jueves, 8 de febrero de 2018

Cuando Una Injusticia Toca Tu Vida

Es bien fácil llenarse de ira e impotencia cuando sientes que estás en medio de una injusticia.


Recientemente, me sentí así, cuando llegué a una oficina a pedir ayuda en una situación personal y no recibí la solución que esperaba. Me indigné, porque no estaba ahí por mi culpa, si no, por la irresponsabilidad de alguien más. Tenía ganas de mandar a la policía a traer a esa persona para que diera la cara y resolviera el asunto. Pero no podía...


Creo que casi todos hemos experimentado alguna vez una injusticia: una promoción laboral que le fue dada a otro que no la merecía, una traición, pagar una deuda que no es tuya, difamación, abandono, promesas que no se cumplieron, etc.


Mientras manejaba de regreso en esa ocasión, iba llorando y presentando mi caso delante de Dios. De inmediato, recordé aquel encuentro que el profeta Natán tuvo con el rey David (2 Samuel 12). Cuando David pensó que se había librado de la consecuencia de sus pecados-asesinato y adulterio- Dios envió al profeta a contarle una especie de parábola. 

"Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico tenía numerosas ovejas y vacas; pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él" (vv 1-4)


La Biblia narra que David se indignó contra aquel hombre rico de la historia y Natán le respondió: "ese hombre eres tú" (vv. 7). Dios le hizo ver que cometió un terrible pecado e injusticia al poner sus ojos en Betsabé, la esposa de Urías heteo y mandar a matarlo para quedarse con ella. David era el rey, él podía tener las mujeres que quisiera y era próspero materialmente; pero injustamente destruyó un matrimonio y confabuló para asesinar a Urías.


Me tranquilizó recordar que mi Dios es Justo. La justicia no es una mera cualidad que Él posee, es parte de Su naturaleza, es quien es Él. Urías estaba muerto, nadie se había dado cuenta de la verdad, pero Dios, el Justo, no lo pasó desapercibido, Él entró en acción para ejercer justicia.


Me he encontrado con muchos cristianos que me predican y me dicen que si Jesús mismo sufrió injusticias, ¿qué estoy esperando yo? Tienen razón, sé que a veces voy a recibir injusticias y no seré recompensada en lo absoluto. Pero Dios también me ha demostrado en muchas ocasiones, que Él es fiel a Sus promesas, a pesar de mi infidelidad (2 Timoteo 2:13). También sé que hay leyes espirituales que siempre se cumplen y que todo lo que sembramos, cosecharemos (Gálatas 6:7).


Lo único que debo recordar-y es la parte que menos me gusta-es que no me corresponde a mí meter las manos y buscar hacer justicia. 


Hay situaciones específicas en las que simplemente no podemos hacer nada. Solamente hay que renunciar a nuestro derecho de pelear, de reclamar o de exigir y dar un paso al lado. Dios obra a Su manera: "No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, Yo pagaré, dice el Señor" (Romanos 12:19)

Si has sido objeto de una injusticia, te entiendo, sé lo que se siente. Conozco la lucha con las ganas de desquitarse, comprendo ese impulso para buscar una forma de ser compensado, sé lo que es llorar de rabia...pero también he vivido en el pasado la vindicación del Señor...sé de primera mano que Él cumple Su Palabra, que Él pelea por nosotros (Éxodo 14:14), que Él no tolerará que uno de Sus hijos quede avergonzado por causa de alguien que actuó injustamente.

Probablemente ni tú ni yo veremos lo que Dios hará con la fuente de injusticia, y es más, quizás no va a actuar como tú y yo quisiéramos, porque Él da Gracia infinitamente más allá de lo que nosotros entendemos. Pero ese ya no es nuestro asunto. Dejémoslo a Él. 

Lo que sí nos corresponde hacer es presentar nuestra causa en Su presencia y renunciar a diario a nuestro derecho de venganza. Luego, confiemos con expectativa que Él traerá justicia a nuestra vida, Él nos compensará, Él nos restituirá mucho más de lo que perdimos (Job 42:10), Él hará una sanidad completa y genuina, no sólo remiendos; Él nos dará razones para sentirnos bendecidos, tanto así, que la injusticia recibida quedará opacada. Sólo es cuestión de tiempo, sigue esperando en la justicia de tu Padre.


"Él hará resplandecer tu inocencia como el amanecer, y la justicia de tu causa brillará como el sol del mediodía" Salmos 37:6 (NTV)

"Ningún arma que te ataque triunfará. Silenciarás cuanta voz se levante para acusarte. Estos beneficios los disfrutan los siervos del Señor; Yo seré quien los reivindique. ¡Yo, el Señor, he hablado!" Isaías 54:17 (NTV)

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