Desde hace algunos años, con tanta gente enferma de cáncer a mi alrededor, empecé a dejar crecer en mí un temor a padecerlo o peor aún, a que algún miembro de mi familia lo padeciera. Esto comenzó de manera sutil, creo que hasta de forma inconsciente.
Cada vez que he tenido un síntoma diferente en mi cuerpo, me preocupo, y en ocasiones, he corrido al doctor para verificar que todo esté bien. Cuando un miembro de mi familia se enferma con algo inusual, insisto muchísimo para que vayan al médico también, sólo para estar tranquila.
Sé que debemos ser diligentes y cuidar nuestros cuerpos, seríamos unos insensatos si no lo hacemos. Es aconsejable tener controles médicos y estar alertas ante cualquier anormalidad.
Pero en mi caso, digamos que he exagerado un poquito.
A finales de Enero de este año, noté algo raro en mi lengua. Así, de la nada. Me vi en el espejo y noté unas manchas blancas. Leí algo en "San Internet" y no le puse demasiado cuidado honestamente. Al pasar un par de semanas, el aspecto había empeorado (al menos ante mi ojo clínico) y empezaron otras incomodades también. Había inflamación, ardor, alteración en los bordes, entre otras cosas.
Mis temores se dispararon. Un amigo murió el año pasado por un cáncer oral (http://destellos7.blogspot.com/2015/06/te-veo-en-el-cielo-carta-de-despedida.html) y el esposo de otra persona conocida murió precisamente por un cáncer de lengua. Y si a eso le sumamos, que uno se confía de la información "médica" que encuentra en Google, pues el panorama es desalentador.
Para hacerles corto el relato, he pasado unas semanas terribles. He tenido un nivel de ansiedad espantoso, un par de veces tuve taquicardia (no exagero), dejé de comer algunas veces porque me sentía sumamente preocupada. He tenido insomnio varias noches. He despertado en medio de la madrugada con una angustia en mi pecho, segura que pronto iba a morir. He ido a dos dentistas, un patólogo y un doctor homeópata en menos de tres meses. He pasado orando casi sin cesar (ahora sé que sí es posible!)...en fin, han sido días muy duros.
Sin darme cuenta, pasaba horas pensando en lo que iba a ocurrir si me diagnosticaban con algo maligno. Pensé en la persona que me iba a sustituir en el trabajo, pensé en quién iba a tomar mi lugar en el ministerio. Pensé en pedir ayuda a una amiga youtuber para hacer un video de despedida (si, llámenme loca!). Elaboré mentalmente algunas cartas para mi familia y amigos más cercanos.
Además, pensé en las instrucciones que dejaría respecto a mi seguro de vida (no es mucho, valgo más viva que muerta!) Veía las fotos de mis hermosos sobrinos y lloraba pidiéndole al Señor de todo corazón que me permitiera verlos crecer, graduarse como profesionales, ser ministros Suyos y formar sus familias. Veía a mi hermana y le rogaba a Dios que me dejara conocer a sus hijos. Veía a mi mami y le suplicaba al Señor que no la hiciera pasar por otro dolor tan grande como el que tuvo cuando perdió a mi papá. Veía a mis niños en la iglesia y le susurraba a Dios que quería verlos sirviéndole a Él, que quería ser testigo de la cosecha de la semilla que hemos estado sembrando en ellos...en fin, si esto se tratara de una pelea de boxeo, digamos que yo ya estaba en la lona, dándome por vencido, casi que matándome yo sola, porque sólo miraba una tragedia enfrente.
Decidí comentar estas luchas con un grupo de amigas. Ellas fueron muy lindas conmigo, me escucharon, me dieron sus opiniones, pero también me hicieron ver que estaba dejando que el diablo me ganara la batalla en mi mente, me hicieron reflexionar sobre el poder que yo le estaba dando al temor sobre mi vida. ¿Crees que es la voluntad de Dios que vivas así? ¿Por qué asumís que todo lo que te va a pasar es malo? ¿Por qué no crees que los planes del Señor para tu vida son de bien? ¿Por qué estás esperando malas noticias? ¿De dónde viene el temor? ¿Quién es el padre de toda mentira? ¿Por qué le crees más al diablo que al Señor? Esos fueron algunos de los cuestionamientos que ellas me hicieron...y que agradezco de todo corazón.
