Los meses se convirtieron en años y Sara quiso ayudarle al Señor a llevar a la realidad Su promesa. Abraham aceptó sin renegar. Embarazó a la criada y nació Ismael.
¡Ahora sí!¡La promesa es una realidad! De Ismael llegará la descendencia de Israel. ¡Celebremos! ¡Brindemos! Dios cumplió lo que dijo...Ehhh, no...Momento. Dios le dio a Abraham un rotundo NO.
- Este no es el hijo que pensé para ti Abraham.
- Pero Señor, Sara estuvo de acuerdo ¡Míralo que lindo es! Él no tiene la culpa. Seré el mejor padre del mundo.
- Te dí mi promesa y no la he cumplido aún. ¿Te acuerdas? ¿Las estrellas, el cielo, la arena del mar?
- ¿Pero cuándo Señor? ¿Y ahora qué hago con Ismael?
- Pronto. Confía en mí. Tu esposa Sara dará a luz un hijo.
Y Abraham aceptó lo que Dios le dijo y mandó lejos a Ismael y Agar. 25 años después llegó el milagro. (Génesis 12, 15-18, 21)
Pienso que Sara, muy en el fondo supo desde el principio que eso no era lo ideal. Dentro de ella no había paz, no sentía un real gozo, sólo había conformismo y una resignación forzada a aceptar "lo segundo mejor". Bueno, criaré al hijo que mi esposo tuvo con mi sirvienta lo mejor que pueda, quizá eso era lo que el Señor quería...
Pero su Dios tenía un plan mayor: Isaac.
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La vida había sido injusta con José. Demasiado diría yo. Terminó vendido como esclavo en Egipto, acosado sexualmente por una mujer y encarcelado por acusaciones falsas de intentos de violación.
Conoció al ex-jefe de los coperos y al ex-jefe de los panaderos del rey en las celdas. Interpretó sus sueños y le suplicó a uno de ellos que se acordara de él cuando el rey lo re-instalara en su trabajo.
Eso nunca sucedió. El jefe de coperos salió de la cárcel y jamás se acordó del buen muchacho José.
José puso su esperanza en la recomendación de ese hombre, parecía su única oportunidad de ser libre y tratar de recuperar su vida. Pero, Dios tenía un sueño más grande, muchísimo más grande para José. Dos años después, el faraón tuvo unos sueños que nadie supo descifrar. Fue entonces que el jefe de los coperos se acordó de José. Su interpretación fue tan acertada que el faraón lo hizo el gobernador de todo el país. (Génesis 37, 39-41)
De la cárcel al gobierno. De ser un preso a ser un funcionario público. De no tener nada a tener el poder de dirigir una nación. ¿Qué tal ese plan divino?
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El rey David, hizo todo mal desde el principio. Conoces la historia: Adulterio con Betsabé, asesinato con premeditación, alevosía y ventaja sobre Urías y ahora la viuda está libre y embarazada del rey. Había que casarse de inmediato. Esta era la mujer que Dios siempre había soñado para el hombre conforme a Su corazón...al menos, David así lo creía.
Nació el hijo de esa relación. La Biblia nos describe que enfermó gravemente. David, como un padre desesperado, oró y ayunó por la salud de su bebé. Una semana después, ese bebé falleció y David supo que era consecuencia del pecado (2 Samuel 11 y 12)
Piénsalo. Dios tenía el poder de sanar a ese niño. Sin embargo, aunque humanamente hablando sea difícil entender la decisión del Señor, ese bebé no era el sucesor que Dios había soñado para el trono de su nación Israel.
David pudo haber reclamado a Dios por llevarse a su hijo, pero Él le hizo saber que tenía un plan mejor. Tiempo después, de la misma Betsabé, nació el próximo rey, Salomón.
(Siga recto. Siga el camino de Dios)
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El Rey de Reyes y Señor de Señores oró con la mayor angustia "Padre mío, si es posible, líbrame de este trago amargo; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres Tú" (Mateo 26:39 TLA)
No necesito contarte el desenlace. Lo sabes. Su Padre dijo NO. Porque había un plan supremo llevándose a cabo. Tu salvación y la mía estaban en juego.
Jesús pudo haber acabado ahí Su misión. Ya había dejado una huella en la humanidad, ya había predicado el evangelio, ya había hecho decenas de milagros, ya había preparado a varios discípulos. Pero lo "segundo mejor" no era suficiente. Había que cumplir el "máximo mejor".
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¿Qué hay de ti?
¿Hay promesas sin cumplirse aún? ¿Has sufrido injusticias y parece que Dios no hace nada? ¿O el pecado te ha llevado a un punto en el que ya no puedes manejar las consecuencias?
¿Sabes que Dios te ha mandado a hacer algo y te estás rehusando a hacerlo? ¿Dios te está llamando a dar ciertos pasos, pero estás tratando de persuadirlo para hacerlo a tu manera?
¿Te has conformado a vivir así, pensando "peor es nada"?
Te recuerdo de parte de Él que Su plan siempre es mejor. Aunque por ahora no lo entiendas, aunque estés pasando por mucho dolor, no te resignes a vivir con lo "segundo mejor". Pregúntale a Dios cuál es Su plan y espera en Él.
Ten confianza, se te fortalecerá y acompañará mientras tu "máximo mejor" llega. El que diseñó el plan perfecto para tu vida estará contigo.
"Sé muy bien lo que tengo planeado para ustedes, dice el Señor, son planes para su bienestar, no para su mal. Son planes de darles un futuro y una esperanza" Jeremías 29:11 PDT
"Dios dijo: Yo no pienso como piensan ustedes ni actúo como ustedes actúan. Mis pensamientos y mis acciones están muy por encima de lo que ustedes piensan y hacen: ¡están más altos que los cielos! Les juro que es así" Isaías 55:8-9 TLA
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