martes, 17 de noviembre de 2015

Carta a mis amigos de la Vieja Guardia

Ustedes forman parte de mis "años maravillosos", aquella época en la que servimos con los jóvenes y crecimos juntos. ¿Lo recuerdan?

Sé que tuvimos al mejor pastor juvenil, quizá no fue perfecto, pero sí era el que necesitábamos en nuestras vidas. Sé que fue un gran líder en todos los sentidos. Aprendimos muchísimo de él y marcó nuestras vidas enormemente.

El anterior fin de semana que estuvo como predicador invitado en el aniversario de la iglesia, me di cuenta de cuánto extraño esa época en la que solía pastorearnos. Verlo de nuevo, trayéndonos la Palabra, fue casi mágico. Sentí que el tiempo no había pasado. Lloré en casi todo el sermón. Corrí a abrazarlo cuando el culto acabó, y no puedo explicar por qué, pero no podía parar de llorar. Quería decirle muchas cosas, pero el nudo en mi garganta, no dejaba salir palabra alguna.

Sé que los que estuvieron ahí, sintieron lo mismo. Hasta nos repetimos culto con tal de escuchar lo que el Señor quería decirnos por medio de él. Sé que fue un sentir colectivo. Sé que se nos cruzaron casi los mismos pensamientos. Sé que nos hicimos las mismas preguntas...Seamos honestos, las cosas han cambiado muchísimo. Ya no somos esos líderes apasionados que dejaban todo con tal de servir al Señor. Como es natural, la etapa en la que la mayoría está, siendo esposos y padres, ha venido a cambiar casi todo. Nuestras prioridades se transformaron, y parece que ya no queremos las mismas cosas que hace 15 años. 

La verdad es que por un momento me cegué ante la nostalgia. Deseé con todas mis fuerzas volver al ayer, quise persuadir al pastor de volver a nuestro país, anhelé aquellos días en los que él era el instrumento que Dios usaba para conducirnos a Su presencia y también para confrontarnos de vez en cuando con las áreas débiles que teníamos -algunas que aún tenemos...pero recordé lo que el pastor me dijo al oído el momento exacto en el que le abracé. Él sólo dijo una palabra varias veces: Sigan, sigan, sigan, sigan.

¿Saben qué? Recuerdo eso y se me llenan los ojos de lágrimas aún después de varios días. Porque para ser francos, le hemos fallado. Si, es la verdad, muchos de nosotros le hemos fallado. 

Parece que ya olvidamos que ser parte del liderazgo juvenil no era una posición VIP, él no nos enseñó eso, aprendimos que servir era ponerte de último y dejar a los demás como los más importantes. Vimos su ejemplo-disculpen la expresión-echando el lomo con su esposa e hijos pequeños, sin importar las incomodidades, y ahora algunos de nosotros, no estamos dispuestos ni a invertir dos horas semanales para abrir nuestra propia célula o servir un domingo en la iglesia. Aprendimos que el servicio a Dios se hace mejor en familia, pero ahora, algunos de nosotros usamos a la nuestra como pretexto para no hacerlo.

¿Se acuerdan el énfasis que el pastor siempre hizo sobre nuestro tiempo devocional a solas? ¿Recuerdan cuánto se nos habló de huir de la doble vida y de hacer un inventario diario para no dejar al pecado quedarse a vivir con nosotros? ¿Aún pueden recordar aquel sentimiento de gozo, que no cabía en el pecho, cuando los jóvenes se convertían y se unían a nuestra iglesia? 

Yo soy la primera en admitir que le he fallado a nuestro pastor. Porque han habido lapsos de mi vida en los que he dejado de intentarlo, he aventado todo, he olvidado de lo que se trata el servicio, me he ensimismado demasiado.

Amigos, les invito a que juntos honremos a nuestro pastor. Sé que le amamos, sé que le respetamos, pero creo que la mejor forma de hacerle honor a los años que fuimos sus ovejas es haciéndole caso a esa palabrita que él me dijo: SIGAMOS, SIGAMOS, SIGAMOS, SIGAMOS.

En medio de la vida ajetreada que tenemos, SIGAMOS.
Con las pruebas económicas, SIGAMOS.
Al lado de nuestro cónyuge, SIGAMOS.
Aún cuando veas muchas fallas e imperfecciones en el cuerpo de Cristo, SIGAMOS.
No importando si tu servicio es o no es reconocido, SIGAMOS.

Sé que extrañamos aquellos años, pero lo cierto es que no podemos vivir de glorias pasadas. En el país o iglesia donde sea que estemos, Dios quiere usarnos hoy, nos está llamando a servirle hoy, Él nos quiere apasionados por Su presencia hoy. 

Así que amigos, dejemos la comodidad y las excusas, activémonos, sirvamos, volvamos al primer amor. Dejemos de anhelar y comencemos a actuar. La mejor manera de honrar a nuestro pastor es reproduciendo lo que él hizo por nosotros, en otros. 

La carrera no ha terminado. Y los de la vieja guardia nunca decíamos NO a algo. Espero que esta vez no sea la excepción.

Saben que los quiero a todos.

Dome


"(SIGO) Avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús" Filipenses 3:14 NTV

3 comentarios:

  1. Amen fue una gran experiencia volver a estar con el pero tenemos q seguir nos cuesta pero es un nuevo reto ánimo amigos Dios esta con nosptros

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  2. Fue recordar todo lo q vivimos con David pero también en un nuevo reto nuestras vidas han cambiado y debemos de encender la llama de pasión por Jesús en nuestro corazon

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  3. No hay duda! el sentir es el mismo, el llamado es el mismo. Una de las partes mas impactantes de una de las predicas de David, fue cuando menciono lo de tirar la toalla, eso nos llevo a Cesar y a mi, a pensar en que NO PODEMOS tirar la toalla, Dios no hizo, Jesus no lo hizo, David no lo hizo, y ese ejemplo que David nos dio, jamas lo podre olvidar. Manos a la obra, cobremos animo y SIGAMOS!!. Que Dios nos ayude, nuestra iglesia, nuestros hijos necesitan que SIGAMOS!

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