lunes, 26 de mayo de 2014

Ya No Quiero Ser Salvadoreña

HISTORIA 1.
Todos los medios de comunicación cubrían la noticia de una masacre en mi país; seis pescadores habían desaparecido. Todos sospechaban lo peor. Un buen grupo de personas salió en su búsqueda. Familia, amigos, policías, reporteros, todos buscando a éstos seis hombres. 

Un señor de unos 60 años atraía a las cámaras, Don Ramón, era el padre de tres de los pescadores. Encontró la camisa de uno de sus hijos y dijo a los medios: "me fregaron la vida" (en realidad, él usó una palabra con j...) Su cara lo decía todo. El dolor que sólo un padre siente ante tales circunstancias. No hacían falta las palabras, cualquiera podía interpretar su expresión.  

Los seis cuerpos fueron hallados en una fosa clandestina. Estoy segura que ese padre jamás imaginó que le iba a tocar enterrar a uno de sus hijos, y mucho menos a tres de ellos. Ahora debía preparar un funeral triple. ¿Puede un ser humano soportar semejante dolor?

HISTORIA 2.
Una jovencita de no más de 18 años acababa de ser mamá. Cuidaba de su hijita de tres meses. Por ahí dicen que mantenía una relación amorosa con un pandillero. Otros pandilleros la interceptaron de noche cerca de un cementerio y le dispararon. Lo indignante de ésta historia es que ella estaba amamantando a su bebé en ese instante. A los delincuentes eso no les importó. La niña fue alcanzada por una bala.
La madre murió en el lugar del ataque, la niña fue llevada al hospital. Gracias a Dios está bien, la bala sólo lesionó uno de sus bracitos. 
¿Qué va a pasar con esa niña de ahora en adelante? El vínculo que se genera entre una mujer y sus hijos en la etapa de lactancia se cortó de tajo. ¿Qué le dirán cuando pregunte por su mamá? ¿Qué sentirá cada vez que vea la cicatriz de su brazo? El dolor producido por una bala ya no existirá, pero ¿y el dolor de crecer sin su madre?

HISTORIA 3.
El  mismo día de la primera masacre. Al filo de mediodía las redes sociales se inundaron de una nueva mala noticia. Otra masacre. Ésta vez dentro de un autobús. Los asesinos dispararon indiscriminadamente, al parecer sin un objetivo específico, sólo por matar. Dos hombres intentaron huir, ellos los alcanzaron, sus cuerpos quedaron en plena carretera junto a la puerta trasera del autobús. El recuento: 6 muertos en la escena y un tanto más heridos. Uno de los fallecidos venía hacia la capital a visitar a su hijo que estaba ingresado en el hospital, venía con el tiempo justo para llegar a la hora de la visita. Lamentablemente nunca llegó. ¿Quién va a responder las preguntas de ese niño cuando regrese a casa y no vea a papá? ¿Y si necesita medicinas por su enfermedad? 


HISTORIA 4.
La hija de una compañera de trabajo es periodista. Trabaja en uno de los principales periódicos del país. Una de sus experiencias recientes me dejó sin palabras; pero me sacó muchas lágrimas. 
A ella le tocó cubrir una noticia de esas que son tan comunes en mi país: un nuevo asesinato. El cuerpo del muchacho había quedado en la calle. Al llegar, ya habían muchas personas. Era pleno mediodía. Debían esperar a que las autoridades llegaran a hacer el reconocimiento del joven, por lo que no podían mover el cadáver.  El padre del muchacho no lo entendía. En medio de su angustia gritaba pidiendo que alguien tapara a su hijo porque "se estaba asoleando". Impresionante. 
¿Quién tendría el valor de decirle a ese papá que su hijo ya no sentía el sol? Estoy segura que nadie. 

