viernes, 14 de agosto de 2015

Mis Confesiones: Cuando se necesita un Terremoto para quitarte el Orgullo

Año 2000. Yo era parte del liderazgo juvenil de mi iglesia y había logrado formar un sólido grupo de amigos ahí. Particularmente, cuatro chicas nos habíamos hecho muy unidas. Tú sabes, hablábamos por horas cuando nos veíamos, no nos bastaba eso y seguíamos hablando por teléfono, íbamos a las casas de todas, hacíamos piyamadas, etc, etc. Logramos hacernos de esas amigas íntimas, con las que te cuentas de todo y con las que te entiendes con una mirada.

Una de ellas, Yasmín, era la que tenía el carácter más fuerte y siempre tuvo sus asuntos personales en los que Dios quería trabajar. Por épocas, la perdíamos de vista, la comunicación se interrumpía, pero siempre estábamos pendientes de ella.

Repentinamente conoció a un hombre que era un  súper buen partido. Tenía todo, excepto que no era cristiano. Sin embargo, ella decidió comenzar una relación con él. Ese fue el evento que marcó nuestra amistad. La perdimos. Dejamos de saber de su vida. 

Y debo confesar que me enojé con ella. La juzgué, la critiqué, no oré por ella como debía porque yo pensaba "ella ya sabe lo que es bueno y malo". Fuí muy dura y poco paciente.


Llegó mi cumpleaños en el mes de Diciembre y ella no me llamó ni se apareció. Ignoró mi día. Terminó el año 2000 y empezó el mes de Enero del año 2001. Ella nació el 5 de ese mes, así que yo contaba los días para pagarle con la misma moneda. Tuve la excusa perfecta, pues justo ese viernes nos fuimos de retiro y yo de espiritual "andaba sirviendo", así que no tuve tiempo de llamarle. 

Falso. Simplemente estaba desquitándome.

El viernes 12 de Enero llegué a casa en la noche y mi mamá me dijo de la nada que tenía la necesidad de  hablar por teléfono con Yas. Me insistía en que le marcara. Me pareció raro que mi mami quisiera contactarla. ¿Por qué? Si había sido amiga mía, no de ella...Yo vi la hora y le dije que era muy tarde, que mejor le llamaramos al día siguiente.

El día siguiente fue el sábado 13. Una fecha que todos los salvadoreños recordamos. Un terremoto de 7.7 grados Richter sacudió mi país. La zona emblemática del desastre fue la "Residencial Las Colinas", en la ciudad de Santa Tecla. Justo en ese lugar vivía Yasmín con su familia. Las horas fueron eternas mientras escuchábamos noticias y tratábamos de investigar si estaban bien. Finalmente me lo confirmaron, Yasmín murió junto a su mamá y dos de sus hermanos por el alud de tierra que se desprendió de la Cordillera del Bálsamo, y que cubrió docenas de casas y causó la muerte de cientos de personas.

¿Cómo me sentí? No puedo describirlo. Miserable quizá sería una buena palabra. Había angustia, miedo, culpa, dolor, impotencia. Todo revuelto sucediendo al mismo tiempo dentro de mí. Los "hubiera" hicieron su aparición. Los voces de culpa no se callaban. 

Estuve en ese lugar. Vi cómo quedó su casa. Varios amigos de la iglesia llevaron palas y otras herramientas para tratar de sacar los cuerpos. Tuve una crisis nerviosa ese día. 
¿Por qué fui tan orgullosa? ¿Por qué no le llamé para su cumpleaños? ¿Por qué no le hice caso a esa corazonada de mi mamá la noche anterior? ¿Por qué estuve resentida con ella? ¿Por qué la juzgué tanto? ¿Por qué no le dí Gracia? ¿Por qué no valoré los años de amistad? ¿Por qué fui tan mala amiga? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
(La zona de la tragedia. Residencial Las Colinas, Santa Tecla)

Ir a ese entierro fue devastador. Su papá y una hermana fueron los únicos que se salvaron por estar fuera de casa. El cuadro era de una película. Cuatro ataúdes alineados con muchas personas alrededor llorando, confundidas, sin poder procesar aún lo que había pasado. Con la tierra aún moviéndose por las naturales réplicas después de un evento así, y su papá que se me acercó y me dijo algo que nunca olvidaré: "a usted mi hija la quería muchísimo"...Más miserable aún. Yo sólo lloraba. Mi mamá sólo me abrazaba. Yo quería ver a Yasmín aunque fuera un minuto, para pedirle perdón, para abrazarla...pero eso ya no era posible.

Me tomó meses procesar ese acontecimiento. Desarrollé un pánico a los temblores (con el que aún lucho). Pasé semanas durmiendo (mal) en la sala de mi casa porque no me atrevía a dormir en mi cuarto aún. Creo que mis papás ya no hallaban qué hacer conmigo. Mi pastor juvenil que quiero tanto, oró por mí y me aconsejó muchas veces. Mi papá me llevó unos días fuera del país para que mi mente se despejara. Ese ciclo casi no fui a la Universidad, salía de mi casa en las tardes, pero no entraba a clases, o me iba a algún centro comercial a pasar las horas y a "pensar".

Fui a parar donde una psicóloga cristiana a la que le conté todo. Ella fue un instrumento que Dios usó, porque me ayudó a entender que lo que yo tenía se llamaba depresión, me hizo ver que era necesario que me perdonara a mí misma, me hizo poner atención a la perspectiva espiritual del asunto y cómo yo estaba atada sin poder salir.
Días después, mi pastor hizo una jornada de oración por mi en su oficina. Fue largo, no recuerdo el tiempo. Sólo sé que salí diferente de ahí. Me sentí perdonada por el Señor y poco a poco aprendí a perdonarme a mí misma. Esa fue la parte más dura, pero Dios fue fiel y no me soltó en el proceso.

Para ser honesta, casi nunca hablo de Yas, pero aún pienso en ella. Me pregunto cómo sería reunirnos las cuatro amigas de nuevo. Trato de adivinar cómo serían sus hijos. Lucho cada Enero año con año. Y cuando imagino cómo será llegar al cielo, a quienes quiero ver allá son a mi papá, a ella y a un amigo que acaba de irse. 


No sé de quién te has distanciado. No sé qué relaciones debes arreglar. No sé cuánto has pospuesto enfrentar la situación. No sé qué tan orgulloso eres. No sé cuan arraigado esté tu resentimiento. Sólo sé que no vale la pena vivir así. El orgullo nunca gana.

No esperes que ocurra un terremoto en tu vida y que te sacuda muy fuerte para entender que no es la voluntad de Dios que vivas resentido. Literalmente, mañana puede ser demasiado tarde.


"Quien pasa por alto la ofensa, crea lazos de amor; quien insiste en ella, aleja al amigo" Proverbios 17:9 DHH

"No se enojen unos con otros, más bien, perdónense unos a otros. Cuando alguien haga algo malo, perdónenlo, así como también el Señor los perdonó a ustedes" Colosenses 3:13 PDT

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