Pero desde hace un par de años dejé de hacerlo; en parte por estar desanimada, porque mis listas casi eran un copy-paste de la lista pasada; en parte porque dejé de tener fe.

Es paradójico que los que estamos en la fe desde hace tanto tiempo sigamos luchando con esta disciplina espiritual, pero es una realidad que debemos cambiar.
Entiendo que aún las "ganas de orar" vienen de Él, pues es quien produce "todo lo que es bueno" (Santiago 1:17) en nosotros, por lo que mi dependencia tiene que ser mayor.
También he sentido el llamado a orar más en comunidad. Muchos milagros suceden cuando hay intercesores juntos, lo he vivido en carne propia y sin embargo, aquí estoy esquivando esas reuniones donde me preguntan mis peticiones de oración o ignorando las necesidades de otros para orar por ellos. Sé que Dios quiere que ore más con hermanas cercanas con las que podamos ser transparentes y compartir nuestras cargas y luchas.

No me estoy jactando, para nada, ¡ni siquiera he empezado! Estoy escribiendo esto como una muestra de obediencia al Señor en lo que me ha estado inquietando a hacer. Y también para animarte a examinar tu lista de propósitos y que te asegures de que la disciplina espiritual sea tu prioridad.
Está bien si quieres perder peso, hacer más ejercicio, enojarte menos, ahorrar y cosas por el estilo. Pero no muevas del primer lugar tu relación más importante: tu relación con Cristo.
¿Qué te está llamando el Señor a entregarle en este nuevo año? ¿Tus propósitos le honran a Él? ¿En qué área te ha inquietado Dios?
Todavía tienes unas horas, tacha de la lista lo que es secundario y déjalo reinar a Él.
¡Que el 2020 sea un año de crecimiento espiritual para tí!
"Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y Él les dará todo lo que necesiten". Mateo 6:33 NTV