HISTORIA 5.
En el interior del país una abuela ve llegar sola a su nieta de 5 años a su casa. Ella vive a 2 kilómetros de distancia. Le sorprende verla sola.
La niña lleva una noticia: Sus padres fueron asesinados la noche anterior por unos hombres que entraron a su casa. Afortunadamente a ella no le hicieron nada. Pero ella no alcanza a entender qué ha pasado. 
Los reportes dicen que la pareja fue asesinada hace más de 10 horas. La niña dice que se quedó todo ese tiempo "rezando para que ellos se despertaran". 
¿Cómo se borra de la mente de una niña la imagen de sus padres muertos y llenos de sangre? ¿Podrá superarlo alguna vez? ¿Por qué nuestros niños tienen que vivir ese tipo de cosas? 


Todas éstas historias son reales y ocurrieron en la última semana en mi país. Debo confesar que en un impulso al conocer éstas noticias expresé "ya no quiero ser salvadoreña". Quería tener la capacidad de tomar un avión, sacar a la gente que amo de éste país e irnos todos a un lugar más seguro. 
Pero una o dos madrugadas después no podía dormir y Dios trajo a mi mente el testimonio de Kay Warren, la esposa del pastor Rick Warren. Ella usa un término muy curioso al describir lo que sintió cuando Dios la estaba llamando a hacer algo por los huérfanos del genocidio de Ruanda: "gloriosamente arruinada".

Admito que soy una criticona. Soy muy buena echándole la culpa al gobierno por los altos índices de inseguridad. Pero este fin de semana he sentido un fuerte llamado a hacer algo. No tengo ni la más mínima idea de qué hacer. Creo que mi oración ferviente a diario es el mejor comienzo, pues reconozco que tengo ratos de no ser fiel en orar por mi país.

Otro buen paso es contagiar a otros. Si eres de mi país, te invito a dejarte "arruinar gloriosamente". Deja de quejarte, de repartir culpas y de lamentarte por la inseguridad que tenemos. "Arruínate" por dentro cada vez que veas o escuches una de esas noticias que se han vuelto tan habituales. Hay gente sufriendo. Únete conmigo a orar por esta nación. Dediquemos al menos 5 minutos al día para poner a El Salvador en las manos de El Señor.

Y si tú eres de otro país, te animo a clamar por los problemas propios que estén atravesando. Y si tienes unos minutos, al terminar de leer esto, te suplico que pidas por mi país. Lo necesitamos con urgencia.

Me retracto públicamente: Quiero ser una Salvadoreña que haga la diferencia.

"Y si mi pueblo, el pueblo que lleva mi nombre, se humilla, ora, me busca y deja su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré sus pecados y devolveré la prosperidad a su país" 2 Crónicas 7:14DHH

"La oración eficaz del justo puede mucho" Santiago 5:16 RVR60

Fuentes: www.elsalvador.com 
www.laprensagrafica.com
www.elblog.com/noticias/

viernes, 16 de mayo de 2014

Lo Que Un Niño Pide A Sus Padres Separados

Un chico de 4° grado,  ha estado dando problemas de conducta y de rendimiento académico. Conozco un poco de su situación familiar y decidí citar a los padres para el día siguiente, motivada por una travesura que su hijo hizo: decidió jugar en el baño con otro compañerito, mojando todo y por supuesto empapándose  ellos también.

Los padres están separados desde hace más de dos años. Primero llegó el papá y al preguntarle sobre el niño y la mamá, respondió: "no sé".

Comenzamos la reunión dándole el reporte de los maestros y después de varios minutos llegó la mamá y se incorporó. Supe que el niño vive con la mamá-de nuevo. Digo de nuevo, porque desde que está en el colegio ha ido y venido de la casa de ambos padres cualquier cantidad de veces. Lo último que supe es que estaba con el papá; pero ahora eso ya cambió.
Luego de hablar con los padres y darles a conocer la postura del colegio sobre la situación del chico,  y después de tratar que nos pusiéramos de acuerdo por el bien de él, pedí que el niño entrara a la oficina. Obviamente estaba nervioso. Le expliqué en un lenguaje que él pudiera entender, todo lo que habíamos hablado y las posibles consecuencias que vendrían si él no cambiaba los aspectos negativos que se habían mencionado. Mientras su mamá lloraba, él guardaba silencio y nos veía a todos con una carita de asustado. 

