sábado, 17 de octubre de 2015

La Muerte de mi Abuelita y La Importancia de la Familia

Todo sucedió repentinamente. A pesar de que mi abuelita tenía ya 82 años, se encontraba en términos generales, bien. Su salud era estable y no había tenido ninguna complicación recientemente.

El fin de semana anterior, empezó a sentirse mal y presentó signos que nos preocuparon. Dejó de hablar y moverse como ella solía. Solamente mantenía sus ojitos abiertos y te miraba fijamente. Nada más.

Corrimos al hospital y para resumir la historia, en cuestión de menos de un día, había fallecido. Pronto, escribiré algunas otras lecciones de este fin de semana tan estresante. Pero por hoy, quiero señalar algo particular, y es a mi familia.

Mi abuelita fue la matriarca de todos nosotros. Aunque la verdad es que somos muy imperfectos. Hemos tenido tantos altos y bajos. Nos hemos aguantado en los momentos buenos, malos y feos, siendo los últimos dos, los más frecuentes. No han faltado los pleitos, los malos entendidos, los distanciamientos, la impaciencia, el resentimiento, y un largo etcétera.
Sin embargo, esta prueba con mi abuelita, nos hizo estar juntos. De pronto, estábamos todos los que vivimos en el país, en el hospital, y en comunicación constante con  todos los que viven fuera. Gracias a la bendita tecnología, pudimos estar conectados, más de 15 personas simultáneamente, entre hijos, nietos, tíos y primos. Es duro tomar decisiones en estas circunstancias, pero tuvimos que hacerlo entre todos.

Algo en el corazón de mi mamá la hacía presentir que no había mucho tiempo para que los que están fuera pudieran despedirse de mi abuela. Pero para ser honestos, todo pasó más rápido de lo que hubiéramos querido. No tuvimos tiempo de hacer nada. Sólo vimos pasar las horas mientras ella se debilitaba cada vez más.

Sentí descanso cuando finalmente todos nos juntamos en el lugar donde se realizó el funeral. Familiares que viven en el extranjero lograron llegar y para mí, fue casi inevitable no quebrarme cuando los abracé a cada uno. No eran las mejores condiciones, pero saber que estábamos juntos en esto, de alguna manera te da paz.

Las pláticas y momentos de convivencia posteriores han sido muy buenos. Hemos tenido esas reuniones y conversaciones familiares donde recordamos muchas cosas y nos hemos reído a carcajadas, y por supuesto la comida en abundancia ha estado presente, signo característico de nuestra familia. :D

Hubo un hecho peculiar, que enmarca lo que la partida de mi abuelita trajo, y fueron los momentos de despedida de su cuerpo en el cementerio. Ver a sus cuatro hijos y nietos, todos alrededor de su féretro, unidos, en un mismo sentir, despidiéndonos de ella, fue de esos momentos que se convierten en una memoria indeleble en tu vida.
Es difícil dar gracias en medio de situaciones dolorosas, pero si hay algo que agradezco, es que pude tener una semana diferente con mi familia, algo que no ocurría desde hace muchísimos años. 

Mi mensaje esta vez es para que evalúes cómo está tu relación con tu familia. Ya sea que tengas cercanía y buena comunicación, o como yo, te has mantenido alejado de algunos de ellos, te invito a no posponer lo que es importante. Asegúrate de estar ahí para ellos, de comunicarte de vez en cuando, de decir palabras de afecto, de reunirse y pasar tiempo juntos, de expresar cariño de la manera que te resulte natural, y sobre todo, de orar por ellos. 

Aunque me apena decirlo, esta semana he orado por y con mi familia, más que lo que hice en un año. Pero he sido retada a seguir haciéndolo, no porque deba, sino porque la mayor muestra de amor que le das a alguien es precisamente orar por ellos.

No esperes que suceda una tragedia o que haya mucho dolor en tu familia para valorarlos. Acorta la distancia, derriba los muros, opta por ser humilde, trágate el orgullo, di esas palabras, haz esa llamada, manda ese texto, ora por ellos, haz lo que sea que tengas que hacer para mostrar que son importantes.

Sé que la muerte de mi abuelita no fue en vano, Dios quiso usarla para unirnos de alguna manera y le agradezco por ello.


"Hermanos, les pido en el nombre de nuestro Señor Jesucristo que se pongan de acuerdo unos con otros para que no haya divisiones entre ustedes. Les pido que se unan nuevamente en torno a las mismas ideas y los mismos propósitos" 1 Corintios 1:10 PDT

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