miércoles, 24 de diciembre de 2014

Un Pequeño Mensaje de Navidad

Sé que en ésta época abundan los mensajes sobre esperanza, paz, armonía, nuevas metas, entre otros. Pero yo quiero compartir la historia que más me ha impactado en los últimos días.

Simeón, un hombre al que Dios llama justo y piadoso, tenía una gran carga por su nación. Amaba a su país y se dolía por ver el sufrimiento que ellos tenían. Sin embargo, Simeón, por su cercana relación con el Señor, estaba lleno del Espíritu Santo, y había recibido la promesa de que conocería al Mesías que liberaría a su pueblo.

La Biblia no especifica cuantos años este hombre esperó. Yo imagino que fueron muchos, pues los judíos en general esperaban por su libertador. 
¿Te imaginas? ¿Vivir años esperando una promesa? ¿Ser sostenido día a día tan solo por una palabra que Dios te dio? Quizá Simeón veía cómo las cosas iban empeorando en el aspecto político y económico para su nación y probablemente dudaba a medida envejecía y el Mesías no aparecía por ningún lado.
No se nos brindan mayores detalles del proceso de espera que este hombre vivió. Pero por su reacción al finalmente conocer al bebé Jesús, puedo confirmar que sus palabras salieron del corazón de una persona que estuvo aferrada a una esperanza por mucho tiempo:

"En ese tiempo había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que obedecía a Dios y lo amaba mucho. Vivía esperando que Dios libertara al pueblo de Israel. El Espíritu Santo estaba sobre Siméon, y le había dicho que no iba a morir sin ver antes al Mesías que Dios les había prometido. Ese día, el Espíritu Santo le ordenó a Simeón que fuera al templo. Cuando los padres de Jesús entraron en el templo con el niño, para cumplir lo que mandaba la ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios diciendo: 
-Ahora, Dios mío, puedes dejarme morir en paz. ¡Ya cumpliste tu promesa! Con mis propios ojos he visto al Salvador, a quien tú enviaste y al que todos los pueblos verán. Él será una luz que alumbrará a todas las naciones, y será la honra de tu pueblo Israel" Lucas 2: 25-32 TLA

Creo que el Espíritu Santo inspiró a Lucas para que incluyera este detalle precioso en su libro. La cortísima historia de Simeón, uno de los pocos hombres que vivió por una promesa, pero que Dios quiso contárnosla justo para la época del nacimiento de Su hijo, la época de Navidad.

¿Hay algo que has estado esperando por mucho tiempo? ¿Semanas, meses, años? ¿Dios te dijo algo alguna vez y nada ha sucedido aún?
Pienso que no es casualidad que una historia como esta ocurriera justo en la época de Navidad. Hoy te recuerdo que no importa cuanto tiempo ha pasado, ni lo imposible que el cumplimiento de esa promesa parezca, Dios plasmó la experiencia de Simeón en Su Palabra para que sepamos que la Navidad es un tiempo de volver a creer, de recobrar esperanza, de seguir orando, de soñar con que nuestros ojos verán lo que tanto anhelamos cumplirse.

No dejes que el día de Navidad termine sin volver a aferrarte a las promesas que Dios alguna vez te dio. ¿Quién sabe? Tal vez esta sea la última Navidad antes de que tu respuesta llegue.


"Mas yo esperaré siempre, y te alabaré más y más..." Salmos 71:14 RV60

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