viernes, 30 de enero de 2015

El Orgulloso Que No Se Deja Ayudar

Aquellos días inmediatos a que mi papá falleciera, encontraba alivio solo encerrándome a hablar con Dios. Por ese tiempo acostumbraba a escribir a diario mis oraciones, peticiones o cualquier cosa que sentía que Dios ponía en mi mente y corazón.

Tengo un recuerdo muy claro. Un día, quizá dos ó tres semanas después de que mi papá se fuera, yo le hacía las acostumbradas preguntas al Señor, y una de las más frecuentes era "¿cómo vamos a salir adelante en lo económico?". Ya que solamente mi hermano y yo trabajábamos, y él iba a casarse en unos pocos meses, así que la única que tendría un sueldo en casa, sería yo. Mi mamá y mi hermana jamás habían trabajado para ese momento.

De pronto, hubo una frase que se pasó por mi mente y me interrumpió mientras hacía ese montón de preguntas, yo guardé silencio momentáneamente, pero continué haciéndolas. De nuevo, esa frase volvió a repetirse, parecía que con más fuerza: "Voy a usar las manos de otros para bendecirlos". No fue una visión, una profecía ni nada sobrenatual, sólo esa voz que traía certeza a mi corazón y me daba paz.

Y me dí cuenta que así había sido desde que todo comenzó...
Un pastor de la iglesia que de "casualidad" se encontraba en la ciudad donde fue el accidente de mi papá, se hizo cargo del proceso tan doloroso del reconocimiento del cadáver, de la grúa, de la funeraria (algo que hubiera sido traumático para nosotros) y hasta donó un traje completo que de "casualidad" andaba en su carro para que vistieran el cuerpo de mi papá (Nuestro Dios si que cuida de cada detalle!) La congregación de mi iglesia nos levantó una ofrenda que nos permitió pagar los recibos pendientes y sostenernos por un tiempo. Hubo gente que nos llevó comida. Una amiga que me envió dinero desde el extranjero sin que yo se lo pidiera. Un abogado de la iglesia que trabajaba en un banco en el cual mi papá tenía una cuenta de ahorro y consiguió que en cuestión de dos horas nos dieran un seguro que ni sabíamos que podíamos reclamar. Mi amiga, que sigue siendo como mi hermana, que llegó a casa un día y en silencio nos limpió la refrigeradora y la cocina, y nos las dejó como nuevas (¡¿quién hace eso?!). Y qué decir de tantos y tantos abrazos, palabras de ánimo y oraciones. 
Creo que podría escribir cientos de veces en las que efectivamente Dios ha usado las manos de otros para bendecir a mi familia (Como cuando mi mamá estuvo hospitalizada dos veces en el lapso de un mes y Dios puso gente que nos ayudó desde llevarnos y traernos en su carro hasta con la cuenta del hospital!)...Pero debo ser honesta...si me hubieran dado a escoger, yo probablemente hubiera rechazado mucha de esa ayuda. ¿Por qué? Pues porque me conozco bien y sé que soy bastante orgullosa como para admitir que necesito ser ayudada. No me gusta dar el mensaje de que soy débil. Muy en el fondo me gusta que la gente tenga el concepto de que soy una mujer fuerte y que sabe salir adelante sola.

Y como Dios me conoce tan bien, no me dio opción. Simplemente hizo que esas manos nos dieran esa ayuda y ni nos preguntó! 

Yo he entendido algo. Muchos escondemos nuestro orgullo tras falsa humildad. Decimos "no quiero molestarte" "no te preocupes", cuando lo que queremos decir es "no necesito nada de ti!" "¿quién te pidió ayuda?" "yo puedo solo" y cosas por el estilo. Quizá a veces subestimamos lo que otros pueden hacer por nosotros y creemos que no son capaces de echarnos la mano en algo.  Pero lo cierto es que hay gente que quiere bendecirnos, hay gente que tiene un genuino deseo de ayudarte y muchas veces les quitamos esa bendición porque somos orgullosos y decimos "no, gracias"
Si eres como yo, deja que Dios use más manos para bendecirte. Haz a un lado el orgullo sutil y acepta que a veces necesitas de otros. No eres auto-suficiente, mucho menos un súper hombre o una súper mujer. Eres un ser humano imperfecto, cuyas necesidades son conocidas a perfección por el Creador. Y este Creador muchas veces decide que la ayuda va a llegar a tu vida por medio de las manos de otros.

En los próximos días, cuando alguien te ofrezca ayuda, solo dí : "si, gracias".


"El amigo siempre es amigo, y en los tiempos difíciles es más que un hermano" Proverbios 17:17 TLA

"También nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás. Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado..." Romanos 12:5-6 NVI

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