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En estos días de vacaciones he avanzado en la lectura de un libro muy bueno, que se llama "El Regreso a La Cabaña", de C. Baxter Kruger (todos deberían leerlo!), el cual es, por así decirlo, la continuación de uno de mis libros favoritos de toda la vida. Entre otras cosas, me impacta la forma en que el autor te muestra la doctrina de la Trinidad, pero sobre todo, cómo en sencillas lineas te repite una y otra vez cuánto fuimos amados por ese Dios perfecto. Confieso que Dios usó esas páginas para volverme a recordar que yo no soy nadie, que yo no hice nada para merecerlo y más bien, hice todo para condenarme. Sin embargo, fui amada, fui creada con un plan-Su plan-en mente.
En esta Semana Santa me es bien fácil agradecer de forma superficial el sacrificio de Cristo en la cruz. Hasta lloro viendo las escenas de Su muerte mostradas en una obra teatral o en las películas, pero la mayor parte del tiempo, no estoy profundamente consciente de quién soy yo y quién es Él y lo infinitamente endeudada que estoy.
Debo ser honesta, no soy tan buena. Cualquier persona que lee este blog pensaría que soy muy cristiana. Lo cierto es que no es así. Estoy llena de miseria humana, la miseria que el pecado nos heredó. Sufro del "Síndrome de Hermana Mayor del Hijo Pródigo". Me he creído más digna, más fiel, más limpia, más obediente que otros. Me he sentido con derecho a reclamarle a mi Papá por bendecir a mis hermanos pródigos.
Soy muy buena juzgando a los demás. No saben la facilidad con la que los condeno. Muchas veces soy incapaz de dar Gracia. Me gusta señalar las fallas de otros...Si, esa soy yo.
La paciencia no es una de mis virtudes. Detesto que las cosas no se hagan a mi manera. Quiero siempre tener la razón. Me cuesta mucho ir al ritmo de otros. Soy capaz de decir palabras de juicio con una facilidad sorprendente.
Y no se diga cuando se trata de reconocer mis propias fallas y pedir perdón. En realidad, eso casi no ocurre. Me avergüenza decirlo, pero es la verdad. Creo que muy pocas personas en mi familia y entre mis amigos podrían narrar una ocasión en que les pedí perdón. Si, pienso que debo añadir orgullo profundo a mi lista.
Creo que la letra de esta preciosa canción de Jesús Adrián Romero (Es por tu Gracia) que comparto en este post, describe a perfección mi sentimiento de hoy. He engañado a mucha gente por mucho tiempo, pero en Su presencia, cuando sólo estamos Él y yo, sin máscaras, sin testigos, sin gente a la cual impresionar; no hay opción, no hay excusas, esa soy yo...una humana imperfecta, amada por un Dios perfecto, que necesita con desesperación ser cubierta con Gracia cada 24 horas-y en ocasiones, con más frecuencia que eso.
El Viernes Santo no sólo es un día para recordar y agradecer el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo y para postear versículos que hablan de eso. Es también para tomarse un tiempo para enlistar todas aquellos rasgos, hábitos y defectos de carácter que nos descalifican de la Vida Eterna. Todo aquello que nos hacía merecedores de morir en esa cruz. Y luego, ir a Su presencia, y ponernos de acuerdo con Él sobre todo el pecado que contenemos.
Yo estoy segura que nadie me soportaría, nadie viera una cosa buena en mí, sino fuera porque Aquel que es Perfecto me amó, me salvó, me rescató, me redimió y me está santificando día a día. Yo no merezco nada de Él. Sigo luchando con infinidad de cosas en mi vida, pero en una fecha como hoy, agradezco enormemente que me haya amado, que haya soportado todo eso porque me quiere con Él para toda la eternidad.
¿Qué hay de ti? ¿Quién eres cuando nadie te ve? ¿Cuáles son las apariencias que has mostrado a los demás? ¿Cuáles son las máscaras que has estado usando? ¿Qué defectos de carácter te cuesta admitir? ¿Has estado inconscientemente creyéndote mejor cristiano que otros? ¿Te has vuelto, como yo, un juez de tus hermanos que fallan?
No pierdas más tiempo. No termines este día sin ir a la Presencia del Señor para ponerte a cuentas con Él. Dale significado a esta Semana Santa. Deja que Su Gracia te invada y te sobrepase. Inúndate de Su perdón.
Señor Jesús: Gracias por amarme, gracias por tu sacrificio, gracias porque me sigues dando de Tu Gracia día con día. Gracias porque eres el Único que me conoce cuando nadie me ve y aún así, me sigues amando como cuando moriste por mí. Te amo mi Señor.
