Después de varios años, decidí abrir de nuevo una célula en mi casa. Como todo lo valioso, ha costado un poquito el arranque. Han habido semanas en las que está todo listo y por diferentes motivos, se ha cancelado de última hora.
Sinceramente, en alguna ocasión he pensado que quizás no era el momento para tener una célula, o que no debo insistir en invitar a las personas que no tienen la cortesía de al menos decir "no, gracias".
Simultáneamente, mi iglesia está pasando un proceso de transición en estos días. Todos nos estamos acomodando a los cambios. Tanto los que somos de casa, como los miembros de la filial que se está fusionando con nosotros.
El domingo anterior, subió al púlpito uno de los líderes de la filial en mención. Resulta que ese líder fue miembro de una célula de jóvenes que mi hermana y yo dirigimos varios años atrás. Él fue invitado por otro asistente y fue bastante fiel mientras la célula existió. Supe que empezó a congregarse en mi iglesia en un horario diferente al mío, pero luego le perdimos el rastro.
Repentinamente supe que se había ido a apoyar la filial que se formó como hace 4 años. Me alegré de saber que seguía siendo cristiano. Luego, no supe mayor cosa de su vida.
Ahora, es parte del equipo de liderazgo de la iglesia y verlo en la plataforma durante el culto, me hizo reflexionar sobre aquel versículo: "Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que no cuenta ni el que siembre ni el que riega, sino sólo Dios, quien es el que hace crecer" (1 Corintios 3:6-7 NVI). Él mismo le dijo a mi mamá una vez: "todo comenzó en su casa".
¿Te das cuenta? Muchas veces hacemos cosas que parecen tan insignificantes. Sembramos semillas tan minúsculas, que ni nosotros mismos las valoramos como es debido. No estamos conscientes que no depende de nosotros, que es el Señor el que cumple Su propósito.
Sé que todos los que estamos involucrados en algún ministerio, pasamos por temporadas de desánimo y de sobrecarga. Tal vez hasta atravesamos épocas en las que no nos sentimos apreciados o queremos renunciar. Pero por favor, NUNCA menospreciemos lo que Dios puede hacer en la gente a través de nuestro servicio. Claro que si todo se tratara de tu esfuerzo y el mío, el éxito sería paupérrimo. PERO se trata de Él, de lo que Él puede hacer en las vidas de la gente a la que ministramos o servimos.
Yo lo olvido con frecuencia. Me decepciono cuando veo que la gente tiene su vida 'patas arriba' y aún así no quieren buscar a Dios ni aceptan ayuda. Me hace sentir molesta que no se comprometan en su relación con el Señor...por eso, necesito de vez en cuando que Dios me recuerde que esto no se trata de mí, sino de Él. Mi trabajo es ser fiel al máximo. No importa si la gente es fiel o no. Yo debo reportarme para el deber cuando me corresponda y ya.
Quizás mis ojos nunca verán la obra final de esas semillas en las personas a las que sirvo, pero eso no debe limitarme. Mi recompensa viene del Cielo...Pero quizás también, alguna vez el Señor volverá a permitirme ver vidas transformadas, cambios significativos y destinos alterados. Y me susurrará: "fuiste parte de esto"
Así que hermanos, ¡sigamos! ¡vamos con todo lo que tenemos! ¡sigamos sembrando esas semillas! ¡seamos fieles!. Nuestro Dios puede sorprenderte, puedes tener entre tu grupo a un futuro siervo sin saberlo. Aunque no veas muchos cambios por ahora, aunque parece que es una misión imposible, ¡sigue!. Es Su obra, no la tuya. Él la respaldará. Él hará.
"El que siembre y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo" 1 Corintios 3:8 NVI
"Pídeme que te de las naciones como herencia y hasta el último rincón del mundo en propiedad, y Yo te los daré" Salmos 2.8 DHH
"Me dijo: <<Israel, tú eres mi siervo, en ti me mostraré glorioso>> Y yo que había pensado: <<He pasado trabajos en vano, he gastado mis fuerzas sin objeto, para nada>> En realidad mi causa están en manos del Señor, mi recompensa está en poder de mi Dios" Isaías 49:2-4 DHH
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