jueves, 31 de diciembre de 2015

2016 En Construcción

Tuve la bendición de visitar Panamá recientemente. Debo decir que es un país precioso y próspero. El lugar que más me gustó fue el Casco Antiguo. Como su nombre lo dice, es una parte de la ciudad en la que se pueden encontrar muchas edificaciones que datan de muchos años atrás. Puedes caminar entre las angostas calles y disfrutar la vista de cada inmueble, conocer la historia de cada uno de ellos, y, si a eso le sumas que el mar está a sólo unos metros, la experiencia se vuelve excepcional.


Primero, fui por cuenta propia e hice un recorrido corto y aleatorio. Pero, al día siguiente, cuando una guía turística nos iba explicando la historia de varias edificaciones, la cosa cambió. Me llamaron la atención muchos datos detrás de algunas casas, monumentos, iglesias, etc.

Es notorio, desde que llegas, que no todas las edificaciones están en la misma condición, Si bien es cierto, la ciudad tiene más de 300 años, unas cosas están relucientes y son muy atractivas y otras están en otro proceso. Ves como algunos inmuebles están en restauración, con parches, con material de construcción esparcido dentro o frente a ellos, con andamios o soportes, con el acceso restringido, cubiertos con plásticos o mallas, etc. A primera vista, no tienen mayor atractivo, sobre todo si lo comparas con aquellos hoteles, restaurantes, oficinas de gobierno y demás, que lucen impecables y que resaltan en cada cuadra.


Pero, me dio curiosidad y noté que en dos de ellos habían unos rótulos. Al acercarme pude leer que esa propiedad estaba en proceso de restauración y la dirigía un arquitecto, como dando fe de que alguien que sabe lo que hace, estaba a cargo de todo el trabajo. Rápido pensé que quisiera volver pronto para ver el resultado de esa labor.


A tan sólo unas horas para que el año finalice, trataba de pensar de qué escribir en el último post del 2015. Revisando las fotos del viaje lo supe. 

Si cada uno de nosotros tomara forma de una edificación, seguramente seríamos una multitud de casas en proceso de restauración. Nos veríamos como muchas de esas propiedades del Casco Viejo.

Probablemente este año no ha sido lo que esperabas. Quizá enfrentaste mucho dolor. No obtuviste lo que soñabas.  No recibiste las respuestas a oraciones específicas. Tal vez tiraste la toalla en alguna situación de tu vida. Incluso, puede ser que hasta hayas dejado de orar y de ir a tu iglesia, simplemente dejaste de tener fe y esperanza...pero quiero que sepas, antes que el nuevo año inicie, que todo esto era necesario, es parte del Plan. 

Si pudieras verte como Dios te ve, te darías cuenta que estás en el proceso, que la restauración ha comenzado, que hay que echar abajo algunas cosas que ya no lucen bien en ti, que hay que fortalecer algunas bases débiles para aguantar lo que vendrá después, que hay que limpiar desde adentro, que hay que usar nuevo material para seguirte construyendo...Y si, el proceso es largo, toma tiempo, quizá has pasado en eso todo el 2015, quizá no ves mayores cambios todavía, quizá ha sido doloroso que te arranquen algunas partes...pero, desde fuera se puede leer, hay una señal sobre ti. Alguien te ha elegido para hacerte mejor, más fuerte, más bello, y ha puesto Su Nombre como respaldo, se ha hecho cargo del trabajo de restaurarte...Si pudieras verlo...


Quizás el 2016 sea el año en que la restauración termine, quizás se prolongará. Lo que es cierto es que ese trabajo está en las manos del mejor Arquitecto de todos. No temas, no vas a quedar a medias, no vas a ser una obra abandonada, ese Arquitecto se encargará de seguirte perfeccionando en lo que sea que el nuevo año traiga a tu vida. 

Mi oración es que en medio de tu proceso, sientas las preciosas manos del Arquitecto sosteniéndote y dándote la forma necesaria para que llegues a ser la obra que Él ha planeado.

¡Que el 2016 sea un año lleno del Señor!  


"Yo los veré con buenos ojos y los traeré de regreso a esta tierra. Los restauraré y no los volveré a destruir; los plantaré y no los arrancaré más" Jeremías 24:6 PDT

"Has permitido que sufra muchas privaciones, pero volverás a darme vida y me levantarás de las profundidades de la tierra. Me restaurarás incluso a mayor honor y me consolarás una vez más" Salmos 71:20-21 NTV

martes, 22 de diciembre de 2015

¿Adivina quién viene en Navidad?

El fin de semana me encontré a uno de mis estudiantes de primer grado. Su nombre es Daniel. Al saludarnos recordé algo que él me dijo en las últimas semanas, antes de salir de vacaciones.

Me buscó un día para contarme que su mamá había tenido un sueño y que en ese sueño, alguien le decía que el Señor ya estaba por volver, y que debíamos ponernos a cuenta con Él para estar listos en su segunda venida.

Siendo sincera, me sorprendió que un niño de 7 años hablara con naturalidad de un evento que todos los cristianos sabemos que va a ocurrir, ya que parecía entenderlo a la perfección. Pero, lo que me impactó más, fue lo siguiente que me dijo Daniel.

