Esta semana quedé muy afectada al leer la noticia de un pastor bautista de Nueva Orleans, John Gibson, que decidió suicidarse después de que se revelara el escándalo de ese sitio web de citas llamado Ashley Madison.
Si no conoces el caso, este lugar ofrecía la oportunidad de que contactaras amantes ocasionales. Concertabas una cita y tenías tu "affair" sin dañar a nadie. Ofrecían confidencialidad extrema. Se dice que sus clientes eran ya millones en todo el mundo. Pero el mes pasado las medidas de seguridad fallaron y unos hackers robaron la base de datos de muchos clientes y publicaron correos electrónicos y nombres en un sitio web. Bastaba con que dieras un click y buscaras el nombre de tu pareja para saber si habías sido engañado.
Lo curioso es que nadie de la familia del pastor sabía nada. Recién se enteraron al leer la nota suicida que él dejó. Su esposa encontró esa nota y el cuerpo de su esposo. ¿Te imaginas esa escena?
(Ashley Madison. La vida es corta. Ten una aventura)
Traté de imaginar las luchas enormes que ese pastor tuvo. Primero, cuando decidió hacerse cliente de ese lugar, luego, cuando tuvo esos encuentros con mujeres desconocidas. ¿Qué mentiras habrá inventado para ausentarse de casa?
Después, imagino la enorme angustia que vivió cuando explotó la bomba y se supo que habían robado los datos de Ashley Madison. Quizás el mismo entró a ese sitio web a verificar si su cuenta de correo o su nombre estaban en la base abierta al público. Ha de haber pasado días y noches terribles, peleando por encontrar una salida. Sólo soportó 4 días y su salida fue la que todos hoy conocemos.
¿Por qué? ¿Qué lo llevó a esa decisión? ¿Por qué no buscó ayuda? ¿Por qué no pidió hablar con su líder o pastor? ¿Por qué no se sinceró con su esposa? ¿Por qué no confesó?
Yo me hacía todas esas preguntas el día que leí de ese caso. Y si bien es cierto que no voy a conocer todas las respuestas, algo sí sé, y es que este pastor decidió luchar solo. Le dio poder al pecado con su silencio. Quizás tenía años luchando con la pornografía y la adicción sexual y por ello no pudo resistir la tentación de hacerse cliente de ese sitio web. Quizás no conoció la Gracia de Dios en su iglesia y con sus hermanos de la fe. Quizás predicó de ella muchas veces, pero nunca la recibió.
De otra cosa que estoy segura es que el Espíritu Santo no lo abandonó. Sé que Su voz siempre estuvo ahí hablándole, tratando de llamar su atención, tratando de redargüir su pecado. Sé que este hombre no pudo dormir muchas noches, pues tenía al lado a su esposa y él no tenía paz por fallarle en lo oculto. El Señor es así, nos invita a ponernos a cuenta, nos llama constantemente a recibir Su gracia, nos ofrece romper con el dominio del pecado si pedimos ayuda. Y sé que el pastor Gibson no fue la excepción.
La esposa del pastor dijo en sus declaraciones "NO CAMINES SOLO". Me impresionó. Eso resume la historia trágica de su esposo. Él caminó solo, creyó que lo controlaba todo, creyó que estaba pecando bien, si eso es posible.
Reflexionemos. ¿Estamos caminando solos? En lo personal agradezco a Dios por mi iglesia, pues nos han enseñado la importancia de confesar tus luchas, nos han cubierto de Gracia cada vez que lo hemos necesitado y nos ofrecen hasta grupos de apoyo dependiendo de la lucha que tengas en tu vida.
Yo no puedo juzgar a John Gibson. Yo también peco, sólo que de otra forma, pero soy pecadora igual que él. Todos lo somos. Pero me duele muchísimo que él no haya tenido el valor de confesar su falla y se haya creído imperdonable.
Que esto nos sirva a todos. Primero, para ya no caminar solos y elegir abrir la boca y el corazón, buscando ponernos a cuenta con Dios y con un cristiano maduro de confianza, que pueda ser nuestro padrino o madrina. Segundo, para no convertirnos en jueces y verdugos de nuestros hermanos que caen. No podemos apoyarnos en legalismos sin darle oportunidad al que ha fallado para restaurarse. Seamos portadores de Gracia y no dejemos que ellos caminen solos.
Yo sé que lo sabes, el pecado puede costarte la vida literalmente, quítale el poder que ha ganado y ya no camines solo. Abre la boca, pide ayuda, confiesa, ponte a cuentas, acepta la restauración y la libertad. Caminemos juntos.
"Vengan ahora. Vamos a resolver este asunto-dice el Señor-. Aunque sus pecados sean como la escarlata, Yo los haré tan blancos como la nieve. Aunque sean rojos como el carmesí, Yo los haré tan blancos como la lana" Isaías 1:18 NTV
"Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la Gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos Su misericordia y encontraremos la Gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos" Hebreos 4:16 NTV
"Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz" Santiago 5:16 NVI
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