sábado, 16 de agosto de 2014

Serie Dejar Ir- Dejando Ir Tu Derecho A Negar El Perdón

Tuve mi primer novio en el colegio. Nos distanciamos un tiempo al graduarnos, pues él me confesó que había tenido un desliz con una vecina suya. Luego nos rencontramos cuando yo estaba en el segundo año de la Universidad. Parecía que habíamos madurado mucho en ese tiempo y él fue bien claro y directo al decirme que quería retomar la relación; pero ahora de manera muy formal, involucrando a mis padres y cosas por el estilo.

También al volver a vernos me contó que el desliz con su vecina había tenido consecuencias y se había convertido en padre. Me dio testimonio de cuanto su vida había cambiado por esa experiencia y me aclaró que la relación con la vecina no había prosperado y él aportaba todo lo que su hijo necesitaba, pero nada más.

Justo cuando teníamos programada la visita que él haría a mi casa para conversar con mis padres, mi mamá y mi hermana lo vieron en un centro comercial muy cariñoso con otra mujer...y ¿adivinen quién era? La vecina!!! Descubrí que ellos eran pareja y vivían juntos desde que ella quedó embarazada. Así es, tenían una familia.
Recuerdo que estuve albergando resentimiento y enojo contra él porque no podía creer lo cínico que había resultado. Aunque no lo crean, él intentó comunicarse un par de veces después que mi mamá lo vio con su señora y lo siguió para reclamarle (esa es mi mami!!!). Eso, lejos de hacerme dudar, me terminó de convencer que él era un hombre taaann deshonesto que no lo quería en mi vida.

Pasé algún tiempo rogándole a Dios que no me lo encontrara, porque no me sentía lista. Luego, le rogaba a Dios verlo, pues había repasado una y mil veces lo que iba a hacer y decir. Estaba preparada para cualquier escenario: verlo solo, verlo con su señora, verlo con sus hijos...en fin, yo me iba a desquitar.
A veces, Dios intentaba tratar conmigo ese tema y yo estaba en negación diciendo que simplemente tenía derecho a desquitarme. Me sentía con derecho de vengarme, pues claramente yo había sido la víctima y no me parecía justo que él hubiera intentado verme la cara.

Ahora me parece gracioso que Dios NUNCA permitió que yo lo viera. Amigos y familiares lo veían con frecuencia y yo nada! Pasaron los años y reconocí que estar enojada con él no valía la pena. Ya no me sentía burlada, engañada ni victimizada. No puedo señalar el  momento preciso en que ocurrió, sólo sé que Dios lo hizo, tomó esa maraña de emociones negativas y deseos  porque le pasara algo malo y dejó de ser importante para mí. Lo que sí puedo señalar es que fue hasta que dejé ir lo que éste hombre me había hecho, que Dios pudo obrar. 

Años después me topé con él en un restaurante. Yo estaba sola esperando a alguien y él con un grupo de compañeros de trabajo. (Tranquilos, no hubo cachetadas ni gritos!!!) Fue un poco incómodo; pero luego, él me solicitó unos minutos para pedirme perdón por lo que me había hecho. No les puedo explicar; pero en ese momento todo lo que él decía no me importaba pero ni una pizca. Simplemente había dejado de significar algo para mí y entendí que ese encuentro era necesario para darme cuenta que yo estaba sana.

Ésta sólo es una de muchas situaciones en las que Dios se encarga de hacerme ver que no es Su voluntad que viva atada a algo o alguien por el lazo del resentimiento. Y Él es como un doctor, que no puede empezar a hacer su labor de sanidad, si yo como paciente, meto mis manos y me auto-diagnostico y auto-medico...es hasta que suelto mi derecho a desquitarme y desearle mal al que me dañó, que Él puede comenzar a sanar. Lo que Él haga para que la otra persona tenga consecuencias por lo que me hizo, es Su problema, no el mío.

Si estás luchando con otorgarle el perdón a alguien que te dañó recientemente o hace mucho tiempo, te aseguro que una vez vayas a la Presencia de Dios y decidas soltar tu resentimiento, cuando menos lo sientas, ya no vas a desear vengarte y vas a estar sano de tu alma.

Un famoso líder religioso dijo alguna vez que el resentimiento es el veneno que tú te tomas, esperando que se muera el que te hirió...Así que, decídete, ya no te sigas envenenando!!

"Queridos hermanos, no busquen la venganza, sino dejen que Dios se encargue de castigar a los malvados. Pues en la Biblia Dios dice: ´A mí me toca vengarme. Yo le daré a cada cual su merecido´..." Romanos 12:19 TLA

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