Una noche, después de hablar con un par de ellas, entré a mi cuarto y me puse de rodillas, me dí cuenta que ellas tenían razón, mis ojos se abrieron y entendí que esto era una opresión en mi vida. Le pedí perdón al Señor por dudar de Él, por esperar de Su mano puras cosas malas, por mi fe tan debilucha, por ser hipócrita al escribir sobre la fe sin aplicarlo en mi vida. Y aunque esa noche dormí como bebé, los pensamientos malos siguieron apareciendo esporadícamente. Cuando veía mi lengua rara, cuando sentía alguna molestia, de nuevo surgía esa voz diciéndome una y otra vez "cáncer, muerte, adiós sueños, adiós familia, morirás joven...."
Decidí pelear a mi manera. Programé mi celular para que cada media hora me llegara un recordatorio con versículos que me fortalecían y daban fe. A veces, en medio de una escena trágica en mi cabeza, mi teléfono vibraba y pum! Su Palabra aparecía en la pantalla para darme paz. Me levantaba cada mañana a orar/llorar sin importar cómo me sentía, como una muestra de mi confianza en Él. Empecé a leer en voz alta y a cantar como loca alabanzas o porciones de la Biblia impregnadas de promesas que me fortalecían.
El punto de narrarte todo esto, no es para que te compadezcas de mí o para que me regales una cita con el psicólogo (no me caería mal de todas maneras!), sino, para compartirte lo poderoso que puede llegar a ser el temor, el cual definitivamente viene del diablo. Dios no es el autor de los miedos. Es más, Su Palabra dice que Su perfecto Amor echa fuera el temor (1 Juan 4:18).
Lo cierto es que todos hemos enfrentado o vamos a enfrentar algún temor grande en nuestra vida. Quizá a ti no te preocupe la salud. Pero has estado luchando con miedos económicos, miedo a la muerte, miedo a la inseguridad o delincuencia, miedo a que tu pareja te falle o se vaya, miedo a que tus hijos nunca vuelvan a casa, miedo a no rehacer tu vida después de un fracaso, miedo a la soledad, por mencionar algunos. Probablemente, has visto suceder estas cosas en tu mente, quizá has construido escenas trágicas en tu cabeza y casi te has convencido que eso malo que tanto temes va a ocurrir.
Te repito, NO es la voluntad del Señor que vivamos oprimidos por un temor. Él vino para hacernos libres. Él tiene cosas preciosas y sorprendentes almacenadas y listas para ser despachadas a nuestras vidas. Sin duda, vendrán pruebas en algún momento, pero Él seguirá mostrando Su fidelidad. Las probabilidades de que las peores cosas que nos hemos imaginado sucedan, son en realidad mínimas.
Hace dos días tuve mi temida cita con el patólogo. Me llevé a mi mamá por si acaso me desmayaba del susto. Ya tengo mi diagnóstico...y no es ni por cerca algo maligno. GLORIA A DIOS! Hay un tratamiento a seguir, pero hay una solución. Debo confesar que me dio mucha pena con el Señor por no confiar lo suficiente, por dudar de Sus promesas. Pero estoy infinitamente agradecida por Su misericordia y por mostrarme Su amor paciente en medio de mis asaltos de duda, de mis exabruptos llenos de ansiedad y de mis súplicas desesperadas.
Ve a Su presencia ahora mismo. Entrega cada uno de tus miedos. Llénate de Su Palabra. Sé libre.
"(Tu nombre) No tendrá temor de malas noticias; Su corazón está firme, confiado en Jehová. Asegurado está su corazón; no temerá" Salmos 112:7-8a DHH
"Recurrí al Señor, y Él me contestó; y me libró de todos mis temores" Salmos 34:4 DHH
"Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres Tú; Dios mío, no te tardes" Salmos 40:17 RVR60
"Sé muy bien lo que tengo planeado para ustedes, dice el Señor, son planes para su bienestar, no para su mal. Son planes de darles un futuro y una esperanza" Jeremías 29:11 PDT
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