lunes, 15 de febrero de 2021

Mis zapatos y mis miedos

En mi niñez yo me sentía muy importante cuando mi papá me llevaba a un lugar llamado La Cooperativa de la Fuerza Armada. En una ocasión fuimos para comprarnos zapatos a mis hermanos y a mí. Yo elegí unos loafers deportivos marca OP (Ocean Pacific).


Recuerdo que llegamos a la casa y sentí que un zapato me quedaba más flojo que el otro; descubrimos que me habían entregado una caja con dos zapatos de tallas diferentes. Mi papá me dijo que los llevaría a cambiar y yo con mi mente de niña no quise. Estoy segura que lo único que produjo esa decisión era mi miedo a ya no tener los zapatos que me encantaban. Mi pensamiento infantil era que quizás no hallarían el otro zapato de mi talla y tendríamos que devolverlos o cambiarlos; y por supuesto yo no quería que eso ocurriera.


No sé por qué Dios me recordó ese incidente, quizás para mostrarme que desde hace muchos años he tenido luchas en esta área y que debo aprender a confiar. Constantemente me comporto como esa niña: aferrada a lo que Su papá le dio y con miedo a desprenderse de ello; porque duda de que Él va a cumplir o proveer lo suficiente y a tiempo.

Pensaba: ¿me quedé con un zapato que me tallaba grande solo porque no quería perderlo? ¿será que mi papá hubiese vuelto con el número adecuado o con un estilo mejor? ¡No lo sé! ¡Y nunca voy a saberlo! Pues tuve miedo de confiar en que su intención no era dejarme sin zapatos, sino, traer algo adecuado.


Ya siendo adulta sigo luchando: ¿y si Dios no provee? ¿y si no me alcanza? ¿y si se cierra esta fuente de ingreso? ¿y si pierdo esto o aquello? ¿y si envejezco pagando deudas? ¿esto va a durar para siempre? 


¡Qué injusta soy! El Señor jamás me ha fallado. No tengo porqué cerrar mi mano para retener con miedo lo que tengo hoy, pues Él también me dará para mañana (Mateo 6:34). Olvido con facilidad Quién es Él, olvido que es Su naturaleza ser fiel (Deuteronomio 7:9) y que Su carácter no le permite echarse para atrás, hacerse el desentendido o "quitarme" lo que tengo. Él es un Padre Bueno (Mateo 7:11) y responsable, Él sigue cumpliendo promesas, Él no cambia (Hebreos 13:8).


Recuerdo que una vez escuché a un pastor de mi iglesia decir que si el Señor planeara llevarme al cielo mañana en la noche, Él se ocupará de darme el desayuno y el almuerzo de ese día, porque va a cuidar de mí hasta el último instante que esté en esta tierra. 


Así que, aunque todo lo que mis ojos vean hoy sean pérdidas materiales, números rojos y facturas apiladas, puedo seguir confiando. Mi Papá suplirá (Filipenses 4:19), Él está a cargo de mí (Salmo 56:9), Él tiene infinitamente más de lo que había en esa Cooperativa a la que mi papá me llevaba, Sus promesas siguen vigentes (Salmo 34:9-10, 37:19) y la bondad más grande que pude recibir de Él, ya la tengo (Efesios 1:5). Él es todo suficiente (Salmo 23:1).



"Ellos nunca sufrirán cuando lleguen los malos momentos, y siempre tendrán comida en tiempos de escasez" Salmo 37:19 PDT


"Porque Él mismo ha dicho: Nunca te dejaré ni te desampararé" Hebreos 13:5

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