El año escolar acaba de iniciar. Los niños ya llegaron y esa convivencia que tanto disfruto, ha comenzado también.
Cada año hay cambios; a veces pequeños, a veces significativos. Hay decisiones que se toman en consenso con el equipo docente, por estrategia disciplinaria o académica y que pueden afectar a más de alguno.
Esta vez, en medio del ajetreo del primer día de clases, una maestra me interceptó para decirme que un chico no quería entrar a su salón. Y que ni ella ni la mamá habían logrado que entrara. Es más, se había ido a meter a otra aula, donde sus antiguos compañeros estaban.
Me dirigí al aula en la que el niño estaba y le pedí que saliera con todas sus cosas. Él fue muy obediente y lo hizo de inmediato. Pero antes de que entrara al aula que le correspondía, quise conversar con él.
Estábamos en el pasillo y yo me arrodillé, de tal manera que pudiéramos estar frente a frente. Solo dije unas cuantas palabras y sus ojitos de inmediato se llenaron de lágrimas. Éstas empezaron a salir sin parar y honestamente me conmovió muchísimo. Él es un niño fuerte, enérgico, muy activo, de carácter firme, por lo que nunca imaginé que reaccionaría de esa manera. Yo le limpiaba su carita mientras trataba de encontrar las mejores palabras para que él entendiera el por qué de este cambio. Noté que su mamá estaba escondida viendo lo que pasaba, con una preocupación natural al saber que su hijo no la estaba pasando bien.
Yo le pedía que me viera a los ojos, él me esquivaba, como dolido conmigo. No recuerdo con exactitud lo que le dije, pero me esforcé en dejarle claro que no era un castigo, que no había hecho nada malo, que estábamos pensando en lo mejor para él, que creíamos que ese cambio le sentaría bien. No puedo explicar cómo, pero empezó a mirarme intermitentemente-como que mis argumentos estaban funcionando- y finalmente le dije "te pido que confíes en mí, yo no voy a tomar una decisión que te haga daño"
Debo admitir que ya no tenía nada que decirle y él seguía sin moverse, con menos lágrimas, pero inmóvil. Luego, le pregunté sin pensarlo mucho "¿confías en mí?" Él, se quedó pensando por unos segundos, que para mí fueron eternos...pero, de pronto movió su cabeza y sin decir una palabra, afirmó que sí.
No saben lo enternecedor e importante que fue. Él estaba confiando en mí! ¿Saben lo significativo que eso es para un niño de 8 años? Yo le pedí que me dejara abrazarlo. Lo apreté mucho. Era mi forma de decirle que valoraba su confianza y que lo quería, porque en realidad es así, es un niño al que quiero mucho.
Por fin entró a su aula muy calmado. Y estuve pendiente el resto del día. Sé que le tomará un tiempo adaptarse y hacerse de nuevos amigos, pero también sé que no es una decisión arbitraria o carente de criterio, sino pensando en su bienestar. Si él pudiera tener la perspectiva que nosotros como docentes tenemos, estoy segura que entendería todo.
Anoche, fui a correr un poco para liberar el estrés del día ajetreado que tuve. Mientras recordaba lo ocurrido, no saben cómo me sentí. En ese lapso en el que sólo éramos Dios y yo corriendo, tuve muchas ganas de llorar. Así, de la nada, sin más. Y fue porque yo he sido ese chico muchas veces. Es más, yo creo que todos hemos sido este chico alguna vez.
No nos parece lo que Dios ha decidido en nuestra vida. Nos rehusamos a los cambios que duelen. Nos resentimos con Él y no queremos ni hablarle. Creemos que nos ha fallado. Sentimos que lo que nos ha ocurrido es demasiado para enfrentarlo. Tenemos tantas preguntas por esos desvíos inesperados en la vida...Y nuestro Dios, tan Fiel como es, está ahí hablándonos, pidiéndonos que confiemos en Su voluntad, rogándonos que le veamos, tratando de convencernos que todo ese dolor tiene un propósito, diciéndonos que Él tiene una perspectiva que nosotros no tenemos, que sólo es cuestión de tiempo para que veamos las cosas mejorar, está recordándonos que nos ama y que Sus planes jamás nos harán daño.
Desconozco tu situación actual. Quizás estás como mi estudiante, llorando, sin entender lo que está pasando, negándote a someterte a Su voluntad, dolido, lleno de incertidumbre...pero aunque no puedas verlo por ahora, te aseguro que tu Dios, tu Papá, está frente a ti, diciéndote "te pido que confíes en mí, yo no voy a tomar una decisión que te haga daño". Él está preguntándote "¿confías en mí?"
Espero que como este chico, puedas responderle que SI.
"El Señor le dijo: <<Confía en Mí, porque Yo estoy contigo>>" Jueces 6:16 RVC
"Yo sé lo que estoy haciendo. Tengo todo resuelto-son planes para cuidarte, no para abandonarte, planes para darte el futuro que esperas" Jeremías 29:11 (The Message Version-Traducción Personal)
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Bello!!! Inspira...pude sentir el relato como que yo lo hubiera vivido....bendiciones!!
ResponderBorrarGracias por leer Destellos. Que bueno que el Señor te hable por este medio. Por favor, pasa el link a tus contactos para seguir bendiciendo otras vidas.
BorrarHola Dome! Muchas gracias por dejarte usar por Dios. No tenes idea como esa frase tan sencilla de "¿Confias en mi? impacto mi vida. Que Dios te siga usando y bendiciendo mucho!!! Saludos a toda tu familia! :)
ResponderBorrarAti!! Qué gusto saber de ti. Gracias por tus palabras. Gracias al Señor por hablarte. Por fa compartí el blog con tus contactos. Un abrazo y saludos a todos por allá!!
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