Luego, su papá interrumpió y empezó a llamarle la atención y a pedirle cuentas por su comportamiento. Sentí que no era el momento para eso. 

Después me dirigí de nuevo al niño y le pedí que si tenía algo que decir, lo dijera con toda libertad. Le pedí que fuera honesto y nos expresara si había algún problema con sus maestros, compañeros, el colegio o cualquier otra cosa. Él sólo guardaba silencio.

Yo un poco atrevida, le pregunté si era algo relacionado con sus padres. Sus ojos se llenaron de lágrimas de inmediato y su cara se puso roja. Era obvio que estaba frenando su llanto. Su respuesta después de unos momentos fue: "quiero que pasen más tiempo conmigo", diciéndolo con voz suave y entrecortada.

Sabiendo que sus papás están separados, para mí, sus palabras tenían todo el sentido del mundo. Su comportamiento reciente es una llamada de atención para ellos. Es un grito para ser escuchado. Y en situaciones como ésta, debo admitir que me cuesta muchísimo aplicar las consecuencias disciplinarias que las normas del colegio me piden aplicar. 

La mamá no pudo hablar. Ella sólo lloraba. El papá entendió que su discurso debía cambiar. Comenzó a hablarle y decirle que lo quería, que era lo más importante en su vida y en la de su mamá también. Luego le dijo "te amo". Noté que no es algo que esa familia se diga con frecuencia. El efecto fue tal, que después de esas palabras, todos estábamos llorando. 
("Cada padre debe recordar que un día su hijo seguirá su ejemplo en vez de su consejo")

Acordamos varias cosas que haremos de ahora en adelante y que el chico pondría de su parte por mejorar. Y también que los papás harían un enorme esfuerzo por dedicarle más tiempo y no castigarle con no dejarle ver al otro.

Ésta fue una de esas reuniones no cotidianas, que me dejaron pensando mucho y sintiendo una gran carga por este niño y tantos más en situaciones similares. Terminé deseando tener el poder de cambiar su entorno, o la capacidad para gritarle a todos los papás del mundo que no vale la pena que den todo en sus trabajos o ministerios, si descuidan a las personas más importantes de su vida.

Si eres papá o mamá, examina si tu vida refleja lo que para ti es más importante. Pregúntale a tus hijos, si se sienten lo más importante para ti, aún por encima de tu trabajo, tus hobbies o tu ministerio. Si reconoces que la balanza de tu vida está desproporcionalmente inclinada hacia otra cosa que no sean tus hijos, es momento de hacer unos cambios.

Para este chico, oír que sus padres lo aman y pasar más tiempo con ellos es lo único que necesita y pide. ¿Qué necesitan tus hijos de ti? ¿Los estás escuchando? Si lo haces, te podrías llevar muchas sorpresas.

"Los hijos que tenemos son un regalo de Dios. Los hijos que nos nacen son nuestra recompensa" Salmos 127:3 TLA

miércoles, 7 de mayo de 2014

Mi Perro Sufre De Ataques De Ansiedad

Su nombre es Lucas. Cumplió 11 años hace un par de meses. Y a veces no sé qué hacer con él.

De unos años para acá, empezó a mostrar un comportamiento extraño cuando llovía fuerte. Empezamos a notar que se ponía nervioso y buscaba estar cerca de nosotros hasta que la lluvia pasara.

Después, ese comportamiento comenzaba con sólo escuchar las primeras gotas de lluvia caer. A veces ni llovía fuerte, se trataba de una llovizna; pero él siempre tenía miedo.

Una cosa más que desarrolló fue que buscaba subirse a cualquier cosa que lo alejara del suelo. Se subía a los sillones, a las camas, etc. Un día estaba solo en casa y le tocó enfrentar una tormenta fuerte. Se subió a la parte de la casa que tiene segunda planta y se tiró adonde los vecinos para huir de la tormenta. Gracias a Dios no le pasó nada a pesar del salto considerable que hizo. Supongo que él se siente seguro cuando está a cierta altura.

