Recientemente se celebró el Día del Niño en mi país. Con mi grupo de la iglesia planeamos visitar una casa-hogar para celebrarle a estos chicos que por diferentes circunstancias no viven con sus padres y están a cargo de terceras personas.
Unos nos disfrazamos de payasos y entretuvimos al público, otros se encargaron de la logística, otros del refrigerio y así sucesivamente...Fue muy satisfactorio ver a los niños reírse, hacer bromas, saltar, cantar, alegrarse al recibir unos dulces, etc.
Cuando todos estaban disfrutando de la comida, noté que una chica estaba sola. Decidí sentarme a su lado. Mientras ella comía y revisaba todos los tesoros que tenía en una pequeña bolsa plástica que tenía un payaso impreso(tesoros como dulces, bombones, juguetitos, etc), yo empecé a platicar con ella...Le pregunté cosas generales como su edad, grado que estudia, cuántos hermanos tiene (3 de ellos están en la casa-hogar con ella) y cosas por el estilo.
Creo que Rosita se sintió en confianza, pues ella también comenzó a hacerme preguntas similares sobre mi vida, mi trabajo y mi familia. Yo correspondía hablándole de mí.
Llegó un momento en nuestro interrogatorio en el que le pregunté: ¿qué te gustaría recibir para Navidad? Ella se quedó pensando unos segundos mientras comía su porción de pastel. Para "ayudarla" a pensar le dí ejemplos: ¿ropa, juguetes....? Rosita me dijo bien claro: "Una visita..."
Wow. Instantáneamente mis ojos se llenaron de lágrimas. Esas dos palabras me dolieron mucho, casi como una cachetada. Enmudecí. No sé si porque la voz no me salía o porque soy muy cobarde y tuve miedo de hacer el ridículo frente a ella poniéndome a llorar.
Mientras ella se llenaba su boca con restos del pastel que comía sin soltar sus tesoros en la bolsa de payaso, yo me hacía la disimulada limpiándome las lágrimas y el maquillaje de fantasía que usaba. Ambas teníamos la cara un poco manchada, qué curioso...ella por el pastel, yo por las lágrimas...
Esa niña me sacudió sin saberlo. Ella me recordó lo que realmente es importante en esta vida, pues a sus cortos 7 añitos, ha sufrido más que yo. Y es que no es hasta que has perdido todo que aprendes a enfocarte en lo que si tiene valor...y nosotros que tenemos un poco más, qué fácil lo olvidamos!!
Cuando estábamos a punto de despedirnos, varios niños nos dieron palabras de agradecimiento, y para mi sorpresa, Rosita fue una de las emisarias. Habló tan precioso. Me comprobó que ella ha aprendido a tener un corazón agradecido y a apreciar cada pequeña cosa que recibe, sin importar qué.
Yo me comprometí con Rosita y con los encargados de la casa-hogar a volver en Diciembre, para celebrar la Navidad con ellos. Tengo una gran motivación para hacerlo. Quiero cumplirle el deseo a esa niña, quiero llevarle su visita.
¿Y para ti qué cosas son las más importantes? ¿En dónde ha estado tu enfoque recientemente? ¿Por qué no haces una pausa y dejas de pedir lo que te hace falta y comienzas a dar un poquito a las "Rositas" a tu alrededor? Te garantizo que recibirás más de lo que des.
"Y quien dé siquiera un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por tratarse de uno de mis discípulos, les aseguro que no perderá su recompensa" Mateo 10:42 NVI
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