiseta que me gusta. La uso, la lavo rápido y la vuelvo a usar. No es una 'para salir'; es de esos trapos frescos para estar en casa. Pero desde hace unas semanas que llovió mucho y casi no hubo sol sentí que olía mal. Desde entonces, no me explico por qué, no deja de oler así, a pesar de que la he lavado varias veces. 

Finalmente, una mañana de estas acepté que ya no podría usarla y se la di a la chica que me ayuda en la casa, para que la use para limpiar o algo así. Ella me dijo que quizás es la tela, que una vez 'se hiede, ya no se le quita'.

Recordé lo que la Biblia dice de nuestras buenas obras: 

"Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia*; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento" Isaías 64:6 (*La Biblia MacArthur señala que Isaías usó esta ilustración, refiriéndose a los paños menstruales que las mujeres usaban) 

Es absurdo. Soy absurda. No me atrevería a salir a la calle con una camisa que huele mal, pero he vivido buenas temporadas creyéndome en silencio, más justa que muchos. Me he presentado delante de Dios, con cierto humito de buena, argumentando en mi oración que merezco que me bendiga o que no me haga esperar, o que me defienda de otro-a mi manera-, o le recuerdo que soy cristiana desde chiquita, que nunca me he perdido, que nunca fui de esas que trasnochaba y tenía adicciones; por mencionar algunas cosas. (La verdad es que me da pena contarles todo lo que he sido capaz de decirle a Dios).

Pero Él, así como es, a veces muy suave, a veces de forma categórica; me recuerda que no hay UN justo en la tierra (Romanos 3:10), que el estándar que pretendo alcanzar es el de Su Hijo (Efesios 4:13), que aunque viva mil años esforzándome por hacer cosas buenas, mis obras seguirán apestando.

"Pues no reconocen que es Dios quien hace justo a los hombres, y pretenden ser justos por sí mismos; y así no se han sometido a lo que Dios estableció para hacernos justos" Romanos 10:3 DHH

Muchas veces, he recurrido a ponerme mis trapos de nuevo, para parecer justa ante Él o ante otros. Y parece que el Señor con Sus propias manos me quita esa ropa maloliente y me quiere vestir con la ropa blanquísima y reluciente de Cristo. Y yo, he seguido de necia, halando fuerte mis trapos, negándome a que me los quite. Y Él, me muestra y me recuerda-pues sabe que lo necesito a cada rato- que soy una humana hecha de una tela que se llama pecado, que una vez 'se hiede, ya no se le quita'. 

Les confieso que lucho enormemente en esta área. Crecí creyéndome, sintiéndome no tan mala; siempre encuentro fallas en otros y me pongo como juez con mucha facilidad. Pero Dios ha estado hablándome mucho de eso. 

Debo entenderlo y aceptarlo. NO soy buena. NO soy justa. NO tengo un pelo de bondad en mí. Mis buenas obras apestan. Así como yo me llevo la mano a mi nariz rápidamente cuando pasa cerca de mí el camión de la basura, el Señor hace lo mismo cuando llego a Su presencia pretendiendo usar mis trapos de justicia. Aunque haga mi esfuerzo más sincero, seguiré necesitando usar la ropa de justicia que Cristo me compró.

Te digo lo mismo: Tira tus trapos. Lo siento, pero apestan. Deshazte de tu propias buenas obras y tu propia justicia, desecha los pensamientos de creerte más bueno que otro-por muy sutiles que éstos sean. Vístete de Él. Usa esa ropa que nunca se ensucia.



"Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él" 2 Corintios 5:21 RVR60

"Por tanto, así como una sola transgresión causó la condenación de todos, también un solo acto de justicia produjo la justificación que da vida a todos. Porque así como por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de un solo muchos serán constituidos justos." Romanos 5:18.19 NVI

domingo, 12 de noviembre de 2017

Los Quebrantos de Salud Te Hacen Ver Al Cielo

Las últimas semanas han habido algunas cositas relacionadas a la salud de mi familia que me han preocupado. Primero, mi sobrinita de apenas seis meses de edad, ha estado enferma bien feo dos veces. A mi hermana y su esposo les ha tocado salir corriendo al médico con ella. Es muy doloroso ver a una bebé tan chiquita estar así de enferma. El sentimiento de impotencia es terrible.

Mi mamá fue a su control anual y en uno de los exámenes encontraron unas células raras, por llamarlas de alguna manera. Cuando la llamaron de la clínica de su ginecóloga para decirle que la doctora quería darle personalmente el resultado, nos pusimos nerviosas y todo tipo de cosas se cruzaron por nuestras mentes. Decidí acompañarla, llena de miedos por supuesto y lo que se nos informó fue que era necesario realizar un procedimiento más minucioso y tomar más muestras de tejido para hacer una segunda biopsia y sacar resultados más concluyentes. 

Yo siempre he padecido de dolores de cabeza, pero hace unos días tuve el más fuerte que yo recuerde. Era de noche y para resumir el cuento, mi esposo tuvo que llevarme a la sala de emergencias de un hospital, pues yo estaba realmente mal.

Mi esposo tiene algunos aspectos de su salud que debe cuidar también. Pero lo que más me pone nerviosa es una lesión en su espalda, que en los días malos es capaz de mantenerlo tirado en la cama sin poder hacer mayor movimiento.


Un día de éstos mientras hablaba con Dios, me daba cuenta que oro más fervientemente cuando hay quebrantos de salud. Lo sé, ¡qué mal! 

Cada vez que alguien que amo está enfermo me angustio mucho, me vuelvo muy pesimista y lucho con montones de pensamientos fatalistas y carentes de fe. Y no se diga cuando se trata de mí. 

Esa noche en el hospital yo estaba segura que me iba a dar un derrame cerebral, pues la combinación del dolor, las náuseas, el adormecimiento de mi cuerpo, la rigidez de mi cuello, las palpitaciones, etc, me hacían pensar que ya me estaban llamando en el cielo (ahora me da risa mi exageración, pero les aseguro que así me sentía).

Pero cuando lo medito bien, son situaciones como éstas las que me hacen recordar lo microscópica que soy y que en lo absoluto soy dueña de mi vida, ni mucho menos puedo controlar la de los demás, aunque se trate de mis seres queridos.

Por eso, si algo bueno sale de estos 'sustitos' es que rápidamente vuelvo mi mirada al cielo y empiezo a hablar con Dios, sencillamente porque son situaciones que no puedo controlar y necesito desesperadamente depender de Él.

Entiendo que Él en Su soberanía nos puede hacer pasar por una prueba de salud grande, pero créanme que le ruego cada vez, que siga teniendo misericordia de nosotros y no nos haga atravesar un desierto de esa naturaleza.


Así que si tú o alguien importante para ti están pasando por un quebranto de salud, te invito a meditar si es momento de volver tu mirada al cielo y orar un poco más (Santiago 5:16). Quizás ese 'sustito' es un movimiento de manos del Señor tratando de llamar tu atención. Quizás quiere que le dejes las preocupaciones o temores relacionados a este tema (1 Pedro 5:7). O simplemente quiere fortalecer tu fe y glorificarse.

Si de algo estoy segura, es que todo lo que pasa en nuestras vidas obrará para bien (Romanos 8:28).

Por cierto, la segunda biopsia de mi mamá salió negativa. Está limpia. Las 'células raras' desaparecieron. ¡Gloria a Dios!


"Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho" Santiago 5:16 RVR60

"Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias" Salmos 103:3 RVR60