Él no era así cuando estaba más pequeño. Desconozco qué evento lo marcó tanto como para traumarlo de esa manera. A veces quisiera que existiera un psicólogo de mascotas (algo como la Doctora Juguetes, pero de carne y hueso!) para que lo analizara y me dijera cómo podemos ayudarlo a superar su trauma.
Debo confesar que en muchas ocasiones me he enojado con él por esa conducta, e incluso hasta le hemos pegado en las madrugadas que llueve y él rasca desesperadamente la puerta para que lo dejemos entrar a la casa. Y no les hablo de unos cuantos aruñones a la puerta, me refiero a literalmente golpes, empujones y llantos sin parar que muchas veces nos han despertado a media noche y todo porque ha comenzado a llover. Dígamos que entre más fuerte es la lluvia, más desvelo tenemos.

Y ahora, que la temporada de invierno ya comenzó en nuestro país, se imaginarán.

Este último fin de semana yo estuve enferma. Me sentía bastante mal y literalmente pase un día entero acostada. Justo ese día que yo quería descansar estuvo lloviendo bastante. Y Lucas empezó a portarse como siempre. Como sólo estaba yo en la casa, ¿adivinen adónde corrió? ¡Exacto! ¡A mi cuarto! Y como estar en "lo alto" le da cierta tranquilidad, pasé bajándolo de mi cama a cada rato.

Llegó un momento en el que llovía más fuerte, que me desperté asustada porque sentí como mi cama temblaba, y era porque Lucas estaba sobre ella temblando del miedo. En ese momento, en mi cabeza somnolienta un pensamiento se cruzó: "tenele compasión, él realmente está asustado, no tiene a quién acudir para sentirse seguro" (escribo esto con lágrimas en mis ojos). El sueño se me fue y puse mi brazo sobre él para tratar de tranquilizarlo. No saben cuánto temblaba. Me acosté a la par suya y comencé a hablarle y a apretarlo para que se sintiera un poquito más seguro.
(Traté de tomar un par de fotos de su ataque de ansiedad. No salieron tan perfectas)

Él se tranquilizó un poco, aunque no del todo. Después de un rato, dejó de jadear con la lengua de fuera, temblaba menos y la lluvia paró y se bajó solito de la cama. Yo me pregunté de dónde había venido ese pensamiento y supe que era Dios queriendo darme una de esas lecciones que Él usualmente me da,  valiéndose de cosas cotidianas que vivo. Y ésta vez usó a mi perro.

Porque para ser honesta, muchas veces me he comportado como Lucas. Enfrento situaciones a las que les temo demasiado, empiezo a pensar en todo lo malo que me puede pasar en el futuro y cuando menos siento, ya estoy hiperventilando y hasta con un ataque de ansiedad, abrumada por los "¿y que si´s?". La diferencia es que Lucas corre de inmediato a buscar a quien puede darle seguridad. Rasca la puerta y llama nuestra atención para que le ayudemos. Y yo no siempre hago eso. Yo trato de arreglármelas por mi cuenta, busco refugio en lugares equivocados, sólo para descubrir que eso no quita la ansiedad ni el miedo, ya que vuelven como fantasmas una y otra vez.

Pero ahí está Él. De hecho, nunca se ha ido. No le echa llave a su puerta para que no entremos cuando tengamos miedo. La puerta está abierta de par en par. Es más, creo que no le molesta que nos subamos a Su cama y queramos estar pegaditos a Él. Más bien, lo disfruta. Para Él está bien si llegamos temblando, llorando, gritando o sin poder respirar. Nos espera para tener compasión de nosotros. Porque Él sabe que estamos asustados, que somos unos miedosos y que necesitamos sentirnos seguros. Si un perrito puede despertar compasión en el corazón humano, cuánto más podemos encontrar en Su corazón!

¿Qué te ha estado produciendo ansiedad recientemente? Corre hacia el Único que puede darte paz y seguridad.

"¿Cómo podré dejarte, Efraín? ¿Cómo podré abandonarte, Israel?...¡Mi corazón está conmovido, lleno de compasión por ti! Oseas 11:8 DHH