Después de muchos años, decidí volver a clases de Inglés para perfeccionarlo un poco. Hace un par de semanas nos tocaba hacer el examen final antes de graduarnos del último nivel. Llegamos puntualmente, ya que sabíamos que es un examen largo y queríamos tener todos los minutos posibles.
La primera parte del examen era el "Listening". En lo personal, es la parte que más me cuesta, así que me concentré de tal manera que sólo estaba pendiente de marcar la respuesta correcta, ya que la prueba era de opción múltiple y teníamos una hoja en la cual marcábamos nuestras respuestas.
A medida fui leyendo la segunda parte del examen descubrí lo impensable: mi examen tenía todas las respuestas correctas marcadas!!! Yo estaba confundida, primero pensé que Dios me ama tanto que hizo que me dieran las respuestas para que me graduara hasta con honores. Luego, comencé a ver a un par de compañeros y supe que todos teníamos la misma prueba (debo confesar que me dio tristeza no ser la única bendecida!).
Yo de verdad no sabía si confiarme, pensé que quizá era una trampa para ver si caíamos. Por eso decidí hacer todo el examen sólo para corroborar las respuestas. A medida avanzaba, el estrés iba desapareciendo y comprobaba que efectivamente las respuestas estaban resaltadas en negrita. Yo adrede "me equivoqué" en algunas, calculando que iba a sacar un 90.
Pero ya casi terminando, comenzó esa vocecita que estoy segura ustedes ya han escuchado: ¿No vas a decir nada? ¿Vas a aceptar esa nota que sabés que no es tuya? ¿Y no le dejás a tus estudiantes hacer trampa? ¿Vale la pena quedarse callada? ¿Esto es honestidad? En fin, entregué mi examen con una decisión tomada: independientemente de lo que mis amigos hicieran, yo enviaría un correo a la coordinadora para reportarle lo qué pasó.
Cuando salí del aula, cabizbaja y meditabunda, mi sorpresa fue que me encontré a algunos de mis compañeros que estaban discutiendo el asunto. Nos juntamos 4 de los 6 estudiantes. Yo les dí mi punto de vista y les dije que era auto-engañarnos y que era mejor que habláramos todos. Así que, casi en contra de mi voluntad, caminamos a la oficina de la coordinadora esa misma noche y le contamos lo ocurrido.
Ella no podía creerlo. Revisó las pruebas y comprobó lo que le dijimos. Alguien cometió ese error al sacar copias. Hubiésemos sido la generación con los más altos puntajes en la historia. Pero puntajes que no ganamos. Ella agradeció nuestra honestidad y nos felicitó y dijo que luego nos informarían qué medida se iba a tomar para evaluarnos.
Dos días después nos informaron que como premio a nuestra honestidad (estoy siendo sarcástica), realizaríamos el examen TOEIC (Test of
English for International Communication), el cual tiene ciertos rangos
de puntuación para medir tu manejo del idioma. Nosotros debíamos sumar
un score de los rangos superiores.
Yo
no podía creerlo, ser honestos no nos benefició, al contrario, nos
perjudicó, porque nos avisaron 48 horas antes que haríamos un examen por
el que la gente usualmente paga tres meses antes de tomarlo. Eso era
injusto!! Y lo peor es que si no llegábamos al score necesario, no nos
graduaríamos.
No
tengo que decirles el estrés que viví en esas 48 horas, hice varias
prácticas en linea tratando de prepararme aunque sea un poco, pero
sentía que era insuficiente.
El
día llegó y yo traté de hacer mi mejor esfuerzo. Yo pensé que si no
llegaba al score requerido iba a reclamar porque me parecía injusto no
haber sido preparada antes de esa prueba. Pero, una semana después nos
dieron el resultado. Lo aprobé!!!...Fiuuuff!! Qué descanso!!
Sé
que en la vida nos pasan cosas que prueban nuestra honestidad. Y quizá
no son cosas tan grandes como un examen que definirá si serás promovido o
no. Pero pueden ser cosas "pequeñas": una mentira blanca, un vuelto que
no dimos, contar algo exagerando los detalles, inventar excusas por
llegar tarde, comprometerte a algo sabiendo que no lo vas a hacer,
contar tu versión a tu conveniencia, ser parcial para juzgar a alguien,
pensar mal de la gente aunque no lo digamos.
Y por otro
lado, conozco de muchos casos en los que la honestidad estuvo ausente y
se pagó un alto precio por ello. Conozco de matrimonios que se acabaron o
dañaron porque uno de los cónyuges no fue 100% honesto. Conozco de
personas que perdieron su empleo por ser deshonestos. Conozco de
cristianos que perdieron un gran ministerio por sus mentiras. Conozco de
relaciones que se deterioraron porque la confianza fue traicionada.
Conozco de personas que hoy se lamentan por haber escogido una doble
vida antes de elegir la honestidad.
Sé que ser honesto muchas veces sale caro. En mi caso, cuando me dieron mi nota y mi diploma supe que había valido la pena.
Si
has estado luchando con decir toda la verdad, no lo pienses más.
Siempre será la mejor elección. ¿Con quién necesitas ser transparente
hoy? ¿Tu pareja, tus padres, tu jefe, tus hijos, tus amigos? ¿Y qué hay
de Dios?
El precio de la honestidad es alto; pero como una joya finísima, vale lo que cuesta.
"Tú quieres que yo sea sincero; por eso me diste sabiduría" Salmos 51:6 (TLA)
"Procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres" 2 Corintios 8:21 (RVR1960)
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