domingo, 24 de julio de 2016

El Poder de Vivir En Comunidad

Fue en el año 1991 cuando cada sábado unos vecinos llegaban a casa a invitar a mi mamá a sus "reuniones". Más de una vez ella nos pidió que la negáramos. O cuando no se podía esconder, les respondía de forma esquiva, rechazando la invitación.

Ellos no se cansaron. No recuerdo el día exacto, pero lo cierto es que mi mamá finalmente aceptó ir. Creo que fue porque mi papá se había ido del país y ella no la estaba pasando tan bien a cargo de tres hijos. Lo que si sé es que desde que ella llegó a esas reuniones, nada fue igual. Nunca se fue. Se quedó. Nos quedamos todos.


Con el tiempo, aceptamos ir a la iglesia a la que nuestros vecinos asistían. Nunca nos fuimos. También ahí nos quedamos. Y veinticinco años después, ahí seguimos. Empezamos a conocer gente que parecía tenernos cariño de verdad, gente realmente interesada en nosotros. No fue difícil integrarnos y sentirnos parte de esa congregación....Y todo comenzó con un grupo pequeño, con unas personas interesadas en nuestra familia, con un pastor de los que ya casi no hay ahora, de esos que realmente te discipulan de forma cercana y sacrifican horas por ti...Eso fue lo que el Señor usó para traer salvación verdadera a mi familia...un pequeño grupo.

Unos le llaman célula, otros, grupo familiar; la verdad es que no importa el nombre, lo que importa es el poder que existe en estas pequeñas comunidades de personas imperfectas, no es un poder tangible, pero existe, es real. Hay lazos invisibles que te unen a tus hermanos, hay promesas implícitas que todos están comprometidos a cumplir, hay códigos de confidencialidad que no nos atrevemos a romper porque sabemos que nos será demandado.

Los dolores más grandes de mi vida los he pasado de la mano de los que estaban en mi grupo. Me fue terriblemente mal cuando me salí de esa comunión semanal. Volví cual hija pródiga, con dolor, vergüenza y culpa. Y nadie me dijo una sola palabra de recriminación. Sólo llegué, me senté y lloré. Recuerdo muy bien ese día jueves. Glorioso jueves.

Conozco a muchas personas que han superado enfermedades terribles, infidelidades, divorcios y duelo, gracias a ese grupo de hermanos que les dieron apoyo. 

Perdónenme si parezco poco objetiva, pero creo que es casi imposible que un cristiano crezca y sobreviva a las pruebas si no lo hace apoyado en un grupo de personas que le sostengan. La vida cristiana no fue diseñada para vivirse así. Si no fuera de esa manera, el mismo Jesús se hubiera encargado de demostrarnos mientras estuvo en la tierra, que tener una comunidad de amigos en la fe no es necesaria. Sin embargo, Él se rodeó de un grupo con el que se volvió cercano. Él nos enseñó que el que camina solo en la Fe, no va  a llegar muy lejos. Es más, envió a sus seguidores a predicar de dos en dos (Lucas 10:1). Otro ejemplo es el apóstol Pablo, que siempre tuvo compañeros en su ministerio. 

Mientras lees esto, te animo a no luchar solo. Intégrate en tu iglesia. No basta con asistir cada domingo y ser el hermano incógnito. Así no vas a crecer. Necesitas tener comunión con otros cristianos para solidificar tu fe. Necesitas a alguien a quien rendirle cuentas. Ser pastoreado y tener un líder espiritual, trae humildad a tu vida. No eres invencible, no eres súper poderoso. Eres un humano vulnerable que necesita desesperadamente la Gracia que una comunidad de hermanos puede darle.

Si tu iglesia no funciona con la estructura de células, entonces involúcrate en uno de los ministerios que existen, lo vital acá es que no seamos náufragos sobreviviendo solos en una isla desierta. Experimenta la bendición de saber que con un texto que envíes o una llamada que hagas, habrá gente dispuesta a ayudarte y orar por ti, porque te conocen y eres parte de su comunidad.

Si alguna vez perteneciste a un grupo así, te aliento a integrarte de nuevo. Puede ser que alguien ahí te haya fallado, pero debes entender que somos imperfectos y en proceso de santificación intensivo. No dejes que el enemigo use la falla de otros para aislarte. Pon tus ojos en Aquel que no fallará nunca.

Y si nunca has tenido esta experiencia, ¿qué esperas? ¿cuánto tiempo más vas a luchar solo? Deja de llevar las cargas por tu cuenta, hay muchas manos dispuestas a ayudarte a compartir ese peso. Y eventualmente, te va a tocar a ti hacer lo mismo por otros.

Y para los que ya estamos ahí, nunca olvidemos cuál es la finalidad de nuestros grupos, no descuidemos la comunión, no dejemos batallando solo a ninguno, pidámonos cuentas, estemos ahí para el que lo necesite, démonos Gracia unos a otros-vaya que sí la necesitamos!- no perdamos el rumbo, luchemos juntos, sigamos, seamos fieles, lleguemos hasta el final.

Mi oración al escribir esto es que cada cristiano experimente de forma personal el poder de vivir en comunidad. 


"Después Jesús subió a un cerro, y llamó a los que le pareció bien. Una vez reunidos, eligió de entre ellos a doce, para que lo acompañaran y para mandarlos a anunciar el mensaje"                     Marcos 3:13-14 DHH

"¡No hay nada más bello ni más agradable que ver a los hermanos vivir juntos y en armonía! Es tan agradable ver esto como oler el buen perfume de los sacerdotes, perfume que corre de la cabeza a los pies...A quienes viven así (en armonía), Dios los bendice con una larga vida" Salmos 133:1-2,3b TLA

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