En mi lista de agradecimientos con frecuencia aparecen mis amigos. No sé cómo, pero por alguna razón he sido capaz de conservar amistades por 10, 20 y hasta casi 30 años. La verdad es que soy una persona complicada y aun así varios han decidido quererme y aceptarme en sus vidas y las de sus hijos.
Sé que me he portado mal con algunos de ellos; no fui paciente, no valoré lo suficiente la relación, no quise que me preguntaran sobre mis problemas, entre algunas de las razones que puedo mencionar. También, puedo enumerar a varias amistades que se portaron mal conmigo, que no fueron transparentes y que decidieron alejarse (y doy gracias a Dios por ello).
Sin embargo, el Señor me ha enseñado en los últimos meses a valorar mucho más a los amigos que vienen de Él. Hablo de esos amigos que te edifican, que te alimentan, con los que puedes abrir el corazón recíprocamente sin problema. Hablo de esos que la Biblia llama “hermanos en la angustia” (Prov. 17:17).
Les confieso que cuando he estado en medio de decisiones necias, viviendo fuera de la voluntad de Dios; han llegado algunos de estos amigos fieles y me han caído mal, he rechazado sus consejos o llamados de atención, me he resentido silenciosa o descaradamente y he preferido evadirles porque me incomodan.
Pero ¿adivinen qué?...siempre han tenido la razón.
No es hasta que estás en medio del dolor que pudiste haber evitado o pagando las consecuencias de tus decisiones insensatas, que valoras a esos amigos, esos a los que yo llamo “amigos que estorban”. ¿Estorbo? Sí, porque son los que Dios usa para hacerte notar tu pecado, son los que te recuerdan la Palabra cuando la estás ignorando, los que te señalan el camino correcto, los que te advierten si vas directo a un despeñadero (Prov. 12:26).No sé si es la madurez que llega con la edad, pero agradezco muchísimo por los amigos que me estorban para pecar y para equivocarme. He decidido que no quiero amigos que celebran mis metidas de pata, que no son capaces de mostrarme que me he desviado o que no me hagan acercarme al propósito de Dios para mí.
Pero por otro lado también quiero convertirme en una amiga así, una amiga piadosa, una amiga que estorba, que advierte, que lleva a sus amigos a los principios de la Palabra, que no es testigo pasivo del debacle espiritual de los demás (Prov 27:9). No quiero que se me demande por no haber estorbado a mis amigos (Prov. 27:17). Quiero, con amor y humildad, ser de las que se ganan el derecho de reprender y amonestar a los amigos que están presentes en mi vida.
¿Qué tipo de amigos estamos siendo? ¿Somos de los que estorban a los demás en su pecado? ¿O somos de los que por llevar la fiesta en paz, nos quedamos callados?
Te invito a examinar tus amistades en oración y que le pidas ayuda a Dios para ser la clase de amiga que acerca a sus amigos a Jesús.
“Los justos dan buenos consejos a sus amigos, los perversos los llevan por mal camino”. Proverbios 12:26
Publicado originalmente en el blog de Cefad Women, El Salvador.
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