De nuevo estoy sentada en una sala de espera, afuera de los quirófanos de un hospital. Aquella vez fue mi hermana (http://destellos7.blogspot.com/2014/02/la-espera-afuera-de-un-quirofano.html), ahora es mi mamá. Los nervios siempre están presente, no importa que los médicos te digan que es una cirugía sin mayores complicaciones, tu cabeza se llena de diferentes escenas posibles que pueden ocurrir, la mayor parte de ellas no están muy llenas de fe.
Esta semana me ha impactado mucho la noticia del accidente del avión que transportaba a un equipo completo de fútbol sudamericano. Eventos como este te recuerdan cuán frágil es la vida. Te subes a un avión, debes confiar en el piloto. Te meten a un quirófano, debes confiar en el cirujano.
Lo ideal sería que no tuviéramos que enfrentar momentos de esta naturaleza, pero cuando ocurren, Dios aprovecha para recordarte que es Soberano, que absolutamente todo está bajo Su control, que como su hijo puedes descansar en Él.
Anoche; mi hermana, mi cuñado y yo oramos por mi mami. En esos minutos, Él me recordó cada situación de salud que mi familia ha enfrentado y cómo hemos visto Su fidelidad en cada una. Sé que hoy no va a ser la excepción, sé que testificaremos de nuevo. Él no va a comenzar a fallarnos ahora.
Sin embargo; el silencio de la espera es espantoso. La ansiedad cada vez que la puerta de la sala se abre es poderosa. Hay una familia junto a mí, aguardando por un papá y esposo al que le están realizando una cirugía delicada de columna. Al menos, alguien comparte mi sentir.
Debo confesar que sentada en estas sillas que me parecen tan duras e incómodas, empecé a hacerle decenas de preguntas al Señor. No ha sido con una actitud desafiante, ha sido más bien, como una niña curiosa con dudas genuinas que detesta desconocer 'el plan' y que externa sus interrogantes a su papá, para ver si logra sacarle alguna información para que su nivel de ignorancia sea menor.
En medio de esa ráfaga de preguntas, un solo pensamiento ha sido suficiente para darme paz. Recuerdo que cuando en el 2006 mi papá falleció, Dios me dijo que los mismos votos matrimoniales que mi papi había hecho con mi mamá en su boda, a partir de ese momento Él los hacía con ella. Él hacía un pacto de fidelidad, de amor eterno, de estar con ella en las buenas, en las malas y en las peores; de acompañarle en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza.
No se trata de mí, de ella o de los médicos. Se trata de Él, de Su fidelidad, de Su pacto con mi mamá. "Él no puede negarse a sí mismo" (2 Timoteo 2:13), en Él no hay "mudanza ni sombra de variación" (Santiago 1:17).
¿Cómo puedo dudar? ¿Cómo puedo argumentar?
Solo puedo confiar, solo puedo descansar en mi Dios Soberano, mi Dios de pactos.
"Él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores" Isaías 53:4 DHH
"Les doy la paz, Mi propia Paz, que no es como la paz que se desea en este mundo. No se preocupen ni tengan miedo" Juan 14:27 TLA
viernes, 2 de diciembre de 2016
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