Él me pidió permiso para ir a buscar a un chico de la otra sección de primer grado (Este niño presentó serios problemas de conducta en todo el año y estaba en una situación disciplinaria grave dentro del colegio). Me dijo que quería hablar con él y contarle lo del sueño de su mamá, pues no quería que su compañerito no se fuera al cielo cuando el Señor volviera.

Yo lo abracé muy fuerte y le di el permiso que me solicitaba. Lo felicité por lo que quería hacer y le dije que me acababa de dar una gran lección. Corrí adonde una amiga a contarle lo que ese niño me acaba de decir y le confesé que hasta tenía ganas de llorar por ese corazón precioso.
Creo que es un buen momento para compartir, entre todos, la carga de Daniel. En ésta época del año, cuando  mucha gente está abierta al mensaje de Jesús, deberíamos sentirnos como mi estudiante. Deberíamos correr a contarles a todos que ese bebé cuyo nacimiento recordamos, ha prometido volver pronto y que es un buen tiempo para hacer arreglos en nuestras vidas y darle espacio de trabajar en nosotros.

Muchos vemos con pasividad cómo, personas que amamos, están lejos de Dios y no hacemos nada por ellos, incluso ni intercedemos por su salvación. Parece que vivimos creyendo que la venida del Señor va a tardarse muchísimo todavía, por lo tanto, hemos perdido ese sentido de URGENCIA por pasar el mensaje, e incluso, hemos descuidado nuestras propias vidas espirituales, porque no parece que el Señor vaya a volver pronto.
Aprovecha la celebración de Navidad y sé luz. Recuérdales a todos que el bebé Jesús va a volver en gloria y esplendor de un momento a otro. Ama lo suficiente a tu familia y amigos, como para no callar el mensaje. Siente la carga, lucha por sus almas, intercede para que puedas verlos en el Cielo en la eternidad.

Dicen que la mejor forma de celebrar la Navidad es demostrándole a los demás que los amas. Yo agregaría que la mejor forma de demostrarle a los demás que los amo es presentándoles a Jesús como Salvador personal.

NO TE CALLES...¡¡FELIZ NAVIDAD!!


"No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, Yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis" Juan 14:1-4 RVR60

"Cuando Yo, el Hijo del Hombre, venga, no me esconderé. Todos me verán, pues mi venida será como un relámpago que ilumina todo el cielo" Mateo 24:27 TLA

"El Señor mismo vendrá de los cielos. En ese momento dará Su orden con voz de mando, de arcángel, sonará la trompeta de Dios y los que hayan muerto en Cristo resucitarán primero. Luego, nosotros los que estemos vivos en ese momento. subiremos a las nubes con los resucitados para encontrarnos con el Señor en el aire, y así estaremos con el Señor para siempre. Anímense entonces unos a otros con estas palabras" 1 Tesalonicenses 4:16-18 PDT

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Cortos de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI)

Como compartí antes, en el mes de Octubre pasado, falleció mi abuelita materna. Todo ocurrió súbitamente, enfermó de gravedad y lo que pensamos que se trataría de una visita a la sala de emergencias o como mucho, una noche en el hospital, terminó siendo un ingreso a la UCI. Ahí, no duró ni 24 horas.

En ese lapso, prácticamente todos los miembros de la familia estuvimos ahí. Debo confesar que nadie imaginó tal desenlace. No estábamos listos. Fue todo muy rápido.

Mientras estás sentado en la sala de espera de la UCI, es casi inevitable no conversar con aquellos que están como tú, esperando, por ratos con la fe arriba y por otros sin esperanza.  Todos orando, todos esperando un milagro, todos aguardando el turno para  hablar del "suyo", todos respondiendo las mismas preguntas: ¿y el suyo qué tiene? ¿y desde cuándo está acá? ¿y qué le han dicho los doctores?

Conocí a una mamá, cuyo hijo, un muchacho de 26 años, tenía 33 días de estar ahí, debido a que el parásito del cerdo había causado daño cerebral. Pude verlo, pues estaba en el cuarto al lado de mi abuelita, estaba ahí, en estado vegetal, con los ojos bien abiertos, pero con la mirada perdida, dirigida al techo. 
La noche que mi abuela pasó en ese lugar, falleció otra paciente. Una señora de unos 60 años. Ya estaba en la sala de cuidados intermedios. Dicen que hasta ya se sentaba en su cama para comer. Pero algo ocurrió esa noche. Varios médicos corrieron a atenderla, tristemente, no la salvaron.

Otra señora que estuvo ingresada en la misma fecha, fue dada de alta porque la deshauciaron. Por un amigo en común, supe que falleció unos días después en su casa.

Es horrible estar ahí. Se respira un ambiente de muerte. El solo estar ahí te baja las esperanzas. Oír tantas historias con finales fatales, te debilita. No sé cómo explicarlo, solo se drenan tus fuerzas. Si has vivido esa experiencia con un ser amado, me entenderás.

