Comenté hace unos días que mi hermana había sido intervenida por un problema en su esófago. Ese problema se llama Acalasia.
Antes de saber exactamente lo que ella padecía, pasamos unas semanas angustiantes porque estábamos muy preocupados al ver que ella empezó a tener problemas para deglutir hasta que finalmente era imposible comer, ya que simplemente la comida "no le pasaba".
Después de varios exámenes médicos el diagnóstico fue Acalasia. Nadie en la familia había escuchado ese nombre antes y menos entendíamos de qué se trataba exactamente o cuál fue la causa que la provocó.
Cuando el especialista nos explicó algo de la enfermedad y nos mandó a investigar al respecto, me quedé sorprendida. Las dos posibles causas de la Acalasia son: Defecto Congénito o Mal de Chagas, que es producido por una picadura de chinche.
Me volví una investigadora exhaustiva durante esas semanas. Leí todo tipo de información, mientras esperábamos por la cirugía de mi hermana. Descubrí que una picadura de chinche es virtualmente letal. Existía la posibilidad que mi hermana hubiera sido picada hace incluso 20 años, pues de acuerdo a las investigaciones, una vez la chinche te pica, defeca sobre tu piel, luego tú al rascarte hieres tu piel y las heces del animal entran a tu torrente sanguíneo y te causa una infección que se queda a vivir en ti. Pueden pasar años hasta que el veneno de ese parásito provoque síntomas y normalmente se manifiestan por problemas cardíacos serios o por afectar la motilidad y el tamaño del esófago.
Yo estaba sorprendida de cómo podemos llegar incluso a perder la vida como consecuencia de tener almacenada una infección parasitaria en nuestro cuerpo sin saberlo.
Creo que algo similar puede pasarnos en nuestra vida espiritual. Podemos tomar decisiones y hacer cosas hoy que no tienen consecuencias inmediatas; pero eso no significa que no hayan dejado su veneno en nosotros. Algunos podemos pasar meses o hasta años creyendo que la libramos y que aquello que nadie supo no va a causar daño. Esa adicción que practicamos en secreto, esa infidelidad, aquella mentira que dijimos, aquel dinero que tomamos, esa amistad que nunca cortamos, aquel encuentro sexual casual, y muchas otras cosas cuyo veneno sigue metido en tu alma, tu mente, tu corazón e incluso tu cuerpo.
Si decidiste guardar el secreto, ten por seguro que como una picadura de chinche, es sólo cuestión de tiempo para que los síntomas se manifiesten o para que la verdad salga a la luz.
Gracias al Señor, en el caso de mi hermana se descartó que padeciera Mal de Chagas. No hay veneno que combatir.
Y en nuestro caso, la única forma de matar el veneno de las acciones y decisiones del pasado, es correr a ponernos a cuenta con Dios, usar el antídoto de Su perdón para que no hayan consecuencias en el futuro que tengamos que lamentar.
No te tardes, desinféctate. Saca el veneno de tu vida. Dios es experto en eso.
"El Señor dice: Vengan, vamos a discutir este asunto. Aunque sus pecados sean como el rojo más vivo, Yo los dejaré blancos como la nieve; aunque sean como tela teñida de púrpura, Yo los dejaré blancos como la lana" Isaías 1:18 DHH
"No puedes encubrir tus pecados y salirte con la tuya. Encuentras misericordia al admitirlos y dejarlos" Proverbios 28:13 (The Message, traducción personal)
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