domingo, 18 de septiembre de 2016

¿Uno o Nueve?

El colegio donde trabajo está bajo la cobertura de la iglesia de la que soy miembro. Hace algunos años, se creó un programa de becas para bendecir a familias de la congregación cuyos hijos estudiaban con nosotros y cumplían con ciertos requisitos.

Lamentablemente ese programa se cerró hace un par de años y ya no se otorgan nuevas becas, pero, a aquellos que estaban siendo beneficiarios desde el inicio y aún forman parte del colegio, se les ha ido disminuyendo el porcentaje de ayuda año con año, hasta que eventualmente desaparezca.

Recientemente estas familias beneficiadas fueron notificadas por escrito de la resolución de la junta del colegio y se les anunciaba el porcentaje de ayuda que tendrán el año siguiente. Me sorprendió que de todos ellos, solamente unos pocos hicieron llegar un agradecimiento a las autoridades del colegio.

Me conmovió en particular una mamá soltera, cuya hija se graduará de bachiller en el 2017. Ella se tomó el tiempo de escribir un correo para agradecer por el beneficio y para darle la gloria a Dios por ello. Hace un tiempo, ella me expresó que sabía muy bien que si su hija no gozara de ese beneficio, no podría aspirar a graduarse.

No conozco a todas las familias que recibieron esta bendición, pero me llamó la atención cuantos de ellos no expresaron su agradecimiento. Sé que eso no significa que no estén agradecidos, pero que significativo es hacer saber que valoras lo que recibes. Es más, hasta hubo una familia que reclamó porque el porcentaje de ayuda se redujo. Esto me hizo pensar en cuantas veces nos creemos merecedores de un montón de bendiciones, que son justamente eso, puras bendiciones. 

¿Recuerdas aquellos diez leprosos que Jesús sanó? La Biblia narra en Lucas 17:11-19 ese milagro. Considerando que una persona con lepra era exiliada y tenida como inmunda, lo que el Señor hizo no era algo pequeño. El mismo Señor expresó: "¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?" (v.17) 

Mientras leía esto, me convencía de nuestra naturaleza humana corrompida, que nos hace creer que tenemos un poco de buenos y santos, y que por lo tanto nos merecemos que Él haga lo que pedimos y nos bendiga. 

Se nos olvida que todo lo que Él nos da es por Su Gracia. 

En el caso de los leprosos, la Palabra no dice que los nueve que no volvieron, se enfermaron de nuevo. No. El milagro se mantuvo. Ellos recibieron su sanidad por la misericordia del Señor Jesús. Y lo mismo pasa con nosotros en muchas ocasiones. Dios nos bendice con tantas cosas que damos por sentadas y a pesar de que no agradecemos como deberíamos, esas bendiciones no nos son retiradas. Más de Su Gracia.

Yo he sido como esas familias que creen que se merecen la beca y punto. Y también he sido como esos nueve, que claman a Dios a grandes voces pidiendo cosas, pero que agradece en silencio, o peor aún, ni siquiera agradece por lo que Él da y hace.

Que el Señor nos permita tener un corazón lleno de agradecimiento genuino y nos guarde de creernos buenos o al menos no tan malos como otros. Que nunca olvidemos que cada cosa buena que llega a nuestras vidas vino por Su bondad y no por la nuestra. Porque si somos honestos, ni ustedes ni yo tenemos una pizca de buenos. Se trata de Él y Su corazón de Papá que bendice a Sus hijos, precisamente por eso, porque somos Sus hijos.

¿Cuándo fue la última vez que expresaste tu agradecimiento al Señor? No seas como aquellos nueve, ve a Su presencia y desbórdate en agradecimiento delante de Él.


"Den gracias a Dios en toda situación, porque esta es Su voluntad para ustedes en Cristo Jesús" 1 Tesalonicenses 5:18 NVI

"Porque todas las cosas vienen de Dios, y existen por Él y para Él ¡Gloria para siempre a Dios! Amén." Romanos 11:36 DHH

"Den gracias al Señor Todopoderoso, porque el Señor es bueno, porque Su amor es eterno" Jeremías 33:11 DHH

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