Pienso que los hospitales deberían tener un grupo de apoyo permanente, para auxiliar a los familiares de los pacientes que están luchando por su vida. Aunque sin quererlo, cuando te ves cara a cara con los demás y sabes que son compañeros de batalla, intercambiar experiencias es natural y te sirve como terapia.

Una de las veces que entré a ver a mi abuela, mientras seguía el protócolo y me colocaba la mascarilla y las demás cosas que te exigen usar, di una mirada a mi alrededor, susurrando una oración por las personas que estaban ahi. Algunas conectadas a máquinas que hacen ruidos que te resuenan en los oídos y te generan ansiedad de inmediato, otras aparentemente sin mayor problema, parecen dormidas y sanas. A veces, es la expresión del familiar la que te revela el estado de cada paciente. Con sólo ver sus caras, sabes.


Si tu vida pendiera de un hilo, ¿qué te gustaría hacer? ¿qué palabras dirías? ¿a quiénes desearías ver? 

Y si fuera un ser amado el que se encuentra en la Unidad de Cuidados Intensivos, ¿qué harías diferente? ¿qué les dirías? ¿qué te asegurarías que ellos supieran? 

Probablemente, hablar de muerte no es el mensaje apropiado para esta Navidad. Pero, la vida es así, puede acabarse de pronto y a veces necesitamos una dosis de realidad para tener un corazón agradecido y para valorar a quienes amamos y nos aman.

Así que no esperes estar en una sala de Cuidados Intensivos para hacer y decir lo que sabes que debes.



"Ustedes son como una neblina que aparece por un momento y en seguida desaparece...Lo que deben decir es 《Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello》..." Santiago 4:14-15 DHH


lunes, 7 de diciembre de 2015

Mis Confesiones: Lo Que Dios me dijo en mi Cumpleaños

Confieso que el mes de Diciembre no me simpatiza mucho. La razón es simple: llegar acá es un incómodo recordatorio de que el año está a punto de terminar y hay varias-por no decir montones de-cosas a las que Dios aún no responde.

Además, hay muchas fechas muy especiales en este mes, por lo que extraño a aquellos seres amados que están lejos o ya se fueron de la tierra.

En víspera de una de esas fechas-mi cumpleaños- le expresé al Señor cómo me sentía ayer en mi iglesia. Él, como tenía ratos de no hacerlo, trajo un escenario a mi mente mientras oraba. Vi a alguien acostado en un flotador largo, sobre lo que parecía ser un río. Por un momento creí que era la necedad de mi mente, distrayéndome de la ministración. Sin embargo, no podía dejar de verla.

Luego, vi otra escena. En el río, alguien a bordo de una pequeña canoa, usando sus remos para dirigirse al rumbo deseado. Por momentos, remando contra corriente y con todas las fuerzas posibles.
Créanme que no soy alguien muy espiritual, ni mucho menos santa, de hecho, llegué ayer a mi iglesia con un tono un poco desafiante delante del Señor, casi que reclamándole por esas cosas que al cumplir otro año, siguen en pausa en mi vida.

No puedo explicar cómo, pero mientras trataba de entender esas dos escenas, sentí a Dios pidiéndome que dejara de ser la de la canoa. Si, que dejara de remar para apurar el recorrido o para ir por el rumbo que yo quiero...y que fuera como la del flotador, que simplemente me abandonara y dejara que el rumbo lo decidiera Él, que no pusiera resistencia.

Lloré en Su presencia, porque Él tiene toda la razón. La mayor parte del tiempo, soy como la de la canoa; remo a mi antojo, gasto mis fuerzas y al final termino agotada, decepcionada, resentida, con una fe débil y sin rumbo, habiendo avanzado apenas un poco, aunque haya remado con todas las ganas.


Y las pocas veces en las que he sido como la del flotador y he confiado en que Él me lleve por donde quiera sin poner resistencia, he comprobado que es la mejor manera de llegar adonde tengo que ir. Quizás el viaje no haya sido tan rápido, ni tan placentero, ni bajo mis condiciones, pero dejarme llevar por el Señor sin meter mis manos, es en definitiva la mejor opción.

Si te identificas conmigo y hay asuntos en tu vida actual que has querido manejar como si fueras en la canoa, te pido que hagas una pausa y mejor te pases al flotador, y dejes que sea el Maestro, dueño de tu vida y diseñador del mejor plan, quien te lleve por donde Él desea, para que Su propósito se cumpla en ti.

Aunque mi cumpleaños ha sido muy diferente a lo que yo esperaba y aunque duelan las esperas y los procesos por los que Él me está haciendo pasar, al final,  siempre llego a la misma conclusión: no tengo adonde ir, soy nada sin Él, mejor confío, mejor espero, mejor sigo dependiendo de Él. Él es mi esperanza.

Hay un flotador esperándote ¿Te subes?


"Los guió con seguridad, de modo que no tuvieran temor" Salmos 78:53 RVR60

"Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de Él procede nuestra fe y Él es quien la perfecciona" Hebreos 12:2 DHH

"Sé muy bien lo que tengo planeado para ustedes, dice el Señor, son planes para su bienestar, no para su mal. Son planes de darles un futuro y una esperanza" Jeremías 29:11 PDT