Abram dejó ir su tierra y su parentela para poder recibir lo que se había planeado para él y hasta su nombre cambió a Abraham, el padre de multitudes.
José se vio forzado a dejar ir su comodidad como hijo menor y favorito de su padre, ya que Dios sabía que ese doloroso proceso era la única manera de prepararlo para la fama y el poder que llegaron después, al punto de hacerlo un salvador de su familia y el vice-presidente de Egipto.
Rut tuvo que dejar ir su duelo por haberse convertido en una viuda joven y además sus creencias y tradiciones, para recibir el privilegio de ser la esposa de uno de los solteros más codiciados de su tiempo en Belén...y como bono adicional, formar parte del linaje del rey David y de Jesucristo.
Ester dejó ir sus propios planes y los temores con que luchaba, para aceptar los planes que en el cielo se habían trazado para ella y muy valiente se convirtió en la voz defensora de todo el pueblo judío...y para compensarla un poco, Dios la dejó ser nada más y nada menos que la reina del imperio más poderoso de esa época.
Viví el proceso de separación y divorcio de una amiga a la que quiero mucho. Y no fue hasta que ella finalmente se rindió y dejó ir su propia voluntad, que la Voluntad Perfecta de Dios se llevó a cabo en su vida y ahora vive un sólido matrimonio con un hombre que ama y teme a Dios y que ya había sido aprobado en el cielo para ella.
Otra amiga luchó años para ser mamá, hasta el punto de estar resentida con Dios porque su deseo no era cumplido. Ahora ella testifica que cuando dejó ir su propio deseo y comenzó a orar porque otra persona cercana a ella pudiera embarazarse, finalmente, sin estar muy aprehensiva como antes, descubrió que estaba esperando a su primer hijo.
Recuerdo como alguien me compartió de su amargura e inconformidad por el trabajo que tenía. Y que a pesar de buscar incesantemente uno nuevo, nada sucedía. Llegó a un punto de rendición a Dios y soltó su descontento. Comenzó a dar gracias por su trabajo y poco a poco esos sentimientos se fueron diluyendo. ¿Y adivinen qué pasó? Así es, ahora tiene un nuevo y mejor trabajo.
Éstos son sólo algunos ejemplos de personas que aprendieron, a veces con mucho dolor, que dejar ir es mejor que luchar por retener algo/ a alguien, sobre todo si ésto no es lo que Dios quiere.
Como lo he dicho antes, con Dios, la mayoría de cosas suceden al revés de nuestra lógica. Cuando dejamos ir y aparentemente nos quedamos sin nada en las manos, Él se encarga de traer lo nuevo, lo mejor, lo soñado, para llenar nuestras manos de nuevo.
Personalmente sigo teniendo episodios en los que quiero seguir aferrada a algo que sé que Dios me está pidiendo soltar. Pero siempre termino rindiéndome, estoy aprendiendo a dejar ir, porque sé que lo mejor está por venir...hay una esperanza dentro de mí que me dice que confíe, que Dios superará mis expectativas, que si la espera ha sido prolongada es porque lo que llegará lo merece.
Sé que tú también lo sabes. Sé que dentro de ti estás consciente de qué cosas Dios te está pidiendo dejar ir. Sé que has estado luchando. Sé que cuesta rendirse y sentirse vacío momentáneamente. Sé que puede doler y llenar de miedo...pero confía...aunque suene ilógico, dejar ir es en realidad la única forma de recibir.
"Convertiré su duelo en gozo, y los consolaré; transformaré su dolor en alegría" Jeremías 31:13 NVI
sábado, 30 de agosto de 2014
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