Tuve un fin de semana de emociones revueltas. Nadie te prepara para sobrellevar una situación como ésta. Aunque estuvimos al tanto de tu proceso, el desenlace nos afectó poderosamente.
Como te dije en mi carta anterior, te admiro muchísimo. Fuiste un férreo luchador contra el cáncer. Te sometiste a cada tratamiento que te proponían, todo con el fin de encontrar sanidad y no separarte de tu familia.
Pero sobre todo, te admiré por tu dependencia absoluta de Dios. Esa entrega la he visto en muy pocas personas. Tu fe, tu abandono en Su soberana voluntad, tu aceptación de Su decisión y tu sometimiento al proceso por el que pasaste, fue simplemente impresionante.
Te soy honesta, no creo poder enfrentar una prueba de esa naturaleza. Creo que esas pruebas están reservadas sólo para cristianos de otro nivel, uno muy superior, uno para los de fe gigante.
Sé que en este año tan duro, te conectaste con el Señor como nunca antes lo habías hecho. Sé que llegaste a conocerlo tanto, más que muchos que tenemos 25 años en una iglesia. Sé que escuchaste Su voz y que Su presencia fue tan real, que finalmente, supiste que era tiempo de irte, para disfrutar de esa relación con tu Papá, pero cerquita, cara a cara, para ser deslumbrado por Su majestad y para experimentar un gozo inigualable.
Te quiero contar que mientras hablaba con Dios sobre vos, sentí algo muy claro: esto no ha terminado, sos la semilla que debía entregarse para dar fruto, y esos frutos los veremos en tus hijos. Así es, sé que lo supiste, sé que lo sentiste en algún momento, Dios va a usar a tus tres hombrecitos, seremos testigos del fruto de este proceso. Y aunque mi visión humana es tan limitada, tengo certeza que es así.
A pesar de que suene teológicamente incorrecto, he tratado de imaginarme esa escena cuando llegaste allá arriba. Me imagino a mi papi, como líder del protocolo celestial, dándote la bienvenida, abrazándote tan fuerte, llevándote en un tour por el lugar, hablándote del Rey de Reyes y preparando tu corazón para tu encuentro con Él.
Y me imagino también ese momento sublime...ustedes dos a solas, cumpliendo el anhelo de tu alma, de verle cara a cara. Y de pronto, darte cuenta que ya nada te dolía, que el cáncer ya no tenía dominio sobre tu vida, que habías recuperado el habla-aunque sé que ante Él, las palabras sobran-, que el tiempo no existía, que la angustia y el temor que antes tuviste, habían desaparecido...hasta dan ganas de expresar ¡qué envidia!
Estoy consciente de que allá no te preocupa nada, pero de todas maneras quiero decirte que seguiremos pendientes de tu familia, sabes que ese lazo que creamos con ustedes es muy fuerte y que a pesar de nuestras imperfecciones, les amamos de verdad.
Aunque fue mucho antes de lo que deseábamos, has terminado tu carrera. Descansá. Gozate. Dejate cautivar por la Presencia de tu Papá. Y cuando Él así lo decida, te veo en el Cielo...sé que estarás en mi comité de bienvenida.
Un abrazo hasta allá...
"Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza. ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él" 1 Tesalonicenses 4:13-14 NVI
"¿A quién tengo yo en el cielo sino a Ti? Si estoy contigo, no quiero más en la tierra. Puede que mi mente y mi cuerpo se destruyan, pero tengo a Dios que es la roca que amo; Él es todo lo que necesito en mi vida" Salmos 73:25-26 PDT
martes, 2 de junio de 2015
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