domingo, 29 de mayo de 2016

Los Cristianos Que Confundimos Al Mundo

Hace unos días, recibí en una red social la sugerencia de agregar como contacto a un desconocido. Me llamó la atención su foto y visité su perfil. En su biografía proclamaba no creer en Dios ni en las religiones, pero afirmaba ser muy espiritual. Curioso, ¿no? Bastaba ver sus publicaciones para darse cuenta que detesta a todos los que formamos parte de alguna organización religiosa. Es notorio que aquellos religiosos que él ha conocido, no han sido tan buenos ejemplos. Imagino que alguien le falló alguna vez y por ello nos etiquetó a todos.

Recientemente leí el pensamiento de un pastor respecto a lo duros que somos los cristianos con los hermanos que fallan. En pocas palabras, él decía que no tratáramos de cambiar a nadie ni que buscáramos imponer nuestra verdad ni señaláramos los pecados de otros, porque en ese proceso los nuestros iban a ser expuestos también. Decía que era mejor amar, abrazar, orar, aceptar y dejar que fuera Dios quien llevara el proceso de restauración para ir cambiando lo malo tanto en ellos como en nosotros. Me pareció una posición muy acertada. 

Les confieso que muchas veces he adoptado el rol de juez con muchas personas. Pero estos días he tratado de pensar en lo que hace que algunos de ellos no quieran nada con Dios o con las actividades de una iglesia. 

Están por un lado aquellos que estuvieron en algún momento cerca del Señor, pero algún evento particular de sus vidas los hizo dudar de Su amor y se alejaron. Luego, están aquellos que no quieren nada con los cristianos debido a que alguno de nosotros les falló. Simplemente no nos creen. Para ellos todos somos iguales. Y yo les doy la razón de cierto modo. 

Y es que habemos muchos que afirmamos amar a Dios, pero estamos peleados con alguna persona. Nuestros conocidos saben que vamos a una iglesia, pero nos escuchan hablando mal de otros o participando de un chisme. Nos ven exaltarnos al manifestarnos en contra del aborto o los matrimonios de personas del mismo sexo, y con ese mismo ímpetu nos escuchan en ocasiones usar palabrotas o reírnos de bromas en doble sentido. Defendemos ante cualquiera la práctica del diezmo, pero nos ven siendo deshonestos en pequeñas cosas, usando tiempo de trabajo de forma ociosa o mintiendo a nuestro jefe. Nos sentimos ofendidos cuando ellos cuestionan a nuestra iglesia o a nuestro pastor, pero nos ven perder el control fácilmente con nuestro carácter en el tráfico o tratando de forma poco amorosa a nuestros familiares, empleados o desconocidos con los que coincidimos.

Aclaro que no estoy hablando de que los cristianos debemos ser perfectos o fingir que lo somos ante los no conversos. No. Está bien compartirles que tenemos luchas a diario, para mostrar la Gracia de Dios. Esta vez, hablo de que confundimos a la gente cuando nos volvemos legalistas y radicales en algunas cosas, pero por otro lado, no vigilamos situaciones en nuestros estilos de vida, que les dan a ellos el mensaje contrario.

Es decir, ¿está nuestra relación con Cristo evidenciada en nuestra vida diaria? ¿cada persona no cristiana con la que convivimos nota que somos diferentes? ¿es nuestro estilo de vida (carácter, trabajo, relaciones, hábitos, vocabulario, etc) congruente con la fe que profesamos? ¿o nos han cortado con la misma tijera de "para ser cristiano como ellos, mejor no soy nada"?
(Vía Pinterest)

Me siento terriblemente mal al pensar en las veces en las que he confundido a mis amigas que no asisten a una iglesia, ya que puedo testificarles de Dios casi como una predicadora, pero en mis pláticas y decisiones que he tomado en la vida, les he mostrado todo lo contrario. Me asusta que su sangre me sea demandada algún día. Yo no quiero ser la causa por la que ellas no quieran conocer al Dios de los cristianos.

Así que te invito a analizar tu propio estilo de vida. Si descubres que lo que profesas se contradice con lo que muestras a la gente fuera de tu iglesia, quizás es momento de hacer ajustes en la forma en la que vives. Tú puedes ser el único puente por el que Dios cruce y pueda llegar a la vida de alguien que amas. Tú puedes ser el instrumento que convenza a los demás de que no todos los cristianos somos iguales. 

Oremos por aquellos que no son salvos. Procuremos dar el mejor testimonio. Amémosles como Dios les ama. Démosles de la Gracia que hemos recibido. Pero sobre todo, dejemos de confundirlos. ¿Te unes?


"Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida. ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee" Mateo 5:13 NVI

"Examínense para saber si su fe es genuina. Pruébense a sí mismos. Sin duda saben que Jesucristo está entre ustedes; de no ser así, ustedes han reprobado el examen de la fe genuina" 2 Corintios 13:5 NTV

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