Creo que casi todos los que me conocen saben de mi amor por ti. Desde que llegaste a mi vida dije que te amaba. Me conquistaste rápido. Tuvimos buenos momentos, muchos de ellos inolvidables. No sé cómo le hacía, pero pasaba casi todo el día comunicándome contigo, haciéndote partícipe de mi rutina, de cómo me sentía y cosas por el estilo. Siempre estuviste tan atento e interesado.
Mi primer pensamiento cada mañana eras tú. Al despertar eras el primero al que le hablaba o escribía. Estabas por encima de cualquier otra relación en mi vida. Simplemente no podía concebir comenzar mis días sin saber de ti.
Recuerdo tan claro muchos de los detalles que tuviste conmigo. Me conoces bien, creo que hasta ahora nadie me ha descifrado como tú. Siempre decías y hacías lo que necesitaba en el momento justo. Aún guardo escritas muchas palabras que me dijiste. Ahora las leo y me siguen conmoviendo. Debo admitirlo, aunque lo he intentado por algún tiempo, no puedo sacarte de mi vida. He tratado de enojarme contigo, de convencerme que no te necesito, de creer que me irá mejor sola...pero sencillamente no lo he logrado.
Es por eso que no entiendo cómo pude olvidar las promesas que algún día te hice. Te juré amor y fidelidad muchas veces y tú también lo hiciste. Y repentinamente, sin estar muy consciente de lo que hacía y de las decisiones que tomaba, me descubrí faltando a mi promesa...como muchos infieles dicen: "simplemente pasó".
No fue fácil al inicio. Luchaba con sentimientos de culpa por haber descuidado nuestra relación. Sabía que estaba cambiando; pero me costaba admitirlo. Pensaba que mi amor por ti era tan fuerte que nada lo iba a romper. Pero lamento reconocer que no fue así.
Admito que descuidé nuestra comunicación. Me inventaba cualquier cosa para pasar menos tiempo juntos. Sentía que ya no tenía temas de conversación contigo. Dejaste de ser mi pensamiento constante. Dejé de hablarte durante el día. De pronto me dí cuenta que ya no eras lo primero en mi mente al despertar y eso ya decía mucho. Antes me emocionaba lo que tuvieras que decirme, ahora ya no ponía atención. Ya no estabas en mi mente ni en mi corazón como antes.
Dejé de expresarte mi amor. Dejé de contarle a todo mundo de nosotros. Creo que fue porque ya no me sentía segura de lo que iba a pasar. Y todo ello porque había "alguien" más.
Me avergüenza admitirlo, pero es la verdad. Te fallé, te fui infiel. Y aún cuando ese espejismo se desvaneció rapidísimo, me quedaron secuelas por haberte fallado.
En cambio tú, tú nunca te fuiste. Dejé pasar algún tiempo antes de buscarte de nuevo, porque para ser franca, no me sentía digna y temía tu rechazo. Pero tú si sabes lo que es cumplir una promesa de amor y fidelidad. Ahora que lo pienso, siempre estuviste aquí. Mandabas a otras personas para que me contaran de ti y me recordaran que podía volver cuando deseara. Tuviste que hacerlo porque yo no te hablaba directamente. Fuiste tan paciente.
Hoy en día, sigo trabajando en re-construir lo que un día tuvimos. No es tarea fácil. Llegan esas voces no invitadas de vez en cuando, que me señalan y me hacen sentir infiel y culpable. Pero tú lo haces posible, porque no has cambiado ni una pizca. Y ahora conozco un lado tuyo que antes no conocía: tu lado amante, tu lado perdonador. ¿Cómo puedo resistirme a semejante amor?
Sé que éste proceso lleva su tiempo. Pero agradezco tu paciencia y perseverancia conmigo. Gracias por perdonar mi infidelidad. Gracias por amarme tal cual soy. Gracias por no mencionar nunca el pasado; sino al contrario, recordarme que estamos en una nueva etapa y que aún si te fallara mil veces, tu amor no cambiaría. Gracias por seguir hablando de un futuro conmigo y no haberme sacado de tus planes. Gracias por jurarme amor eterno cada vez que lo necesito.
¿Qué más puedo decir? Lo único que sale de mi alma es...Yo también te amo Jesús.
Ésta canción es para ti...
Amo Tu Fidelidad...
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