Por recomendación de una amiga vi la película "Little Boy" (El Gran Pequeño). Me tocó verla sola, pero eso fue lo mejor, porque lloré inconsolablemente por buen rato. Días después senté a mi familia en la sala para que la vieran y....volvimos a llorar!
No voy a describir la película entera acá, para no arruinarte la sorpresa (cosa que detesto). Pero quiero contarte lo que aprendí de ella y la enorme lección práctica que vi.
Pepper, alias Little Boy, admira a un súper héroe de paquín muy de moda de su época. De alguna manera, él llega a creer que tiene el poder de mover cosas al igual que este súper hombre. El domingo en la iglesia, el sermón de la semilla de mostaza captura su atención. En su mente infantil, quiere combinar el súper poder de mover cosas con la fe representada por esa minúscula semilla.
El sacerdote de su iglesia escucha con curiosidad las creencias, un poco distorsionadas, del niñito. Pone una botella en su escritorio y lo reta a moverla. Pepper estira sus manos hacia ella y hace todas las fuerzas posibles para lograrlo. Nada pasa. El religioso lo reta de nuevo. El niño intenta con más ahínco...y de pronto...el sacerdote mueve la botella con sus propias manos!!! Little Boy no entiende por qué hizo eso, parece molesto. Pero el sacerdote le responde "Yo la moví, pero tú me hiciste moverla"
Increíble. Cuando ese hombre vio a Pepper apretar sus dientes, hacer fuerza con todo su cuerpecito y tratar de mover la botella con todas las energías, se conmovió, no pudo resistirse, simplemente hizo por él lo que él no podía lograr solo y por eso decidió mover la botella.
De eso se trata la fe, ¿no es cierto? Una lección tan sencilla que una película me recordó.
Cuando uno de nosotros insiste e insiste, cuando no podemos sacarnos ese anhelo del corazón y de la mente, cuando oramos y oramos, nuestro Padre es conmovido, no puede resistirse y mueve lo que nosotros no podemos mover solos.
El problema es que muchas veces no insistimos tanto, renunciamos rápido, o somos intermitentes, una semana tratamos con todas las fuerzas y la siguiente ni tratamos. El chiquitín de esa película me enseñó que debo creer de forma constante, que debo ser atrevida, que no importa si parezco loca creyendo que cosas imposibles pueden suceder ¿y eso qué? al final, mi fe está puesta en Aquel cuya mano SI puede mover la montaña que sea.
Entonces ¿qué montaña necesitas que sea movida? ¿cuán fuerte estás tratando? ¿cuán constante es tu fe?
No confíes en tu propia fe, aunque tenerla agrada a Dios y es necesaria para nuestra vida cristiana, la verdad es que es Él el que mueve las montañas. Es Él el que observa a Sus hijos insistiendo con todas sus fuerzas, es Él, el que como ese sacerdote, no puede resistirse más cuando uno de nosotros está creyendo como niño.
Así que atrévete, aférrate a esa semillita de mostaza, sigue creyendo, insiste, haz ruido en tus oraciones, confía, quizá falta poco para que tu fe logre que Él mueva lo que necesitas que sea removido.
Recuerda, Él lo mueve, pero tú lo haces moverlo.
"En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que sea acerca a Dios tiene que creer que Él existe y que recompensa a quienes lo buscan" Hebreos 11:6 NVI
"Jesús le dijo: -¿No te dije que si creías ibas a ver la grandeza de Dios?" Juan 11.40 PDT
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