"Todos nosotros nos hemos extraviado como ovejas; hemos dejado los caminos de Dios para seguir los nuestros. Sin embargo, el Señor puso sobre Él los pecados de todos nosotros" Isaías 53:6 NTV
"Pues las Escrituras dicen: ¡No hay ni uno solo que sea justo!" Romanos 3:10 DHH
Hace casi 10 años, mientras se llegaba el temido momento de ir al cementerio a enterrar a mi papá, yo, sin darme cuenta, comentaba con otras personas cosas como "nos vemos en el aeropuerto" (refiriéndome al cementerio)
Luego, una amiga me hizo notar mi equivocación después de haberlo dicho varias veces, entendí que no era una casualidad. Dios había puesto esa idea en mí. Y es que si te pones a pensar bien, en realidad eso son los cementerios terrenales para los que tenemos esperanza de vida eterna.
El año pasado sepultamos a un amigo y a mi abuelita y estuve de nuevo en ese lugar, donde una placa de mármol tiene el nombre de mi papá, y recordé lo que Dios me había mostrado años atrás. Esta semana falleció un pastor de mi iglesia después de una lucha terrible contra el cáncer y acompañamos a su familia en el cementerio. Estando ahí, reviviendo mi propia pérdida, el Señor me volvía a poner esa idea en mi cabeza: los cementerios son el aeropuerto de los cristianos.
Tú conoces las escenas de lo que pasa en un aeropuerto, hay mucha gente que llora, se despiden tristes, porque saben que va a pasar un buen tiempo antes de ver a su ser querido de nuevo, pero eso no significa que se despidan sin esperanza, pues la mayoría de ellos SABEN que se verán de nuevo.
Enfrentar la separación física de alguien que amamos es algo muy duro, una prueba que a mi juicio, no se puede superar sin estar dependiendo a diario del Señor. Pero los que hemos puesto nuestra fe en Él para salvarnos, tenemos que mantener eso en mente, nuestra separación es momentánea, ese adiós que damos en el cementerio es sólo un trámite, pues tarde o temprano, les veremos de nuevo. Es normal y saludable experimentar el dolor que eso conlleva y claro que vamos a atravesar un proceso de recuperación. Sin embargo, nuestro dolor tiene fin, pues nuestro Dios volverá por nosotros y estaremos juntos por la eternidad adorándole a Él.
Si estás sufriendo por la pérdida de alguien que partió-recientemente o hace algún tiempo-, te recuerdo de parte del Señor, que no te has despedido para siempre, que ese lugar donde sus restos humanos fueron sepultados, sólo fue una puerta en la que le dejaste para que abordara un avión. Ellos viajaron antes que nosotros, pero les volveremos a ver después de que hayamos cumplido nuestro propósito acá en la tierra o cuando el Señor vuelva. Pero lo cierto es, que tenemos esa esperanza bienaventurada.
Piensa en lo poderosa que es esa verdad de nuestra fe. Ellos no fueron borrados para siempre, les dejamos en el aeropuerto de los cristianos. Solo cambiaron su lugar de residencia. Cumplieron con los requisitos para ser ciudadanos de aquel lugar. Ahora nosotros debemos vivir consagrados al Señor si queremos abordar el avión que nos lleva al mismo sitio donde ellos están.
La próxima vez que estés en uno de esos lugares a los que la gente acá llama "cementerios", recuerda que no es así, es el Aeropuerto de los Cristianos, el lugar donde les decimos nos veremos de nuevo algún día.
"Conforme a lo dicho por el Señor, afirmamos que nosotros, los que estemos vivos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, de ninguna manera nos adelantaremos a los que hayan muerto. El Señor mismo descenderá del Cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre. Por lo tanto, anímense unos a otros con estas palabras" 1 Tesalonicenses 4:15-18 NVI
Hace más de un año decidí que ya no vería noticias, por mi salud mental según mi criterio. Pero es prácticamente inevitable no darse cuenta, por las redes sociales o por las solas pláticas cotidianas con la gente, la terrible situación de violencia e inseguridad que vivimos.
Tal vez te identifiques conmigo. He pasado por episodios de enorme carga por mi país, o de culpa por no orar lo suficiente o por no hablar del Señor a otros. Luego, me envuelvo fácilmente en mis propios asuntos y olvido todo.Y no es hasta que leo algo en Twitter, o escucho que cerca de la casa de un conocido ocurrió algo feo o pasan cosas horribles que son informadas a nivel nacional, que vuelvo a sentir que mi paz se perturba.
La semana pasada fue durísima. Enterarme de esa masacre donde asesinaron a 11 trabajadores me quebró. Estaba en mi oficina, casi al mediodía, cuando empecé a ver la cantidad de posts propagando la noticia. No pude más, me quebré. Sentí un peso grande en mi cuerpo. Sólo empecé a llorar y a pedirle al Señor-casi exigirle-que hiciera algo ya. (Que mandara un rayo sobre todos los malos o algo por el estilo)
Creo que muchos tuvieron la misma reacción. Nos indignamos, nos enojamos, nos llenamos de impotencia, culpamos a uno que otro funcionario del gobierno. Al menos, sentimos algo aún.
Y así, en el transcurso de ese día yo sólo pensaba en la angustia de esos 11. Pensaba qué sintieron cuando los emboscaron, cuando vieron aparecer a pandilleros armados. ¿Cuál habrá sido su último pensamiento? ¿Se habrán puesto a cuentas con Dios? Mi cabeza daba vueltas con tantas y tantas preguntas. En medio de eso, me acordaba que habían 11 familias desgarradas, sufriendo por la pérdida de sus esposos/hijos/hermanos/padres y trataba de orar de la mejor forma posible para que Dios consolara sus vidas, aunque parecía imposible de suceder.
Mi pastor nos ha dicho muchas veces que la clave para que el cambio se de está en los cristianos. Una amiga me lo decía más directo "nosotros tenemos la culpa porque no nos hemos puesto en la brecha para clamar por el país" Creo que ambos tienen razón. Es nuestra responsabilidad, es nuestro llamado.
¿Cuándo dejó de dolernos el dolor de otros? ¿Por qué pasamos las páginas de las malas noticias como quien ve un libro de cuentos? ¿A dónde se fue la carga por la gente que no le conoce? ¿Por qué repudiamos a los delincuentes y no clamamos por su conversión? ¿Cuánto de nuestro tiempo de oración (si lo tenemos) es dedicado a clamar por el país? ¿Por qué nuestra primera reacción ante tanta mala noticia es culpar al gobierno en vez de doblar rodillas e interceder?
Recuerdo los datos de una encuesta de una universidad local, en el que se decía que prácticamente el 40% de la población se identificaba como cristiana (http://www.uca.edu.sv/publica/iudop/Web/2009/boletinrel_2009.pdf). Digamos entonces que 2.5 millones de salvadoreños somos cristianos, somos salvos, conocemos la verdad. Si cada uno de nosotros oramos UN minuto al día por nuestro país, habrían 2.5 millones de minutos en intercesión registrados a diario en el Cielo. Si lo ves así, no es difícil, cualquiera de nosotros puede hacerlo. Todos tenemos UN minuto libre al día. Creo que el problema es querer hacerlo.
Piénsalo, UN minuto al día. Un minuto menos en redes sociales, un minuto menos en tu celular, un minuto menos de pensar sin rumbo acostado en tu cama, un minuto menos de pelear en el tráfico, un minuto menos quejándote...es sólo UN minuto.
¿No te duele El Salvador? ¿No te preocupa el rumbo de tu nación? ¿No quieres interceder por el futuro de tus hijos? ¿No te desgarra el corazón que a diario hay niños esperando a sus padres volver, lo cual nunca pasará? ¿No te carga que cada día hay nuevas viudas?
Ya estuvimos mucho tiempo siendo testigos pasivos. Levantémonos, salgamos de nuestra comodidad, pídele al Espíritu Santo que te de su sentir, que te comparta un poquito de lo que su corazón siente por el sufrimiento de nuestro país.
¿Acaso no lo recordamos? Nuestro Dios es el Todopoderoso, el Dios de imposibles, Él puede hacer algo por esta tierra, Él puede transformar hasta el corazón más duro, Él puede!! Pero clamemos por eso, intercedamos, ya basta de conformarnos a vivir así, ya basta de creer que las cosas no van a cambiar, ya basta de hacer a nuestro Señor pequeño, ya basta de la insensibilidad.
Un día daremos cuentas de cuánta luz y cuánta sal fuimos acá. Asegúrate de ponerte en la brecha por tu país. El Salvador urge de cristianos comprometidos, no de cristianos egoístas que se conformen con estar bien ellos. Ama a tu país, ora, intercede. Da UN minuto al día. Aunque tome meses o años, seamos fieles. Empecemos a ver los milagros suceder.
¿Te pones en la brecha conmigo UN minuto al día?
"Yo he buscado entre esa gente a alguien que haga algo en favor del país y que interceda ante mí para que Yo no los destruya, pero no lo he encontrado" Ezequiel 22:30 DHH
"Si se humillare mi pueblo, sobre el cual Mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces Yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados y sanaré su tierra" 2 Crónicas 7:14 RVR60
"Jesús los miró y les dijo: -Humanamente hablando es imposible, pero para Dios todo es posible" Mateo 19:26 NTV